Capítulo 60

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[Último capítulo]


Sage no había vuelto a casa desde aquella última tarde en que salió del departamento con la desilusión más grande que alguna vez pensó sentir, tras discutir con Harry sobre la conmoción en el viejo edificio de Brooklyn y una visita inesperada. Habían transcurrido poco más de dos semanas en las que él duramente convivió con nada más que la ausencia de su novia y, las primeras noches en especial, no fueron más que una jodida tortura.

Aquella tarde en que bastante furiosa Sage salió del departamento, Harry optó no ir tras ella pues sabía, y podía garantizar, que su persistencia atormentándola no ayudaría. La dejó ir seguro de que solo saldría por un respiro y volvería a casa cuando lo sintiese correcto. La esperó impaciente pero al percatarse de que no volvía, empezó a preocuparse.

Pasó la primera noche llamándola con insistencia, también trató de contactar a posibles personas con las que podría estar e incluso salió a buscarla, pero no la encontró por ninguna parte.

No fue hasta el tercer día que Sage se animó en contestar. Para entonces, Harry había estado a punto de perder la cabeza, pero finalmente supo que se encontraba en casa de Leighton. Le pidió con insistencia que no fuese a buscarla y le hizo saber que volvería cuando se sintiese lista. Por el momento necesitaba espacio para pensar en la situación actual de ambos, sin que nada interfiriese en sus posibles decisiones. Harry prometió esperarla; sin embargo, cada noche sin ella era un vacío inmenso en el que sus angustias y el miedo a perderla florecían. Cada noche sin ella era una invitación abierta al insomnio, que lo mantenía despierto torturándolo con su culpabilidad. Cada noche sin ella sujetaba con fuerzas las sabanas y se maldecía a sí mismo por haber arruinado lo más preciado que tenía. Simplemente cada noche sin ella era un infierno.

Sin saber realmente cómo, Harry había sobrellevado poco más de dos semanas la agobiante falta de su novia. Durante los primeros días se había ausentado en las oficinas sin previo aviso, pues nada ocupaba su mente más que la idea de encontrarla. Una vez que supo que estaba a salvo, logró recuperar un poco la tranquilidad y volvió a sus ocupaciones.

Es así como la tarde del martes Harry caminaba distraídamente a lo largo de la calle donde vivía. Su auto estaba en mantenimiento, por lo que volvía junto a Collins después de los horarios de oficina, ya que su amigo vivía tan solo dos calles abajo. El otoño se hacía notar con leves brisas a la hora del atardecer y algunas hojas caídas revoloteando por los suelos. Subió los escalones del edificio donde vivía, con ambas manos en los bolsillos, y atravesó el vestíbulo de recepción tranquilamente. Había tenido un día agotador y estaba llegando a casa más tarde de lo usual.

Perezosamente introdujo las llaves de su departamento en el cerrojo y abrió la puerta. Con pasos vagos cerró la misma y se quitó el saco, estuvo a punto de arrojar las llaves sobre un sillón cercano pero se abstuvo al percatarse de la presencia de Sage en la sala de estar. Al verlo de inmediato se puso de pie y se frotó las manos con ansias.


—Sage—pronunció. Sus ojos se abrieron con sorpresa de verla.

—Hola—le dijo, con un timbre suave y adornado de aparente ilusión.


Harry permaneció perplejo por un momento. Acto seguido parpadeó un par de veces y dejó su saco, junto a las llaves, sobre una pequeña mesa cerca a la entrada principal.


— ¿Llevas esperando mucho? —le preguntó, aún sin acercarse.

—Solo un poco—dijo ella, encogida de hombros, queriendo restarle importancia. La verdad llevaba por lo menos dos horas ahí.

Tomorrow [H.S.]Where stories live. Discover now