Alianza Forzada. Cherik. Wolversilver

Capítulo Cuatro: Ansiedad

Este fanfic participa del evento de la semana Cherik (del 3 al 9 de junio) para celebrar a nuestra pareja favorita. Le añado el hashtag ""

Muchas gracias a @KiKaLoBe, por su ayuda.

Alianza Forzada

Capítulo Cuatro: Ansiedad

Charles se dejó guiar por Sean hasta sus aposentos que quedaban casi al final de un largo corredor. Junto a los suyos estaba la puerta de los de Erik. Charles sintió un cosquilleo al notar tal proximidad imaginando que podrían visitarse asiduamente por las noches. También dedujo que dentro del dormitorio, debía haber alguna entrada que conectara ambas alcobas. Bueno, suspiró profundo, había venido hasta Genosha para casarse con su gobernante y tarde o temprano se verían obligados a intimar sexualmente para conseguir el ansiado heredero.

Charles notó de repente que la idea de tener relaciones con Erik no lo asustaba. Era extraño porque no se estaba concentrando para no sentir miedo sino que simplemente el hacer el amor con el líder de Genosha no le desagradaba en absoluto. "Hacer el amor" tenía una connotación diferente a "tener relaciones". ¿Por qué estaba pensando, entonces, en hacer el amor cuando se trataba de una obligación dentro del acuerdo?

-Señor Xavier – lo interrumpió Sean, plantándose en la puerta -. Deje que sea yo quien entre primero, es por su seguridad.

Charles entendió que el joven estaba cumpliendo con su deber y lo dejó ingresar. El soldado encendió la luz y dejó a la vista una habitación sencilla pero acogedora como el despacho de Erik. Tenía una puerta lateral con un pasillo breve que conducía al baño y otra al frente que conectaba al dormitorio. Charles entró en la alcoba después de Sean, y lo primero que notó fue la cama de dos plazas de bronce, que tenía un exquisito respaldo labrado y un colchón de plumas. Su antigua cama en Westchester había sido de roble y Charles se preguntó si esta, al ser de metal, no había sido fabricada por el mismísimo Magneto. Se ruborizó suavemente al pensar que su futuro consorte podía haberle hecho semejante honor.

La alcoba, además, tenía grandes aparadores con cajones de diferentes tamaños, una mesita junto a la ventana con una silla, donde estaban colocados una jarra con agua fresca y un vaso, y junto al lecho había una mesa de luz con un velador de bronce también y la tulipa de tela. A un costado había una puerta entreabierta que dejaba ver el inmenso vestidor. A Charles le sobraría espacio allí aun después de haber guardado toda su ropa.

-Señor Xavier – habló Sean después de inspeccionar el vestidor para asegurarse de que todo estuviera en orden -. Lo dejaré tranquilo para que pueda darse un baño y descansar. ¿Quiere que envíe a alguien a buscarlo para la hora de la cena?

-Me parece bien – se mostró Charles de acuerdo -. ¿Cómo te llamas?

-Soy el oficial Cassidy.

-Me refiero a tu nombre de pila – solicitó Charles amablemente.

-Sean, señor – contestó el jovencito y pasó saliva. Le parecía extraño el pedido.

-Bien, Sean – sonrió -. Puedes retirarte y por ahora has cumplido con tu servicio.

El soldado asintió, dio media vuelta y se retiró. Por supuesto que permaneció afuera de los aposentos, en el corredor, atento a la seguridad y atención de Xavier.

Charles esperó a que se retirara, bebió el agua de la jarra porque el conocer su nuevo hogar le había provocado sed, y fue a abrir sus maletas que los empleados habían dejado en un rincón. Sacó un pijama turquesa, ropa interior y utensilios de aseo personal. Luego se dirigió al baño para darse una ducha caliente y después se metió en la cama, agotado del viaje y del recibimiento. El colchón de plumas lo hizo sentirse en las nubes y enseguida quedó dormido cual bebé.