Capítulo 34: Locura

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Locura

Nombre femenino

1. 1.

Trastorno o perturbación patológicas de las facultades mentales.

2. 2.

Acción imprudente, insensata o poco razonable que realiza una persona de forma irreflexiva o temeraria.

La única razón por la cual no lloró, era que ya no le quedaban más lágrimas para hacerlo. Por alguna razón, se contempló a si mismo años atrás, levantándose de su cama para descubrir que su amigo ya no se encontraba allí. Recordó el miedo y la desolación que le invadieron junto con el dolor y la tristeza. Inconscientemente se llevó la mano al pecho, rozando con sus trémulos dedos la zona donde se supone estaba su corazón. Como si desease comprobar si era el mismo sentimiento de aquella vez, o si se sentía diferente.

En cierto modo no era lo mismo, y no solo por la intensidad de su angustia, sino también debido a que se dio cuenta de que su yo más joven había peleado más que su yo adulto ¿Podrían ser acaso dos personas diferentes? Recordaba haberse dejado caer de una ventana totalmente convencido de que volaría, que aún después de eso seguía creyendo, había sido necesario que Lukas llegara a su vida para que dejase de creer en Arthur; ahora que tenía la prueba fehaciente de que no había sido abandonado por segunda vez en sus manos, se sentía totalmente derrotado incluso antes de haber hecho algo. Tal vez la niñez sea entre muchas otras cosas, la etapa de nuestra vida en las que cosas imposibles pueden resultar posibles. O tal vez los adultos son mejores en reconocer una causa perdida antes de invertir su tiempo en ella.

No había ya forma alguna de encontrar a Lukas —se lamentó— Y se debía a una estupidez suya.

—No había forma de encontrar a Lukas...—. Repitió, entonces una extraña idea germinó en su cerebro. —Pero sabía dónde podría encontrarse Arthur.

Recordó aquella tarde en la galería de arte, parado frente al cuadro de aquel carismático pintor francés; y al pensar en todo aquello una sonrisa casi demente se apoderó de su rostro.
Comenzó a reír, primero de forma tenue, luego con ganas, finalmente se le salieron algunas lágrimas debido a la risa.
Decía la leyenda de la caja de Pandora, que no se sabía si la esperanza era un mal o un bien, Alfred no podría discernir cuál de estas dos cosas era, pero si podía asegurar que ante todo la esperanza era una tortura.
Pasó un largo rato antes de que dejase de reír completamente, aunque no sabía bien porque lo hacía, tal vez se debía a la pequeña esperanza que había resurgido en su interior, o a que lo que realmente deseaba fuese llorar, solo que se le habían terminado las lágrimas para ello; sea como fuese, ya no tenía tiempo ni de reír ni de llorar, porque había algo mucho más importante que debía hacer.

Tomó su computadora e introdujo en el buscador el nombre de aquel cuadro.
Según las palabras del mismo pintor, este había sido inspirado en un pequeño poblado inglés, y ahora sabía que se encontraba situado en el condado de Sussex oeste.

Podría decirse que algo cambió en él, al día siguiente pidió una licencia indefinida en la universidad, en una semana vendió todas sus posesiones, y cuando se presentó en su trabajo, lo hizo con el único fin de renunciar al mismo. Cuando Gilbert y Mathias intentaron disuadirlo de esta idea y le preguntaron a que se debía su determinación, el solo se echó a reír para responder: —"Creo que solo me he vuelto loco".

El último contacto que tuvo con aquella vida, fue cuando telefoneó a Matthew para despedirse, pues no sabía cuándo volvería y sin mayores explicaciones cortó.
Bastó esta llamada para que Matthew tomase el primer avión con destino a Estados Unidos que saliese. No obstante al llegar a donde su hermano vivía se encontró con un departamento vacío que se alquilaba, y fue el mismo casero quien le explicó que Alfred se había mudado.

Fairytale (usuk)Where stories live. Discover now