Capítulo 42: Al final de camino. Parte II

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Uno tras otro, los días pasaban tranquila y monótonamente. Más allá de sus hermanos, no entabló relaciones con muchas estrellas, tal vez, de vez en cuando iniciaba conversación con alguien, para luego olvidar completamente su nombre y su rostro.

La ventaja del reino estelar, es que todos allí eran iguales, y si quería, tranquilamente podía ir al palacio de un rey y hablar con él como si fuese un amigo de toda la vida; por no mencionar el hecho de que aquellos que tuvieron grandes vidas definitivamente buscarían cualquier excusa para hablar de ella, y este curioso y educado joven recién llegado, tan inexperto sobre el mundo y tan interesado en ponerse al día con la historia transcurrida en varios siglos, realmente era un regalo.

Arthur disfrutaba mucho de conversar con un hombre llamado Windsor o Winston, no estaba seguro, quien había sido primer ministro, el viejo tenía tantas historias interesantes como vocabulario refinado, el cual hacía que escucharlo no sea muy diferente de estar en un libro y sumergirse uno mismo en la acción.

También había una noble reina Victoria que lo invitaba a comer trifles para contarle sobre su reinado. Arthur había descubierto que en su condición de estrella, realmente no necesitaba comer, pero aun así no podía rechazar los trifles, y menos aún el hecho de hablar con una reina, ¿Cuántos más tenían ese privilegio?

Sin darse cuenta, se había convertido en una especie de historiador amateur, que realizaba investigaciones en base a testimonios hablados.

Su segunda gran afición, era espiar el mundo humano desde el mágico balcón de su palacio, observando como aquellas pequeñas vidas eran vividas y como lidiaban con sus pequeños y mundanos problemas, albergando la secreta esperanza de encontrar a Alfred, muchas veces intentó atisbar aunque sea un simple espejismo del reino mágico, pero todos sus esfuerzos eran vanos, al fin y al cabo, las criaturas mágicas y las estrellas nunca habían tenido una buena relación, y, por ende, intentaban mantenerse lo más alejados posibles los unos de los otros. Mientras que las estrellas no sentían especial curiosidad por los seres feéricos, estos se mantenían ocultos de las estrellas, y así, ninguno molestaba al otro.

Sin embargo, por mucho que intentaba negarlo, extrañaba un poco, el problema es que realmente no sabía qué.

De vez en cuando solía pensar en Vlad y Lukas,  si bien el rencor se había disipado un poco, no sentía deseo alguno de verlos por el momento, y estaba seguro de que así se sentiría durante unos cuantos cientos de años. Sentía un poco de ternura al pensar en Minty y el resto, pero tampoco tenía esa urgente necesidad de saber de ellos, y Alfred era, por supuesto, un asunto a parte; extrañaba a sus amigos, bien, pero eso era algo que eventualmente se le pasaría, bien podría tardar milenios, pero pasaría, en cambio ese estúpido mocoso se había metido profundamente en su corazón, y no importaba qué, simplemente jamás podría ni querría sacarlo de ahí. El resto de heridas cicatrizaban, esa no, dolería siempre, y su única opción era sobrellevar ese dolor.

Con mucho pesar y culpa en su corazón, comenzaba a pensar en sus hermanos como casos perdidos; al fin y al cabo, no eran más que desconocidos, y por mucho que intentase simpatizar o conectar con ellos, realmente no podía hacerlo, casi siempre terminaban en un incómodo silencio del que cada vez era más complicado salir. En todo caso, le reconfortaba saber que esto no era solo por su parte; después de todo, los otros tres también se habían aferrado a la imagen de su hermano siendo un niño llorón y molesto, sin pensar que en tantos años esa persona podría cambiar, en consecuencia, el adulto ante ellos también resultaba un completo desconocido.

A veces solía pensar que cada paso que daba para acercarse a sus hermanos, era un paso dado hacia atrás, y que por ende, sería mejor simplemente detenerse antes que alejarse de manera irreversible.

Fairytale (usuk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora