En el Laboratorio Mordinlan las cosas no son como parecen. Para el mundo, solo se trata de una organización más de recreación ambiental e investigaciones; sin embargo, nadie sabe lo que realmente ocultan esas paredes.
Tras casi haber muerto, ocho ch...
Escribir siempre fue el mejor desahogo para mí y lo sigue siendo. Con esto podía atar cabos y releer lo que alguna vez me identificó, y no olvidar lo que fui y las cosas por las cuales soy como soy ahora.
Sin embargo, al estar acá encerrado, tuve un sueño, mejor dicho, una pesadilla que me condujo a reflexionar sobre aquel espantoso momento y la razón por la que ella y yo estamos hoy acá.
Cómo la quiero. Es tan pequeña y frágil. Aún recuerdo cómo se escondía detrás mío cada vez que cometía algo malo y sabía que mamá vendría a castigarla. Recuerdo también cómo me era inevitable negarme y salir en su rescate tratando de echarme toda culpa, haciendo que a ambos nos castigaran.
Siempre compartíamos los secretos y aún lo seguimos haciendo, y por más irónica que es la situación, no reemplazaría la telepatía que tengo con ella por nada. Pero al parecer, para nosotros nunca habrá un final feliz, pues hasta eso me han quitado.
Sus ojos azules siempre me encantaron, pues siempre me recordaban a mamá. Oh, cómo desearía verlos de nuevo, aunque fuera una sola vez, y poder reflejarlas a ambas en una sola, y poder cuidarlas como no pude aquella vez.
Lo lamento, lo lamento tanto. No saben cómo me duele recordarlo, pero, al parecer, mi conciencia jamás me dejará tranquilo y ustedes tampoco, pues sé que cada día leen esto, para asegurarse qué tan mal estoy.
Realmente, ya no me importa, pero me han visto llorar, muchas veces, tal y como lo hago ahora, al escribir esto. Y si es que aún les queda algo de humanidad en sus corazones, por favor, solo déjenme verla, es lo único que me queda, no puedo perder a nadie más, no a ella, no puedo perder a mi hermana.
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