Capítulo 24: Recuerdos

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 —¿¡Qué esta... ¿¡Que mierda hiciste!? —. Preguntó horrorizado el muchacho, entrando en la habitación súbitamente y dejando la puerta abierta de par en par, sin percatarse que su voz sonó mucho más aguda de lo normal.

Al verlo entrar, Arthur se puso de pie y dejó caer el cuchillo al suelo sin ningún cuidado, junto a los vestigios de aquel aparato que reposaban en el suelo, la sorpresa le impedía comprender la situación del todo.

—¿Cómo lograste salir? —. Inquirió el británico aún perplejo sin saber qué decir o hacer.

Alfred no respondió, se llevó las manos a la cabeza y se enredó los dedos en el cabello hasta casi arrancarselo.

—Que mierda hiciste... —. Volvió a decir casi en un murmullo, aunque no sonó como una pregunta.

—¿No estabas tú atrapado ahí adentro? —. Preguntó Arthur, dudoso y temeroso de, cómo había escuchado decir en la tele "haberla cagado" de alguna forma.

—Déjame solo —. Pidió Alfred amablemente, mas su voz sonó de todo menos amable.

—¿Hice algo ma...

—¿Quieres por favor dejarme en paz al menos un minuto? —. Gritó en un fuerte estallido que incluso se sorprendió a sí mismo, y provocó que el británico se sobresaltara. Alfred se miró las manos solo para descubrir que temblaban, así que apretó los puños para evitar aquel estremecimiento.

Arthur, sin hacer caso alguno, se arrodilló en el suelo y comenzó a juntar los trozos desperdigados del aparato.

—Ya... déjame solo por favor —. Volvió a pedir Alfred, esta vez en tono de súplica, parecía agotado, como si estuviese a punto de llorar. Arthur supo que con aquella frase no se refería a que deseaba que abandonase la habitación o que le dejase unos momentos. Alfred le estaba pidiendo que se marchase de su vida.

"Lo haría si pudiera, idiota"

Quiso decir, pero bien sabía que en ese momento sus palabras estaban de sobra, de hecho, toda su presencia estaba de sobra, se diría a sí mismo para luego reír amargamente.

Una vez recogió todo lo que había en el suelo, se puso de pie y abandonó la habitación con pasos lentos y silenciosos, dejando al muchacho en soledad.

***

Era inevitable que sucediese, había estado reprimiéndolo, apartándolo, ignorándolo, pero tarde o temprano aquellos recuerdos enterrados volverían a relucir. ¿Hubo un disparador directo, o solo fue la culminación de la vasta colección de hechos recientemente acontecidos? ¿Tuvo algo que ver el hecho de haber visto o creído ver a Bondevik aquella tarde?

No quería pensar, no quería recordarlo, su piel se había erizado y había comenzado a sudar frío. Volteó intentando encontrar a Arthur, pero este ya no se encontraba allí. ¿Había estado allí en algún momento? Se preguntó.

Sus manos aún temblorosas fueron hasta sus sienes, mas apenas rozó la piel fría y sudada las alejó con brusquedad indecible. Como si el solo toque le hubiese proporcionado una descarga eléctrica.

Lo recordaba perfectamente, aquellos electrodos reposando sobre sus cienes. Recordaba también la advertencia de Lukas. Recordaba como con lágrimas en los ojos había jurado y perjurado nunca más volver a hablar de su amigo imaginario, siquiera evocarlo en sus pensamientos, entre gritos e inconmensurable miedo y angustia, temiendo que en cualquier momento le fuese proporcionada una descarga eléctrica.

¿Quién iba a creer que Arthur había vuelto?

¿Quién creería la descabellada razón por la cual Alfred era el único capaz de verlo?

Fairytale (usuk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora