Capítulo 24: Recuerdos

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¿Quién creería que había sido el británico quien apuñaló varias veces el teléfono por alguna razón estúpida?

Todas aquellas preguntas tenían una misma respuesta: Nadie.

¿Qué iba a hacer? Más bien... ¿Qué podía hacer?

Las pastillas, recordó. Aún permanecían en la parte superior del estante en el botiquín del baño.

***

Los pedazos de lo que había sido un celular se encontraban ahora en la mesa, cuidadosamente colocados uno junto al otro, de modo que Arthur pudiese observarlos con detenimiento, incluso los pequeños fragmentos del vidrio de la pantalla habían sido delicadamente acomodados.

El británico observaba atentamente todos y cada uno, pensando cómo podría embonarlos con la falsa esperanza de que arreglar aquel artefacto era posible.

—Ya déjalo, no vas a poder—. Le sugirió Alfred tras pasar junto a él con una lata de Coca-Cola en la mano.

Se sorprendió un poco al verle adoptar su actitud normal, teniendo en cuenta que menos de veinte minutos antes parecía al borde de un ataque de nervios ¿Qué había sucedido?

—Si puedo —. Se limitó a decir de forma calmada.

—No lo creo.

—¡Te dije que podía y lo voy a hacer! —. Respondió el británico indignado ante la falta de confianza del muchacho. — Soy bueno para construir o arreglar cosas, yo reparé la gaita de mi hermano cuando el muy idiota se emborrachó y se la rompió en la espalda a mi otro hermano.

—Una gaita es una cosa, un celular inteligente de alta tecnología es otra cosa —. Dijo Alfred, pensando que en la época actual la familia del británico podría haber ido presa por violencia intrafamiliar y otros tantos cargos, para luego sentarse en el otro extremo de la mesa, quedando frente a Arthur, con la intención de poder observar bien su proceder, ya se imaginaba el épico fracaso que se acercaba.

-¡Ya verás, quedará mejor que antes! Solo necesitare savia de árbol para poder pegar las partes.

Al oír aquello Alfred por poco se atraganta con la Coca-Cola y tuvo que ponerse una mano en la boca para no escupirla a causa de la fuerte risa que le causó no solo el comentario, sino lo convencido que parecía Arthur de sus palabras.

—Si tú lo dices... —. Exclamó intentando contener la risa, seguido de una pequeña tos. Lamentablemente no tengo sabia, pero te puedo dar pegamento, se usa para pegar cosas.

—Gracias, seria de mucha ayuda.

Alfred se puso de pie y caminó hasta su habitación, donde tenía el pegamento. Se sorprendió, incluso a sí mismo, de lo rápido que todo había pasado sin necesidad de las pastillas, bastó con atravesar la sala y ver a Arthur tan concentrado en arreglar las cosas para que el miedo y los recuerdos volviesen a encerrarse en aquel baúl oculto en lo más profundo de su mente, además había ciertos detalles que le impedían creer que aquella persona fuese producto de su imaginación. La sombra por ejemplo, no se creía lo suficientemente atento como para imaginar que Arthur proyectase una sombra, tampoco entendía porque crearía a alguien con una personalidad tan... no quería insultarlo, pero tampoco encontraba alguna palabra que sirviera para halagarle. Y ciertamente, algunas de sus ocurrencias le resultaban divertidas y levemente adorables, aunque como había visto también podía llegar a ser estúpidamente peligroso.

Al adentrarse en la habitación, la pulcritud de la misma lo dejó asombrado. ¿Cómo podía verse un lugar tan diferente ordenando solo unos detalles? A veces se quejaba de que Arthur cambiase las cosas de lugar, pero ciertamente se veía mucho mejor así.

Recordó aquel estereotipo de mayordomo británico y que curiosamente si le quedaba, además de que el traje también se le vería bien.

Al volver a la cocina, encontró a Arthur sumido en la más profunda concentración mientras que movía las piezas de cristal en la mesa para ver dónde podrían embonar unas con otras.

—Aquí tienes —. Dejó el pegamento sobre la mesa junto a Arthur y volvió a sentarse frente a él.

—Gracias —. Volvió a decir el inglés sin despegar ni por un segundo la vista de los dos trozos de material que intentaba juntar.

-Hoy iré a visitar a un amigo mío, vamos a hacer una noche de películas de terror-. Comentó luego de unos minutos de apabullante silencio.

-Me parece muy bien-. Respondió el británico sin mostrar demasiado interés. –Espero te diviertas.

—Si bueno... me gustaría que tú vinieras también.

El fragmento de plástico que sostenía en su mano cayó secamente sobre la mesa, Arthur levantó la vista, clavando sus ojos del color de las esmeraldas sobre los de Alfred, como si intentara descifrar en qué pensaba el muchacho.

—¿Por qué?

Inquirió luego de unos momentos en los que Alfred no volvió a tomar la palabra.

—Solo pienso que ha de ser muy aburrido para ti estar todo el día encerrado, además... me da un poco de miedo dejarte solo después de... "el incidente".

—No quiero ir. — Declaró Arthur fríamente, creyendo que de esa forma aquella charla llegaría a su fin.

—No recuerdo habértelo preguntado —. Respondió Alfred.

***

Tras varios minutos de una acalorada y efusiva discusión similar a la que los niños suelen tener, conformadas únicamente por la frase "Que no" de Arthur y "Que si" de parte de Alfred, el británico ya se sentía cansado incluso de hablar.

—¡Si infinito —. Exclamó Alfred quedándose sin aire y con voz jadeante, sin darle tiempo a responder luego de repetir la palabra "Si" al menos unas treinta veces seguidas, con el fin de impedir que el otro hablase.

Arthur no sabía que era peor: el hecho de que un muchacho de diecinueve años se comporte como si tuviese nueve, o el hecho de que el siendo un ser longevo, aunque no era su intención siempre terminaba siguiéndole la corriente.

—No —. Dijo fría y secamente.

—¡Sí!

—¡No!

—¡Sí!

—Sí —. Exclamó el británico para ver si lograba confundir al muchacho.

—¡No!

—¡Gane! —. Y aquello fue dicho con tanto júbilo que incluso escuchó la voz de su conciencia preguntarle: "¿Y tú cuántos años se supone que tienes?".

—Mierda, ¡No es justo! —. Exclamó Alfred indignado.—Hiciste trampa.

—No es verdad.

—¡Si lo es!

—¡Claro que no!

—¡Que sí!

—¡Que no!

—¡Sí!

—¡No!

—¡Sí!

Aquello parecía no tener fin.

Fairytale (usuk)Where stories live. Discover now