Capítulo 35: Perdido en la oscuridad

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Al llegar al pueblo, su recibimiento fue mejor de lo que esperaba. Comprendió que se encontraba en pleno auge del turismo, ya que los locales se preparaban para celebrar con hermosas luces el aniversario de aquella noche en la que el niño se había perdido.

Sin perder el tiempo, alquiló un cuartucho de hotel donde dejó sus cosas, y salió a la calle para ver aquella hermosa fuente que reflejaba a Arthur de niño, la cual solo había visto tiempo atrás retratada en el cuadro de aquel pintor cuyo nombre no recordaba.

La fuente era muchísimo más bella y esplendorosa de lo que la pintura la mostraba, y de lo que él mismo había imaginado. Más allá de todos los superfluos y pomposos detalles que había tallados en la piedra, el joven no podía despegar su vista de aquel niño perdido que tan bien conocía. El entristecido semblante que Arthur mostraba en aquella representación, contrastaba inmensamente con la historia que el británico le había contado. Se preguntó entonces, si acaso habría tenido una expresión similar cuando se separó de Alfred por primera y segunda vez.

La tempestad se había disipado, y el cielo, antes gris, era una explosión de colores cálidos que iban desde el rosa (con leves tonos violetas) al rojo, del rojo al naranja, del naranja al amarillo, que reflejaba su pálida y agonizante luz sobre la fuente.

Se dijo a sí mismo que pronto anochecería, y hasta que aquello sucediera, tenía un poco más de tiempo, por lo cual fue a almorzar en una cafetería.

No habló con nadie allí, más se distrajo observando los preparativos para la celebración, pues la forma en la que aquellas personas creaban luces era sumamente bella e ingeniosa. Desde hacer bellas esculturas con cera de velas, hasta usar el mismo agua de las canaletas para reflejar la luz. Se colgaban espejos, se encendían antorchas con fuegos de colores. Las ventanas y puertas de las casas se dejaban abiertas de modo que se vea la luz, que permanecería encendida hasta la mañana siguiente.

Se enteró, escuchando habladurías, que aquella noche era llamada "La noche en la que las estrellas bajan a la tierra" en base a los escritos de un poeta local. El cual hacía uso de este término para explicar qué tanta era la luz de la tierra, que las estrellas no se veían. Dicho poema, hablaba de tres estrellas fugaces que bajaban del cielo y tras recorrer el pueblo, huyen al bosque.

En el oscuro e impenetrable bosque comenzaba a hacerse visible el camino formado por antorchas, que lo recorría a modo de espiral, hasta llegar al centro, donde se encontraba la colina.

Alfred observó el reloj cucú de la cafetería, y se sorprendió al comprobar que ya eran las nueve, las calles se encontraban tan iluminados que no parecía ser noche, se apresuró a tomar el café de un sorbo, para luego pagar y salir del local. Entonces, nuevamente se acercó a la fuente, para lanzar en sus aguas una moneda al tiempo que pedía un deseo.

Al hacerlo, miles de ideas surcaron su mente. La primera fue "Que Arthur regrese", no obstante, luego se le ocurrió que tal vez Arthur no querría regresar, se preguntó entonces: "¿Qué tal si todo es un gran malentendido y vine por nada?

—Que todo salga bien—. Dijo al final con los ojos cerrados, esperando que aquel deseo se cumpliese. —Por favor, que todo salga bien.

Su momentánea paz fue rota al instante por un fuerte ruido similar al de un estallido que, además de sobresaltarlo, le dejó aturdido por un instante, Alfred volteó intentando discernir de dónde venía semejante perturbación, cuando entonces otro nuevo estallido se hizo oír.

Miró entonces al cielo, encontrándose con que luces de todos colores lo salpicaban. Eran fuegos artificiales, se estaban disparando fuegos artificiales.

Al verlos no pudo evitar sonreír, no supo bien el porqué, pero aun así lo hizo, Se sentó en el borde de la fuente, y permaneció un rato mirando las bellísimas flores de colores que se formaban en el cielo con cada nuevo estallido y volteando de vez en cuando hacia la estatua, fingiendo que se trataba del verdadero Arthur, imaginando lo romántico que sería una cita de aquel estilo, más con cada estallido de luz y color, el semblante muerto y entristecido de aquella estatua de piedra se iluminaba, arrancando a Alfred de la fantasía.

Fairytale (usuk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora