CAPÍTULO 24

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CAPÍTULO 24: DESASTRE (II)

Bueno, ciertamente su deseo era exponer a Yami, más nunca había pensado en hacerlo de esa manera. No quería que Shisui e Itachi se enteraran de la verdad así, delante de todos.

Shun estaba parado sonriendo alegremente, pero luego se encontró siendo jalado de los cabellos y golpeado repetidamente en el rostro por Yami, que parecía una salvaje bien vestida.

Todos los invitados comenzaron a hacer ruido, algunos intentaron separarles. Aunque luego dirigieron su atención a otro par mucho más interesante que estaban peleando.

Akemi miró incrédula a su hermano y a su primo, que luchaban como si estuvieran en un ring de boxeo; un puño por aquí, otro puño por allá, sangre por aquí, labio partido por allá.

Ni siquiera sabía qué hacer, no podía despegar la vista de las dos personas que más amaba. No la golpeaban a ella, pero sentía el mismo dolor. Era obvio que su Shisui era el que atacaba e Itachi se defendía, embistiendo también. Si ella se acercaba lo más probable es que terminara con el ojo morado, como le había sucedido a uno que había intentado sostener a su primo.

Se lamentó de haber convencido años atrás a Shisui de tomar clases de boxeo. Tomando aire, se acercó a ellos, empujando a la gente atravesada. Estaban gritándose cosas, pero los invitados también gritaban, así que las voces se entremezclaban. Una vez que llegó a la escena se consiguió con que su padre y su primo Obito, sostenían a Shisui, mientras que un chico de cabello plateado, sostenía a Itachi. Respiró aliviada, pero notó rápidamente que el anfitrión de la noche no parecía querer calmarse, tratando de soltarse a toda costa.

Ella nunca lo había visto tan enojado, pero si estuviera en su lugar, lo estaría. Por Dios, ¿quién no lo estaría? Pero no era justo que le echara toda la culpa a Itachi y sobre todo que le golpeara, eso le molestaba un poco.

—¡Suéltenme, maldita sea!

La sala comenzó a despejarse, varias personas estaban pidiendo que salieran del salón. El ruido comenzó a disminuir a medida que salían.

—¡Basta, Shisui!—le pidió, sujetándolo del brazo con fuerza.

Por el rabillo del ojo vio que su hermano estaba ya suelto y tranquilo, mirándolos. Su expresión era una mezcla de emociones que le rompieron el corazón.

—¡Vete al infierno tú también!

Éste se soltó de su agarre, empujándola a un lado. Estuvo a punto de perder el equilibrio, pero por suerte su hermano menor apareció al rescate, sujetándola por detrás. Esas palabras estaban totalmente dirigidas a ella y la dejaron con la boca abierta y con un dolor inimaginable. Quería decirle un montón de cosas, pero las palabras simplemente no le salían. Era como si él la culpara de que su querida esposa le abriera las piernas a todo hombre que se le cruzara en el camino.

Miró a Itachi y a su vez éste la miraba. Vio su dolor, su arrepentimiento, su confusión. Quería ir a abrazarle y decirle que lo sentía, pero cuando por fin había decidido hacerlo se encontró siendo arrastrada fuera del salón por Sasuke.

Una vez que estuvo fuera de la casa, la suave brisa helada la serenó un poco. Varias personas estaban allí, algunos la miraron fijamente mientras se hacía camino a donde sea que su hermanito quería llevarla.

A mitad de camino se encontró con Shun, recostado contra el capo de su auto, sosteniendo una bolsa de hielo contra su ojo izquierdo. Tenía un notable ojo morado, junto con muchos rasguños.

Se le acercó, con Sasuke siguiéndole los pasos, como un guardián.

—Eres. Un. Idiota—le dijo, conteniéndose de golpearle.

Deseos ProhibidosWhere stories live. Discover now