Vigésima novena parte

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Es lunes en Lymington y falta una semana para la Royal Lymington Cup. Lisa y Jennie continuaban manteniendo —lo que sea que tuvieran— en secreto. Jennie tenía paciencia y la esperaba sin problemas.

Aquella mañana en el muelle, Nadine se encontró a Jennie caminando hasta el restaurante. Se saludaron cordialmente nada más verse.

— ¿Vienes a ver a Lisa?

—Por supuesto —contestó Jennie, risueña—. Hay que darle ánimos. Falta una semana para la regata y quiero que sepa que voy a estar animándole.

Nadine puso su mano sobre su hombro.

—Eres una buena amiga, Jennie. Siento no poder estar mucho ahora mismo, voy a buscar a Mark. Espero verte pronto por casa otra vez.

—Por supuesto. Muchas gracias. Saludos a los niños.

Jennie se adentró al restaurante, pidió lo de siempre y se sentó en la mesa en la que estaba Jisoo. Parecía estar escuchando música, así que le dio un buen susto en cuanto se vieron. Jennie estiró el cuello, riéndose, y le saludó con una sonrisa.

— ¿Cómo estás, Jisoo?

—Bien, bien. ¿Y tú? Hace tiempo que no te veo. ¿Dónde te escondes?

—En ninguna parte —contestó sonriente—. Supongo que no hemos coincidido. ¿Qué escuchabas?

Jennie estiró la mano para coger su teléfono, pero aquella muchacha agarró rápidamente su teléfono móvil.

—Nada, nada —respondió, nerviosa—. No creo que te guste este tipo de música.

Jennie se encogió de hombros.

— ¿Nerviosa por la regata?

Jisoo centró sus ojos en los de Jennie. ¿Nerviosa por la regata? Ni un poco. Jisoo sabía que era buena, y sabía que aspiraba al título. Estaba nerviosa por otra clase de cosas.

Le dio al play y escuchó atentamente.

"¿Has conseguido hablar con ella?"

"Ojalá. No sé nada de esa aberración. Es como si estuviera huyendo de mí."

"Lisa tampoco responde a mis llamadas."

Jisoo movía su tenedor alrededor del plato antes de coger un trozo de panqueque con él y llevárselo a la boca.

"No te preocupes, eso va a cambiar."

"¿Qué vas a hacer?"

"Voy a..."

Jisoo se estremeció al ver los cabellos de Jennie delante de ella y exhaló un suspiro mientras se quitaba los auriculares.

—Un poco, supongo. Ya sabes. Es una competición importante.

—Lo harás bien.

—Sí, pero quieres que gane Lisa, ¿no es así? —Jisoo le guiñó un ojo.

—Oh, Jisoo...

//

Jennie se levantó de su asiento una vez Jisoo se marchó y salió del restaurante con las manos en sus bolsillos.

Sehun se encaminó hacia ella y se quedó plantado ahí en medio, justo delante de Jennie, quien fruncía el ceño.

—Hola, Sehun. ¿Te puedo ayudar en algo?

—Para nada. Lisa te está buscando. Está ahí —Sehun estiró el brazo señalando una puerta—. Es donde normalmente se cambian los regatistas, lo que viene a ser el vestuario.

— ¿Te ha dicho por qué quiere que nos veamos ahí? Su embarcación estaba en el mar hace unos minutos.

—Sí, pero es que ella no ha salido. Quiere hablar contigo.

Observó cómo el chico se encogía de hombros y ella dio media vuelta después de murmurarle unas gracias con algo de sequedad. Sehun rodó sus ojos y se cruzó de brazos, levantando media sonrisa maliciosa mientras veía como Jennie se alejaba.

"Y así es como se juega."

Jennie caminó hasta el vestuario. No era muy grande, pero era perfecto para los regatistas. Habían bastantes taquillas, algunas estaban abiertas, y bancos por todas partes.

— ¿Lili?

