Capítulo 4: Soledad

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Cada dia Arthur se distanciaba más y más del mundo en el que vivía, soñaba despierto, fantaseaba con el mundo feérico, anhelaba formar parte de este.

Cada dia que iba al bosque era recibido como un rey, y siempre procuraba no comer y volver a su casa después de ocho horas. 

Ese dia en especial, Lukas había ido de visita, y ambos estaban sentados en una gran roca tomando te.

—Normalmente me mantengo alejado de los humanos, pero en verdad este logro sacarme de quicio- Soltó el noruego tras finalizar el relato sobre un joven que había conocido recientemente.

—Por lo que dices, creo que el solo queria ser tu amigo— Respondió Arthur un poco asustado y sintiendo pena por el danés del relato.

—Ya es de noche allá arriba— Soltó Lukas dejando su taza de te sobre la gran piedra que cumplía el rol de una mesa. —¿No deberías volver a tu casa?

—Debería—  Repitió Arthur encongiendose de hombros.

—¿Conoces la historia del joven que siguió la música de los duendes hasta un árbol y cuando volvió a su aldea habían pasado más de cien años?— Lukas se puso de pie, mientras recogía la piel de foca cuidadosamente doblada junto a la laguna.

—¿Conoces la historia de la foca que se enamoró de un marinero?— Preguntó Arthur mientras veía como su amigo mojaba los pies en el agua.

—No somos tan estúpidos.

—Tampoco los humanos.

En cuestión de minutos, millones de seres mágicos se acercaron a Arthur, algunos extrañados de que siguiera allí, teniendo en cuenta que siempre se iba mucho antes, otros incluso preocupados por este hecho, entre los del segundo grupo se encontraba Flying Mint Bunny.

—Arthur, Ya es hora de volver— Susurro el conejo acercándose al niño de ojos verdes. —Tal vez tus hermanos se preocupen.

—Si claro— Dijo el niño riendo ante aquel argumento. 

Arthur no respondió, solo observo su alrededor, la belleza que le rodeaba, todos sus amigos frente a él, la realidad en la que vivía era el sueño de muchos ¿Cuantos humanos tienen el privilegio de poder visitar el mundo de las hadas cuando les dé la gana? ¿Cuantos otros podían comportarse como iguales ante aquellos seres?, ¿Que tenia alli arriba que fuera mejor que esto? ¿Hambre? ¿Pobreza? 

—¿Por qué no puedo quedarme aqui? para siempre...— Soltó Arthur desviando la mirada un tanto avergonzado.

—Porque entonces podrías volverte polvo con solo pisar el mundo humano— Respondió Lukas para luego zambullirse en la laguna y desaparecer bajo el agua.

—No es que no puedas— Explicó el conejito sentándose sobre el regazo del niño. —Pero no es una decisión de la que puedas arrepentirte.

—No eres uno de nosotros— Susurro una anciana con una cabeza enorme y la boca plagada de dientes verdes. —Y nunca lo serás del todo, ¿Te quedarías a vivir aqui, aun sabiendo que siempre estarás fuera de lugar?

—¿Y qué hay de tu familia— Preguntó otro extraño ser.

—¿Eres consciente de que podrías volverte polvo?

Y así, miles de criaturas daban sus argumentos y opiniones intentando que Arthur recapacitara o pensara mejor lo que iba a hacer. El niño simplemente se encogió de hombros restándole importancia, hacía ya mucho tiempo que había tomado la decisión.

—¿Estás seguro?— Preguntó Flying Mint Bunny. —No es que no quiera que te quedes aqui por toda la eternidad, pero no es algo que puedas decidir asi como asi.

Fairytale (usuk)Where stories live. Discover now