—Pensaba que ese bebé era mío, ¿sabes? Realmente lo esperaba con ansías, podía imaginarlo entre mis brazos. Le dije que me haría cargo, pero al final resultó ser de Itachi.

Notó que sus manos sobre el volante lo apretaban con fuerza hasta que sus nudillos se volvieron blancos.

—¿Quieres ser papá?—No conocía ese deseo de él, jamás lo había mencionado.

—Sí, me encantaría serlo—contestó, mirándola esta vez.

Ella solo le sonrió un poco tensa, a diferencia de él, nunca había añorado ser madre. Quizás en un futuro lejano querría, de todas formas todavía era demasiado joven para serlo.

Llegaron a la universidad, por lo que se despidió con un beso y se bajó del auto, preparada para comenzar las clases. Pero no pudo prestar atención a nada de lo que decían sus profesores, su cabeza estaba en otro lado.

—Tierra llamando a Akemi, ¿hola?—Sumiko agitó un mano delante de ella, trayendola de regreso a la realidad. Estaban en la cafetería, desayunando.

Le sonrió levemente, todavía no le había contado a su amiga. No sabía cómo decirle lo que pasaba con Shisui, pero probablemente debería hacerlo pronto.

Era su mejor amiga, después de todo.

—Lo siento—se disculpó—. Estaba pensando en el examen de mañana.

—Yo también estoy preocupada, hoy estudiaré un montón. No quiero reprobar, mis padres me matarían—dijo, suspirando.

Las horas en la universidad pasaron rápido, se sentía bastante animada y deseosa de regresar a casa. Una vez finalizada la jornada, en la salida había un auto que reconoció inmediatamente.

—¿Ese no es el auto de tu papá?—preguntó su amiga, a su lado.

Asintió, sin dejar de verlo. Antes de la discusión que habían tenido, su padre solía buscarla después de clases. Desde que había comenzado la vida estudiantil su padre se había encargado de ello. Nunca faltaba por muy ocupado que estuviera, pero cuando se fue por unos días al apartamento de Shisui, dejó de hacerlo.

—Nos vemos mañana, Sumiko. Recuerda estudiar—se despidió, recibiendo un asentimiento y una sonrisa de su parte.

Se acercó al auto negro con vidrios ahumados, que no permitían ver el interior. El vidrio del piloto fue bajado, mostrando el rostro de su padre.

—Sube—ordenó.

Estos días quedándose en casa, él había sido amable con ella, en comparación con otras situaciones. Ya dentro, su padre se puso en marcha. Ninguno de los dos habló, era un silencio incómodo.

—¿Cómo van las clases?—Fue el primero en romper el silencio.
Era obvio que le estaba costando, así que apreciaba el esfuerzo.

—Bien—contestó, sintiéndose como Sasuke al hacerlo.

Su padre suspiró, nuevamente quedaron bajo silencio. Se arrepintió de haber sido tan cortante, quizás no debió serlo. Se mantuvieron así hasta que llegaron a su destino.

Ella abrió la puerta con la intención de bajarse. Sabía que él tenía que irse de nuevo.

—Akemi—la llamó Fugaku, deteniendola. Lo miró con curiosidad, parecía un poco incómodo y nervioso a la vez—. Estás bien, ¿no?

Deseos ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora