Capítulo 12: Ilusión

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El orfelinato había sido abandonado hace mucho tiempo, eso le quedó más que claro cuando entró, no queria hacerlo, pero no tenía otro sitio para refugiarse de la tormenta. Recordaba a la perfección cada detalle de aquel lugar. Y ahora era como si el todo estuviese podrido, al piso le faltaban losas, lo que antes era la habitacion de los niños ahora era varias hileras de camas llenas polvo y telarañas con colchones desnudos frente a una ventana sin cristales ni cortina. El despacho de la madre superiora, la enorme cruz en la que se sostenía la figura santa de Cristo, carecía de la mitad de su cabeza, y el cadáver de una rata descansaba a sus pies, si Alfred le temía cuando lo vio en sus mejores tiempos, de seguro se cagaria en sus pantalones si lo viera ahora. El comedor daba asco, las ratas se movían libremente sin miedo de ocultar su presencia, sobre la mesa en la que solía servirse la comida, había un pájaro muerto. Arthur tuvo que taparse la nariz al pasar por alli. 

Habría continuado con su tortuosa y pesadillesca exploración, de no ser porque varios ruidos se hicieron audibles en la planta baja llamando su atencion.

—¡Te lo juro, cuando me gradue, este será mi primer gran proyecto!— Exclamaba una estruendosa voz seguida de rápidos pasos que hacían eco.

—¿No estás yendo un poco rápido? Recién es tu primer año, además... ¿No podíamos venir otro dia? La lluvia esta cada vez peor— Respondió otra voz un poco mas calmada pero alarmada.

Al percatarse de las presencia de otras personas, Arthur bajo por las escaleras de forma trastabillante, con la ilusión de poder pedirles ayuda, olvidando que seguramente estas no podrían verlo. 

Un joven de cabello café recogido en una coleta baja, inspeccionaba la deplorable sala de estar mientras tomaba fotos de todo aquello que le parecía interesante,  Arthur lo observaba curioso, intrigado ante el objeto que portaba, el cual lanzaba una incandescente luz cada vez que el castaño la ponía frente a su rostro y presionaba un botón.

El muchacho subió las escaleras, concentrado en su labor de sacar fotos, sin saber que era seguido de cerca por Arthur.

—Oye Alfred, ven a ver esto— Llamó a su compañero un tanto perturbado al adentrarse en la antigua oficina y encontrarse con la tenebrosa figura del Cristo sin rostro.

—¿Qué sucede? Amigo no me digas que tienes mie...

La frase se quedó a medias. Alfred se detuvo en seco a mitad del pasillo, observando consternado mientras que todo su cuerpo empezaba a temblar sin que él pudiera notarlo. A pesar de que queria hablar, su garganta se había secado de repente. Lo único que atino a hacer, fue quitarse sus gafas con manos trémulas, limpiarlas con el borde de la camisa que llevaba puesta, y volver a colocarlas sobre su rostro torpemente; no sirvió de nada puesto que aquella imagen seguía ahí.

Parado, frente a la puerta del despacho de la madre superiora, se encontraba un viejo recuerdo de su infancia, un recuerdo agridulce que había pasado mucho tiempo intentando reprimir; Arthur estaba ahí, como si todos estos años hubieran pasado por encima de él, se veía exactamente igual a como lo recordaba. Era como un fantasma.

—T-toris— LLamó a su amigo recobrando un poco la compostura mientras apartaba la mirada para que sus ojos no se encuentren con los del ingles. —Tenemos que irnos.

Al escuchar su voz Arthur volteo rápidamente encontrándose con su antiguo amigo, al cual creyó reconocer al instante a pesar de lo mucho que había cambiado, si ese era Alfred, había crecido notablemente puesto que ahora era más alto que el, sus grandes ojos azules se encontraban detrás de unos anteojos de montura cuadrada, su voz era extremadamente chillona, y la forma en la que lo miraba... no se parecía en nada a la tierna sonrisa que solía dedicarle cuando niño, se veía preocupado, o asustado, pero por el resto, era igual niño que había conocido tiempo atrás.

—¿Estas loco? Esto puede servir para mi tesis, tengo que ver el...

—¡Lo harás mañana!— Le gritó Alfred interrumpiendolo mientras tomaba el brazo de Toris y lo arrastraba escaleras abajo.

—¿Alfred, eres tú?— Preguntó Arthur confundido acercándose al joven quien parecía exasperado. 

Al oír su nombre, Alfred suspiró para luego mirar disimuladamente hacia atrás, viendo al ingles que le seguía.

—No es real— Susurro para si mismo antes de volver la vista al frente y salir de aquel lugar ignorando las quejas de Toris.

—¿Puedes verme, verdad?— Volvió a escuchar aquella conocida voz detrás de sí. Por un momento estuvo tentado de gritarle algo como: "No, no puedo verte maldito infeliz, así que vuelve a tu estúpido mundo de mierdas mágicas" Pero sabía que no podía hacer algo así frente a Toris, seguramente lo tomaria un loco. 

Alfred palideció al pensar en aquella posibilidad, mientras que viejas y amargas memorias se amontonaban en su mente.

—¿Te encuentras bien?

La voz de Toris lo trajo nuevamente a la realidad, Alfred sacudió levemente su cabeza repitiendose mentalmente varias veces que solo estaba cansado, que era imposible que Arthur estuviera allí, mientras le devolvía a Toris una sonrisa forzada.

—Si, solo que no dormí bien ayer— Entonces sintió una mano en su hombro. —¡E-estoy un poco mareado, mejor me voy a casa!

Eso ultimo lo dijo gritando mientras se iba corriendo bajo la lluvia, dejando tanto a Toris, como a Arthur observandolo confundidos, claro que segundos después el ingles salió corriendo en su dirección.

—¿Porque huyes?— Preguntó con la respiración entrecortada a causa de la carrera cuando ya estaba a pocos pasos de Alfred. El joven de ojos azules le dedicó una rápida mirada para luego acelerar sus pasos. 

—¡Alejate de mi!— Exclamo asustado. 

Si tuviera su varita mágica, podria alcanzarlo en cuestión de segundos. Arthur se maldijo a sí mismo nuevamente por darle un uso tan descuidado a sus deseos. Y maldijo a ese mocoso por ser tan condenadamente rápido. 

—¡Tengo que hablar contigo!

Alfred no lo escucho, tampoco quiso mirarle, temía ver a Arthur detrás de el pisándole los talones, pero tambien tenia miedo de mirar hacia adelante y que de repente el ingles estuviera ahi, como cuando era pequeño. 

En su mente se formó una  versión tétrica y deformada de un viejo recuerdo de su niñez, en el que Arthur se aparecía mágicamente frente a él, regalándole una espeluznante sonrisa, mientras le decía "te atrape" con voz demoníaca. 

—Alfred....— Soltó Arthur en un jadeo entre tanto se encorvaba sosteniendo sus rodillas con la intención de recuperar el aliento. —Por favor... tengo que... hablar...

—Definitivamente el no es real— Volvió a decirse a sí mismo el estadounidense intentando tranquilizarse al tiempo que seguía corriendo con la vista fija en sus pies sin prestar atención al camino que seguía, sin prestar atención a las decenas de coches que surcaban la calle en la que se había colado.

El sonido sordo de la bocina lo aturdió, Alfred levantó la vista confundido, y la escena transcurrió en cámara lenta; las cegadoras luces del auto que se precipitaba hacia el, Arthur que aun sin aire corría en su dirección desesperado. Un férreo golpe, y un dolor tan fuerte y desmesurado que siquiera pudo reaccionar a él. Después de eso sus ojos se cerraron y ya no pudo abrirlos.










N/A: Hola, no se muy bien como abordar esto, asi que ire directo al punto: como habrán notado, de vez en cuando se menciona que Lukas conoció un marinero danés y eso, en fin, se me ocurrió hacer un fic paralelo a este para relatar esa historia, incluso pense en una trama que enlazara las dos historias, por el momento es solo una idea, pero queria comentarles. Gracias por leer <3

Fairytale (usuk)Where stories live. Discover now