Capítulo 8

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Capítulo 8

Tiempo después de la prueba de telepatía, los entrenamientos individuales se retomaron con más fuerza, no solo para Amara y Joel, sino que también para los demás chicos biónicos.

Todos los días el CM dictaba el orden de las clases con los diferentes médicos y, gracias a esto, era poco el tiempo que Amara pasaba con Joel o con cualquier otro chico biónico, ya que la acapararon tanto que a duras penas tenía tiempo para dormir.

—Me rindo —dijo Amara, frustrada. —Esto es imposible.

—No lo es —dijo el doctor Owens —asustas al pobre ratón. Si de verdad quieres entrar en su mente, debes aprender a tener empatía con ellos y llegarás a hacerlo sin que lo noten siquiera.

—Bueno, tampoco es que me agraden muchos los ratones. ¿Y si probamos con un perrito?

—Ratón o cucaracha, tienes que empezar por lo básico. Tú eliges.

—Ratón —respondió con desgana.

Miró su CM con la esperanza de que la clase se acabara; sin embargo, aún faltaban 30 minutos. Media hora en la que tenía que intentar entrar en la mente del ratón.

El control mental era una especialidad muy compleja para ella y, aunque habían empezado hace dos semanas, aún no lograba controlar la mente de nada, aspecto  que cada vez la decepcionaba más y la hacía odiar cada vez más al ratón blanco que jugueteaba en la jaula.

—Quieto —dijo entre dientes, sin perder su mirada del pequeño animal. Sin embargo, lo único que hacia el ratón era chillar mientras comía un pedazo de queso.

—Empatía, Amara, empatía.

—¿Y cómo se supone que tienes empatía con un ratón? —dijo molesta. —Comprendo las técnicas de control mental, he leído los libros y me concentro muchísimo, pero lo único que logro es salir con dolor de cabeza y odiar venir a su clase.

—Antes era más fácil—dijo Owens en tono bajo.

—¿Cómo que antes? Hace dos semanas comencé a recibir estas clases.

—Hablaba de Cody.

—Creí que yo era la primera con esta habilidad.

—No creo ser el indicado para contarte su historia. Además, no es importante, ahora tú la tienes y funciona a la perfección.

—Realmente lo dudo, el ratón no me haría caso ni siquiera si me vistiera como un queso gigante.

Owens sonrió. —Con Cody nunca se vio el estímulo cerebral que tú tienes, créeme. Funciona y me acabas de dar una idea.

Dirigió a Amara hacia otra sala completamente distinta. No era blanca ni habían animales, estaba llena de máquinas y frente a ella había un campo de fuerza que los separaba de una niña en una camilla.

—Ella es el prototipo número 10, tiene 8 años. Despertó de la criónica hace 3 semanas y ahora está en la cámara de cronometraje. Esta hará que despierte en dos años, cuando sus habilidades estén completas.

Amara le miró con curiosidad y avanzó hasta quedar frente al campo de fuerza. El rostro de la niña era sereno, sus cabellos eran rubios y tenía el aspecto de una persona muerta. Hubiera pensado que realmente lo estaba, si no fuera por el marcapasos conectado a su lado. Sin embargo, eso no era lo que más llegaba a sorprenderla, sino la edad de la niña.

—No entiendo qué tiene que ver el ratón con ella. ¿Dijiste 10?

—Sí, el número 9 está en otra sala, pero ella comparte una cualidad contigo. Ella es la siguiente aspirante para la habilidad de control mental.

Memorias PostergadasWhere stories live. Discover now