Cuadragésima novena parte

4.6K 515 263
                                    


"Aprenderemos a nadar,

a la fuerza, sí,

pero aprenderemos a nadar.

Y vendrán olas,

y las corrientes querrán llevarnos

a todas partes,

pero aprenderemos a nadar.

Y cuando la noche caiga,

quedará la luz del faro para guiarnos,

Pero aprenderemos a nadar.

Y cuando haya una tempestad,

tal vez trate de hundirnos,

pero nosotros nos negaremos,

Porque aprenderemos a nadar."


Lisa abrió los ojos poco a poco, sintiéndose desorientada. Miró a su alrededor, notando como el peso de su cuerpo reposaba en el colchón y sin saber qué hacía ahí exactamente.

— ¿Jen? —Murmuró, algo aturdida, al encontrarse a la muchacha de cabello castaño medio dormida en aquel hueco.

Reaccionó algo tarde, pero movió la cabeza para levantar la barbilla y ver los ojos cafés de Lisa abiertos por fin.

Jennie levantó una mano en su dirección mientras lágrimas se acumulaban en sus ojos, y, entonces, se despertó cuando una enfermera le tocaba el brazo, pidiéndole que se apartase. Jennie abrió los ojos y se los restregó mientras se alejaba —o más bien le alejaban— de la cama de Lisa. Lo único que recuerda de ese momento fue una enfermera alarmada, y el doctor acercándose a ella. Antes de que pudiera darse cuenta, Jennie estaba en el pasillo.

Parpadeó y dio media vuelta, intentando volver a entrar, pero no le dieron la opción de hacer tal cosa.

—Mierda —murmuró, cerrando el puño y alejándose de aquella dichosa puerta.

//

— ¿Doctor?

Aquel hombre frunció el ceño al ver la pantalla. Miró que todo estuviera bien —y lo estaba, a decir verdad— pero Lisa aún no había abierto los ojos

—Llévenla a la UCI.

Las enfermeras obedecieron rápidamente. Primero se marcharon para traer una camilla para transportarle y justo después la sacaron de la habitación.

//

Le aconsejaron que se marchase a casa a darse una ducha y se despejase de ese ambiente.

No accedió, pero sí que era cierto que necesitaba una ducha y era el único modo que tenía de hacerlo.

A pesar de que Jennie era una de esas personas que sabía cómo apreciar la soledad, detestaba sentirse sola. Su madre estaba trabajando en el restaurante del club náutico, como la mayoría de los días, y estar de vuelta en Lymington sin Lisa cerca le hacía sentirse aún más vacía.

Salió de la ducha y se secó rápidamente para poder volver al hospital cuanto antes. Sabía que esta vez tendría que coger el tren hacia Southampton, pero si era la única manera que tenía de llegar a la ciudad, entonces lo haría.

Hermoso pájaro de verano → jenlisaWhere stories live. Discover now