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«No estoy enojado con ella» pienso en el camino a casa. «Ya no.»

Sin embargo, sigo pensando que estoy haciendo lo correcto al romper, apesar de que me parece más difícil por cada minuto que pasa. Tal vez en un futuro podamos estar juntos nuevamente, si es que ella decide continuar luchando algún día.

Quiero aferrarme a esa idea. Es lo más oprtimista en lo que puedo pensar.

—Llegas temprano—dice mamá cuando cruzo el umbral de la puerta. Ahora que estoy aquí, sí. He extrañado estar en casa.

—¿Sí? No me di cuenta.

Beso su mejilla y me dispongo a subir a mi habitación. No tengo hambre.

—¿No vas a ver a Keyra hoy? —me detiene.

—Nop.

Automáticamente se cruza de brazos y me mira como si fuese sospechoso de un asesinato.

—¿Qué?

—¿Ustedes volvieron a discutir?

Técnicamente sí, pero es mucho más que eso.

—Algo así—digo.

—Niall. —suspiro y lucho contra el impulso de rodar los ojos por milésima vez en el día. Si no me explico o algo, no va a dejarme tranquilo.

—Ella terminó conmigo—digo al fin. Sí, estoy mintiendo, porque es la única manera de evitar una discusión más con las defensoras del género femenino. No sé por qué de pronto todas las chicas de mi círculo quieren hacerme quedar como el villano.

Sus ojos se suavizan y me mira ahora con lástima. Bien, supongo que este es el momento para subir a mi habitación.

—¿Quieres hablar de eso? —pregunta, sumamente preocupada desde el primer piso.

—Umm, en realidad no—digo en la mitad de mi camino por las escaleras.

Esperaba tener paz en cuanto me lanzara sobre mi cama, sumido en el silencio que reina en todo mi espacio. Pero no, porque todos los pensamientos de ida y vuelta no pierden el tiempo antes de aparecerse de nuevo en mi cabeza.

¿Keyra habrá subido a mi habitación el día que vino a almorzar con mamá? Me parece que sí, porque juro que su olor está impregnado en mi almohada. Tal vez tomó una siesta, o sólo se recostó un momento.

Tal vez sólo lo estoy imaginando y ella jamás estuvo aquí. Pero, vamos, no puedo estar tan mal.

No sé cuánto tiempo ha pasado cuando mamá toca mi puerta.

—Adelante—digo.

—¿Quieres comer algo, hijo?

—No, mamá. —Si quisiera comer algo iría yo mismo a conseguirlo a la cocina. Sólo quiere hablar sobre Keyra, pero yo no voy a hacerlo. Tengo suficiente con las reflexiones en mi mente. —Gracias—añado, recordándome a mí mismo que ella no tiene la culpa.

No responde y vuelve a cerrar la puerta.

Ugh, soy un desastre.

Me quedo quieto hasta que se hace de noche y doy vueltas en mi cama durante horas, preguntándome si Keyra tiene frío ahora mismo. Si sus manos están heladas. Si Toffee está acostada a su lado, odiándome y tratando de hacerla sonreír.

Y espero que no esté triste.

Espero que no sienta la misma angustia que yo.

Que no me odie como me odio yo.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora