—Esto también, como un millón de veces. —reitero.

—Pues quiero que sea perfecto, como el tiempo.

Estoy harto de su mierda con el tiempo, de verdad.

—Deja de hacer eso, Keyra. Va en serio.

Ella se detiene y aleja el carboncillo del papel, entonces da media vuelta hacia mí. Sé que acabo de usar un tono de voz poco amable, pero honestamente no me importa.

—¿Dejar de hacer qué?

—Todo lo que haces. Dibujar malditos relojes cada día, hablar sobre el tiempo y repetir el mismo discursillo estúpido una y otra vez como si nadie ya lo supiera de memoria.

—No estoy haciendo eso.

—¡Sí! Lo estás haciendo y me tienes harto. Tú no eres tu enfermedad, Keyra, deja de intentar convertirte en tu propia muerte, por el amor de Dios, es tan estúpido y desagradable.

Me percato de lo exaltado que estoy sólo cuando termino de hablar. Key no reacciona de ningún modo en especial, sólo me mira en silencio. Pero no logro traducir la expresión en su rostro, hasta que se acerca a mí en tres pasos y se para en las puntas de sus pies para besarme.

—No—digo, tirando despacio de sus hombros para alejarla. Necesito que comprenda que lo que está haciendo no está bien, y que no puede siempre solucionar las cosas abrazándome o tratando de besarme. —No hagas eso. Te estás comportando como una niña chica, Key.

Finalmente da un paso atrás y su mirada cae al suelo. Entonces comienza a llorar. Y yo comprendo que ella necesita morir, tanto como yo necesito que viva. Lo cual me hace sentir tan malditamente egoísta.

Sin embargo, hay días en que las cosas no están tan mal. Entre nosotros, quiero decir, pues logramos crear una atmósfera alegre y amable. El único problema, es que muchos de esos momentos suceden cuando más tengo que estudiar para los exámenes finales, y no es fácil concentrarse en la materia cuando tienes a la chica más hermosa del planeta besándote y acariciando tu pelo. Juro que estaríamos haciendo el amor en este momento si no tuviera que recordar todo lo que aprendí sobre literatura durante el semestre en un día.

Keyra me besa y logra atraparme en segundos, haciendome olvidar todo lo que hace hace menos de un minuto tenía en mente. Todos mis apuntes literarios pierden su sentido al primer contacto con su boca. Se aleja apenas unos centímetros de mí, obligándome a salir de mi asiento para volver a besarla. No puedo soportar cuando hace eso de besarme y luego tratar de alejarse, pero sé que lo hace a propósito, porque sabe cómo odio que lo haga y ama que yo vuelva a ella para seguir besándola. Y de cierta forma, tanto como odio que lo haga, también lo amo. Y la amo. Y es por eso que enmarco su rostro con mis manos, para mantenerla tan cerca de mí como sea posible.

Los apuntes de literatura esperan sobre la superficie de su escritorio a que vuelva a retomarlos y ésta vez sea la definitiva, por lo que me armo de fuerza de voluntad para alejarme de Key de una vez por todas.

—Escucha, princesa. Yo debo estudiar y tú debes... mantenerte a mi lado. Sin besarme, ni distraerme, ¿bien? Esta vez sí es en serio.

Key se muerde los labios para no reírse.

—Es la cuarta vez que dices eso.

—Lo sé—digo y reprimo la risa que ella trata de contagiarme. —Lo sé. Pero ahora sí voy a concentrarme. Que el examen es mañana, bebé —me quejo medio rogándole. Tanto ella como yo sabemos el efecto que tiene en mí y lo difícil que me resulta ignorarla.

—Bien—dice risueña. Sé que no pretende cooperar, pero por alguna razón me gusta.

— Voy a darte una tarea —digo al recordar un viejo acertijo que Greg me enseñó una vez cuando éramos niños. Vuelvo a sentarme junto al escritorio— y tienes que resolverla aquí. —Doy unas cuántas palmaditas  en el asiento vacío de Key y ella se sienta automáticamente.

—¿Qué es?

—Un acertijo.

Arrastro su taza vacía que en algún momento contuvo su café con leche y la ubico frente a ella. Hago lo mismo con la taza que yo utilicé y busco con la mirada otro objeto que luzca como un vaso, entonces encuentro su contenedor de lápices de colores y lo vacío para ponerlo junto a las tazas.

—Más vale que esos lápices sigan en perfecto estado cuando vuelva a usarlos, Horan.—me amenaza con un dedo. Es tan exagerada.

La ignoro mientras busco algunas monedas en mi bolsillo. Sólo tengo seis y necesitaré diez.

—¿Tienes 4 peniques?

Me mira como si hubiese perdido la cordura, sin embargo busca en su bolsa de todas formas.

—Aquí—dice. Me da cuatro monedas y las junto con las mías, entonces las apilo sobre la mesa bajo su mirada recelosa. —¿Bien?

—Aquí hay 10 peniques—explico—, debes separarlos en estas tres tazas de tal manera que en cada una de ellas haya un número impar de monedas.

—Eso es fácil— se encoge de hombros.

—¿Ah, sí?

—Sí —dice, sumamente segura.

Durante el resto de la tarde aquel día, estudio en paz y observo a mi novia perder la cabeza tratando de resolver el acertijo. Lo gracioso es, que a pesar de tener las tazas y las monedas frente a ella, insiste en probar las diferentes formas de resolver el problema haciendo bocetos de los resultados, y no probandolos ella misma.

Una semana después de eso, sólo me queda rendir el exámen de historia universal antes de ser completamente libre del instituto. Durante la noche anterior mi teléfono suena bajo la almohada a quién sabe qué hora. Me despierto de golpe gracias a la preocupación, mucho más que por el fuerte sonido que emite. Busco el aparato a tientas entre las sábanas, completamente cegado por el miedo. Es mitad de la noche de un martes, una llamada sólo puede significar que Keyra no está bien o algo inusual está sucediendo.

—¡Joder, dónde infiernos está! —exclamo para mí mismo al no poder encontrar el maldito teléfono. Enciendo la luz y cuando al fin lo hallo pareciera que tardé una eternidad. Estoy al borde del colapso cuando contesto al fin.

—¿Niall? —dice su voz dormida.

—Keyra—suspiro. Todo está bien. Keyra está bien.— Te amo, Keyra.

Respiro profundamente y me rasco los ojos bajo la luz solitaria de mi habitación. Toda la ciudad está en silencio, a excepción de mí, que internamente estoy agradeciendo a toda clase de ser superior porque mi novia sólo quería hablarme a las 4am para desearme suerte en mi último examen del semestre.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Where stories live. Discover now