Se adentró aún más y escuchó como la puerta se cerraba de golpe. Antes de que pudiera girarse, su espalda se golpeó contra una de las taquillas y las manos de una chica le estaban agarrando del cuello de su camiseta.

Sungkyung.

— ¡Suéltame! —Jennie exclamó, forcejeando para alejarse de ella—. ¡He dicho que me sueltes, Sungkyung!

—No pienso soltarte hasta que me escuches, ¿me has entendido? —Sungkyung gruñó, empujándole de nuevo contra la taquilla—. No sé qué mierda te traes entre manos con Lisa, pero estás arruinándole la vida.

— ¡¿De qué me estás hablando?! Te estoy diciendo que me sueltes, Sungkyung o si no...

— ¿O si no qué? ¿Eh? No voy a pegarte, pedazo de mierda, no voy a darte ese placer. Sería demasiado evidente. ¿Sabes lo que voy a hacer? ¿Eh? ¿Te haces una mínima idea de lo que pienso hacer contigo? —las manos de Sungkyung le sujetaban con fuerza y los ojos de Jennie, los cuales trataban de no mostrar dolor o miedo, se fijaban en ella—. Te voy a pedir que te alejes de Lisa para que dejes de joderle la maldita vida. Ella tiene novio, tú no eres más que un pasatiempo. Eres el pasatiempo de cualquiera, ¿o es que te crees que a ella le gustas? —Sungkyung preguntó. Jennie no dijo nada y desvió la mirada, mordiéndose el labio—. ¡¿Te crees que le gustas?! ¡Bendita inocencia!

—Somos amigas, Sungkyung —murmuró Jennie—. Ella es mi mejor amiga. No pienso dejar de verle sólo porque su novio sea un jodido chico celoso y tú te estés aburriendo en Lymington.

—Eres una zorra, Kim —le gruñó de nuevo, empujándole con fuerza y apretando su cuerpo contra el de ella—. ¿Sólo son amigas? Puedo ver en tus ojos que tú quieres algo más con ella.

—No—

—Escúchame bien. Si no te alejas de ella, no vas a ser la única que sufra. Lisa perderá mucho más de lo que crees. De hecho, ya ha perdido a su perfecto novio por una imbécil como tú. Si no te alejas de ella, conseguiré que le expulsen del club náutico y le descalifiquen de la competición. Y créeme, sé cómo hacerlo. Lo hice contigo, ¿verdad? Ah... —suspiró—. ¿Vas a dejar que tu pobre Lisa sea descalificada de un deporte que es su vida? ¿Vas a dejar que su familia sea señalada todos los días por la gente del puerto? Aléjate de ella y no pasará nada.

Los ojos de Jennie estaban a punto de estallar en un mar de lágrimas. Sungkyung, al darse cuenta de eso, comenzó a reírse contra la boca temblorosa de Jennie.

—Perra —le dijo, en un susurro.

Sungkyung le soltó, dejando caer a Jennie al suelo, y salió del vestuario rápidamente sin ser vista. Jennie permaneció tirada en el suelo, temblando, llorando desconsoladamente mientras sollozaba sin ni tan siquiera moverse.

Había tocado el cielo con los dedos y ahora se lo habían arrebatado. Maldijo a Sungkyung, maldijo a Sehun por haberle guiado hasta ahí y se maldijo a sí misma.

Se incorporó poco a poco y se movió hasta el lavabo para lavarse la cara, pero fue inútil. Una vez vio su reflejo, se dio cuenta del miedo que tenía. Continuó llorando sin que nadie la viera, sola, como siempre había estado en esos momentos. Sabía que debía irse de ahí, y que nadie debía verle, pero no podía moverse.

Sungkyung era capaz de cualquier cosa con tal de salirse con la suya, y le daba miedo que Lisa pudiera salir perjudicada.

Se estaba viendo obligado a sí misma a renunciar a la única cosa que quería más que a sí misma.

Hermoso pájaro de verano → jenlisaWhere stories live. Discover now