LIBRO 2 - CAPÍTULO 5

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CAPÍTULO 5: MIEDO

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Cuando sus labios se separaron, se sentía temblorosa y deseosa de más. Recostó su frente contra el pecho masculino, respirando pesadamente. Con el rostro caliente levantó la vista para verlo, lo encontró mirándola tranquilamente.

—Te acompañaré a tu habitación—dijo, para luego rodearle los hombros con su brazo y animarla a caminar.

Tenía tantas preguntas en mente, pero no sabía cómo formularlas. Se mantuvo en silencio, pensando, hasta que llegaron a la puerta. Se deshizo de su brazos y se colocó delante de él.

—Shisui—comenzó, jugando con un mechón de su cabello—. ¿Por qué...?

Su pregunta quedó en el aire cuando el tomó la mano que estaba usando para jugar con su cabello. Su mirada se oscureció mientras observaba su muñeca, parecía enfadado.

—¿Quién te ha hecho esto?—Sí, definitivamente lo estaba, su tono lo confirmaba.

Miró su muñeca también, encontrando que ya estaba cambiando de color, haciendo evidente la marca de dedos sobre esta. Tragó saliva, pensando si decir la verdad sería bueno.

—Nadie, me golpeé—murmuró, incómoda.

—No me mientas, es bastante obvio que alguien te sujetó con tanta fuerza que te dejó los dedos marcados. Ahora dime quién lo hizo—exigió con fuerza.

Suspiró. Lo sentía por Yami, pero tendría que decirlo. Además, era su culpa.

—Fue tu esposa—contestó, haciendo una mueca.

Eso pareció tomarlo por sorpresa, así que aprovechó para deshacerse de su agarre.

—¿Yami?

—¿Quién más va a ser? ¿O es que tienes más de una esposa?—le dijo con sequedad.

Él se rió.

—Podrás no recordar nada, pero tu personalidad sigue intacta. —Luego, cambió su expresión a seriedad—. Hablaré con Yami sobre esto, me aseguraré de que no vuelva a molestarte.

—Gracias. —Realmente no quería volver a ver a esa mujer.

Shisui levantó una mano para acariciarle la mejilla.

—¿Qué te dijo?

Bajó la mirada, mordiéndose el labio.

—Shisui, ¿por qué no me hablaste de la relación que tenemos?—Ignorando su pregunta referente a Yami.

Él no contestó inmediatamente, se tomó su tiempo.

—Porque me da miedo, Akemi.

Lo miró, sorprendida.

—¿Miedo de qué?

—Soy un desconocido para ti ahora mismo, no recuerdas nada sobre nosotros. Pensé que si llegaba contándote sobre lo que tenemos, te asustarías y ya no querrías verme—respondió, el dolor reflejado en sus ojos.

Entendía su miedo, era una preocupación válida. Tomó la mano que acariciaba su mejilla y la llevó hasta su pecho, donde su corazón latía a gran velocidad.

—Incluso si no te recuerdo, mi corazón sí lo hace.

Él no dijo nada, solo la tomó entre sus brazos y la abrazó con fuerza.

—Dios, Akemi, pensé que te perdería. Cuando Fugaku recibió esa llamada, yo...yo...—Notó que estaba llorando.

—Ya, ya, está bien, no pasa nada—lo consoló, acariciando su espalda—. Estoy aquí y estoy bien.

Deseos ProhibidosWhere stories live. Discover now