Capítulo 14: Realidad 2/2

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—¿Es necesaria la silla de ruedas?— Pregunto Alfred mientras Matthew lo llevaba por el corredor del hospital hasta la puerta de salida. 

—Nunca se es lo suficientemente cuidadoso, además solo es hasta que lleguemos.

Alfred decidió no discutir aquello, ya que ciertamente se sentía un poco cansado. Su humor había mejorado notablemente ya que no había vuelto a ver a Arthur, por lo cual supuso que este no era más que una especie de alucinación provocada por el choque, la cual ya había desaparecido. Y en el orfelinato... seguro fue la impresión de volver a aquel lugar, hace mucho tiempo que no lo visitaba y solo fueron demasiadas emociones juntas. 

"Eso debió ser..." Se repetía a si mismo.  

—¡Te juego una carrera!— Declaró luego de probar que tan bien se movía su silla de ruedas. 

—Sería molesto para las demás personas, no olvides que estamos en un hospital, ¡Y tu deberias ser mas cuidadoso, no sabemos si estas del todo bien!  

—Aburridooooo— Exclamó el aún convaleciente luego de bufar en respuesta al comportamiento tan sobreprotector de su hermano; si le estaban dejando volver a casa evidentemente era porque no había nada malo con el, ¿Porque Matthew insistia en preocuparse tanto? 

Matthew, quien rápidamente advirtió la reprochante mirada de su hermano, negó varias veces con la cabeza seguido de un pesado suspiro. 

—A las tres— Logró decir mientras se paraba junto a su hermano, más antes de que  la cuenta regresiva siquiera empezara, Alfred ya se alejaba rápidamente en su silla de ruedas. —¡Eso no es justo!— Exclamó mientras torpemente intentaba seguirle el paso. 

A pesar de haber transcurrido apenas un día, Alfred sentía como si hubiese pasado mil años encerrado en aquella habitacion. Por eso, sin molestarse siquiera en levantarse de su silla atravesó  la puerta del hospital, la cual por suerte eran de vaivén, con la velocidad de un rayo. Una vez estuvo fuera, la suave brisa lo recibio con alegria, nadie creería que el dia ayer hubiese diluviado de la forma en que lo había hecho. No lo había notado antes, pero el aroma del hospital era demasiado denso, el poder respirar aire fresco era casi como un regalado sagrado en aquel momento. 

—¡Hiciste trampa!— Le recrimino Matthew luego de atravesar la puerta de forma similar a la que su hermano lo había hecho momentos atrás. 

—No es mi culpa que tu seas lento— Respondió Alfred poniéndose de pie y estirandose con tal de despertar sus aún adormecidos músculos. —¿Y donde estacionaste tu auto?

Matthew lo acompañó a regañadientes, siempre que intentaba ponerse firme con su hermano terminaba desertando momentos después. Alfred en cambio estaba radiante, tal vez su hermano si estaba llevando las cosas un poco lejos y él solo estaba un poco cansado por sus nuevas responsabilidades.

—Seguro que no quieres que me quede contigo?— Insistía Matthew mientras caminaba con Alfred hacia el vehiculo.

—Que no, quiero estar tranquilo, si sucede algo prometo llamarte ¿Si?

—Bien— Susurro volviendo a rendirse ante la terquedad de su hermano, estaba preocupado por el, pero a la vez sentía que si Alfred realmente se sentía mal, lo último que debía hacer era molestarlo aún más. 

—Iras en el asiento de atrás— Sentenció firme abriendo la puerta. Alfred se habría opuesto a ello al instante, de no ser por el hecho de que en cuanto Matthew abrió la puerta, vio algo que lo horrorizó inhabilitando su capacidad del habla por unos segundos.

—Ya era hora— Exclamó Arthur, quien se encontraba cómodamente sentado en el asiento trasero, exasperado cambiando de posición para poder estar mas cómodo.

Fairytale (usuk)Where stories live. Discover now