Séptima parte

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Jennie había terminado de componer la canción. Se sentía orgullosa de su trabajo y de cómo había evolucionado. La iba a guardar con mucho cariño, y probablemente no la tocaría mucho. Sería su pequeño secreto.

Ese fin de semana iban a ir a casa de los Manoban a cenar. Lisa fue expresamente a casa de Jennie para invitarles. Soobin estaba entusiasmada, iba a cocinar su tarta de tres chocolates para ellos y era posible que trajeran algo más.

— ¿Estás nerviosa?

Jennie y Soobin eran mejores amigas. Soobin había estado con su hija tanto en lo bueno como en lo malo y Jennie la adoraba.

—Un poco —confesó Jennie—. Me gustó mucho que Lisa nos invitase.

—Son una familia encantadora. Me cruzo muchas veces con Nadine en el mercado, junto con sus hijos. Es una gran mujer.

—Me alegra que se lleven tan bien, mamá.

Soobin besó la sien de su hijo.

— ¿Qué vas a ponerte? La cena es esta noche. Yo he hecho el pastel y he comprado una botella de vino como hicieron ellos. Le he tenido que pedir un consejo a tu padre.

— ¿Aún te hablas con papá? —Jennie estaba sorprendida.

—Ha sido una excepción, aún no le he perdonado lo que te hizo.

//

Anteriormente.

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Jennie volvió del instituto después de un día duro. Le dolía todo el cuerpo después de haber sido empujada contra las taquillas de los pasillos.

Se adentró en casa y dejó la mochila encima de una butaca. No quería moverse, sólo acurrucarse y llorar. Se dejó caer sobre el sofá y suspiró aliviada de estar a salvo.

— ¿Qué haces ahí?

Era su padre. Estaba de pie justo en frente de ella.

—Levántate.

—No, papá —sollozó—. Déjame.

Hacía cosa de tres meses que Jennie había salido del armario en su instituto y en su propia casa. Sus padres se habían mostrado protectores con ella e incluso le daban su apoyo.

Sin embargo, su padre, cuando Soobin no estaba, parecía ser una persona totalmente distinta.

—He dicho que te levantes.

—He tenido un mal día —gruñó—. No me toques.

Le agarró del brazo y le obligó a levantarse. Tenía el hombro lleno de contusiones, algún que otro moratón causado por el golpe.

— ¿Un mal día? ¿Sí? ¿Has tenido tú un mal día?

—Claro que sí —espetó—. ¿A caso te han empujado por los pasillos? ¿A caso te han gritado que eres asquerosa? —le empujó y se alejó de él—. Respeta mi espacio.

— ¡No me hables así, Jennie! —exclamó y le siguió—. ¿Has pensado el motivo por el cual te pasa todo esto? Porque te lo mereces. Así es, Jennie, te lo mereces.

Sintió asco cuando su propio padre le llamo por su nombre.

— ¿Me lo merezco, papá? ¿Me merezco que me traten como una mierda sólo porque me gustan las chicas? ¿Me merezco que me echen del equipo de voleibol porque me gustan? ¿Me merezco que mi mejor amiga vaya diciendo a todo el mundo que soy una acosadora solo porque me gustan las chicas? ¿Uh?

Hermoso pájaro de verano → jenlisaWhere stories live. Discover now