Amigos

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"Hola Rog, ¿cómo estás?"

El sonido de la campanilla de la puerta, seguido de aquella melodiosa voz, hizo que el rubio regresara a ver. Paul entró dejando su paraguas apoyado en el marco de la puerta tras sacudirlo levemente, lo suficiente para mojar el cristal de los estantes cercanos. Se quitó el abrigo revelando su nítido uniforme del trabajo: una camisa polo y el pantalón de mezclilla negro. A eso le acompañaba su característica sonrisa. 

"Hola McCa, creí que no alcanzarías a venir" sonrió amablemente el rubio mientras abría la puerta del mostrador para que el otro pasara. Paul dejó sus cosas en el armario de empleados y se paró junto a él, ligeras gotas de lluvia adornaban su cabello oscuro. 

Estaba lloviendo fuerte y hacía frío, el cálido trato de su amigo le hizo sentir al recién llegado un poco de cobijo. Y a Roger le sentó bien la compañía, con el aguacero de allá afuera nadie había entrado desde temprano y se entretuvo con el inventario de la semana. 

"Bueno, John me pidió que no lo hiciera. Es más, sus argumentos eran bastante convincentes..." Paul alzó sus cejas de forma divertida. 

Roger notó que sus ojos brillaron con un destello particular que aparecían siempre que hablaba de su novio. Roger no iba a admitirlo, pero lo envidiaba un poco. No le faltaban, pero el ojiazul apenas y podía mantener una relación seria una semana así que desde hace rato que optó por quedarse solo un rato. A los ojos de todos él se aburría fácilmente y lo tildaban de mujeriego, se sabía que había estado de novio con casi todas las chicas de su curso y, a pesar de ser descrito como buen partido, no estaba destinado a funcionar. La situación era más complicada, mucho más compleja e incómoda para tratarla en voz alta. Solo sus amigos sabían, y eso incluía a Paul, George y Freddie. 

Su mejor amigo Freddie, quien era quizás el cliente más frecuente en la tienda de ropa en la que trabajaba, le repetía siempre lo mismo:

Hasta que conozcas a la persona indicada no podrás conformarte con nada, por eso sabrás que es la indicada. Simplemente vas a querer más, como una droga sin la que no puedes vivir y vas a querer arriesgarlo todo. Todo, cariño. 

Paul tenía a esa persona.

Paul era feliz.

Paul era libre. 

Roger... no tanto. Y por más que quisiera pretender que no le importaba y que era aún joven y que al salir de casa de sus padres podría salir al mundo a buscar a esa persona, en realidad en el fondo sí le llegaba a preocupar bastante quedarse sólo, o terminar por presión en una relación vacía.  Paul, quien metía a su novio cada que podía en cualquier conversación, solo le recordaba que él no podía tener eso todavía. 

"Siempre es lo mismo contigo, Paul" carcajeó el rubio mientras continuaba con lo suyo, ignorando la presión en el pecho a la que ya se había acostumbrado de hace rato. "Juro que si sigues rechazando sus propuestas indecentes para venir a este manicomio, yo empezaré a aceptarlas."

Paul le dio un pequeño golpe fingiendo estar molesto, sin embargo sus labios formaron una divertida sonrisa que infló sus cachetes dándole un aspecto adorable.

"Ya quisieras que Winnie te hiciese caso. Aunque dice que eres una chica bastante atractiva... para tener algo colgando entre tus piernas" se burló, ganándose una mala mirada del otro que lo hizo reír aún más.

Roger lo admitía: tenía un aspecto demasiado femenino. En varias ocasiones lo habían confundido con una mujer, y fueron momentos realmente embarazosos. Su rostro era de facciones delicadas, sus pestañas eran largas y sus ojos grandes. Su nariz era perfecta, como aquella de los dioses griegos; y sus labios... sus labios eran la tentación de cualquiera. Rosados y tan sólo un poco abultados por debajo, en general finos. 

Paul solía tener el mismo problema, por eso en parte se habían vuelto tan grandes amigos y tendían a bromear al respecto. Simplemente no podían evitar aquella conexión que compartían al tener ojos de Furby y un sentido de la moda muy cuestionable. Aparte, tenían la misma edad y eran compañeros de clase desde que el pelinegro se había transferido desde Liverpool.

"¿Irás hoy a alguna parte?" preguntó Paul al notar que no decía nada. Estaba muy concentrado en terminar el papeleo para poder guardar los productos y no salir tan de noche. Pero no, no tenía realmente algo pendiente, de forma que negó sin regresar a verlo. "¡Genial! Entonces podrías venir conmigo y los chicos a un bar que abrieron cerca de mi casa. Es universitario, quizás podrías conocer a alguien interesante..."

Roger frunció el ceño y regresó a verlo poco convencido. A sus amigos no les faltaban intentos de liarlo con alguien y había dejado en claro su postura al respecto, pero... no perdía nada distrayéndose un poco, ¿o sí?

Ante la reacción que recibió un ligero rubor se extendió en sus mejillas. "Digo, sólo si quieres..."

Roger se demoró un poco en responder, era eso o irse a su casa  a... no hacer nada. Sonrió, amablemente asintiendo. 

"Vale... iré contigo."  Paul le devolvió la sonrisa y comenzó a contarle sobre el lugar, y sobre los amigos de su novio que irían, y sobre otro montón de cosas que no llegó a escuchar por andar metido en sus propios pensamientos. ¿Cómo iban a entrar siquiera? Era un bar, ambos cursaban su último año del colegio, tenían diecisiete. Era ilegal...

Y, en realidad, el rubio no solía ir en planes con amigos, porque a parte de Freddie y esos dos, no tenía. Sus padres se habían asegurado de eso... lastimosamente. 

Freddie, por su parte, tenía a su grupo del club de drama que hacía salidas todo tiempo y por más que el parsi trataba de hacer que vaya, Roger se negaba. Freddie le llevaba unos cuantos años y era universitario, hacía cosas de universitario y tenía amigos universitarios. Es más, si sus padres no pensaran tan poco de él como para no querer dejarlo sólo en su casa y confiar en su madurez, ni siquiera lo hubiese conocido. Habían contratado a Freddie de niñera; y Freddie era peor que él. 

"... entonces John va a pasar por mí al salir de la universidad, así que tipo siete debe estarnos recogiendo. Iremos a comer algo porque ya sabes que George no puede vivir sin comer, y lo más probable es que no haya más que bocadillos en esa fiesta. ¿Te dije que va Geo, no? ¿Y que es una fiesta? Creo que no lo hice... pero bueno. ¡¿No te parece emocionante?!" Unas palmaditas que descargaban euforia lo sacaron de su trance.

Sin realmente saber a qué respondía, asintió sonriendo.

God Knows | MaylorWhere stories live. Discover now