Maestro.

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Había escapado de la torre Avengers, cansado de las miradas que esperaban a que dijese algo relevante al tema de la espada, y de repetir una y otra vez que él no la tenía. Además que ya había vuelto de mal humor de su encuentro con los gigantes de fuego. No era por el tema de la espada o las acusaciones, ni tampoco el ver a seres tan opuestos a él pero que le recordaban tanto a sus verdaderas raíces.

Era él.

Le había visto a él entre todos los Muspels. Y una furia interna resurgió en Loki, casi incontenible. La misma que sentía ahora, sentado a su lado en aquel parque que tanto visitaba.

Los ojos carmesí le voltearon a ver, sin saber bien por dónde empezar a hablar. Oculto en una capucha negra de ropa midgardiana escondiendo su cabello rojizo, y cambiando su forma a proporciones más humanas, había tenido la desfachatez de buscar a Loki.

- ¿Qué les dijiste de mí?

- Nada.

- Gisli, ¿Qué les dijiste? – Cambio su tono a algo más amenazante.

- Fue Amora, yo no les dije nada. – Se acercó, incomodando al villano. – Se lo juro, Maestro.

- No me llames así.

Ya no era su maestro, había pasado mucho de eso. En aquel tiempo Loki era un joven aventurero, apasionado por lo prohibido. Escabulléndose de mundo en mundo había chocado con Gisli quien, en vez de apresarlo y llevarlo a su rey, quedo embelesado con su magia. Los gigantes de fuego sabían magia puramente de fuego, pero Loki lo sabía todo. Además, Loki desato muchas preguntas en Gisli, ya que podía sentir su frío a metros pero el Dios juraba ser Asgardiano, porque eso es lo que él creía. Y el Muspel jamás se lo discutió.

Pasaban demasiado tiempo juntos y Gisli comenzó a llamarlo "Maestro", siempre tratándolo de usted; siendo más joven que Loki, era lo adecuado. Pero un día dejaron de lado las lecciones y las formalidades, enamorados de todo aquello que los hacia tan diferentes, sin realmente tener claro cuan distintos eran.

Sin embargo, todo se terminó cuando Loki fue atrapado en tierras que no le correspondía, dejado solo por Gisli y obligado a matar a quienes le habían visto.

- ¿De verdad no tienes la espada?

- ¿Para qué demonios iba a querer esa cosa? – Replico hastiado.

- Porque puede hacerte daño. –

Daño a su forma jotun. Si, los rumores se esparcen rápido en el universo. Todos ya sabían que era y eso le jodía en demasía. Fue abandonado, adoptado y ahora todo eso, lo había convertido en la peste de los reinos. No pertenecía a ningún lado, y los demás mundos ni siquiera se esforzaban en demostrarle respeto.

- Además de que podrías negociar tu regreso con esa espada.

El regreso a Jotunheim no había pasado jamás por la mente del villano, tampoco era una posibilidad. Su padre biológico nunca le perdonaría el daño a su pueblo y que intentara asesinarlo, y Loki mucho menos iba a pedírselo porque no se arrepentía de poner a su hermano por encima de la sangre que aborrecía.

- No necesito esa cosa para nada porque ya no existe.

- ¿Qué?

- La destruí. 

No more illusions.Where stories live. Discover now