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Arrastro las palabras fuera de mi boca.

—Hola preciosa. —Mi garganta está un poco irritada. Me pongo de pie para que ella pueda verme bien. —¿Cómo te sientes? —Acaricio su mejilla y Keyra asiente levemente con la cabeza.

Su piel está tibia y es suave, como siempre.

¿Debería avisar a alguien que ella está despierta?

—Espérame aquí.

Salgo apresurado de la habitación y alcanzo el antebrazo de la primera mujer vestida de blanco que veo caminando en el corredor. —Ah, ella está... Keyra está despierta—digo al fin. La enfermera hace una mueca al no comprender de quién estoy hablando. —Mi novia—aclaro y hago un gesto hacia la puerta.

—Oh—es todo lo que dice. —Ya vengo, sólo un minuto. —Obviamente entendió por mi gesto hacia la puerta, no porque haya dicho que es mi novia.

Se mete en otra habitación y vuelve con un envase sellado transparente que contiene una jeringa. Oh. Va a pincharla.

—¿Tengo que esperar aquí afuera? —pregunto, recordando que no se supone que alguien me vea dentro de la habitación de Keyra.

—Puedes entrar—dice, guiñándome un ojo. —Hola, cariño—le sonríe cálidamente a mi novia cuando está junto a ella. Se mueve de un lado a otro, revisando los aparatos a su al rededor y los ojos de Keyra la siguen en cada movimiento. —Esto podría molestarte un poco—advierte, entonces saca la aguja de su envoltorio y la mete debajo de su piel como si nada. Me estreso un poco al verla, pero la tranquilidad con que Keyra observa todo me tranquiliza también a mí. Ella ni siquiera se inmuta mientras ésta mujer inyecta esa cosa en su antebrazo.

Vuelvo a sentarme después de que la enfermera se ha ido.

—Todo va a estar bien—murmuro. Se lo digo a ella, pero el mensaje es también para mí mismo. Beso su mano con cuidado.

Quiero decirle un montón de cosas, pero no puedo comenzar a seleccionar qué cosas puedo decir sin alterarla y qué cosas no debería. Además de ordenar cada frase dentro de mi cabeza. Tengo miedo, pero a la vez estoy seguro de que ella va a estar mejor.

Eventualmente.

¿Qué es lo que me pone tan mal entonces? Oh, claro, verla así, conectada a cosas extrañas y ajenas a su cuerpo, ver su piel pálida y tocar sus dedos fríos. Oír el pitido de su pulso que emite esa cosa que atrapa su dedo índice de la mano que no tiene una aguja enterrada en el dorso.

Mi mente se detiene cuando me doy cuenta de que Keyra me está observando bajo esa mascarilla, sus pupilas se mueven allá y acá. Debe estar preguntándose muchas cosas.

—¿Sabes? —finalmente comienzo. Me muerdo los labios y veo directamente al verde de sus ojos. —A veces tengo miedo. No sé muy bien de qué. No sé a qué le temo tanto.

Ya no sé si sea una buena idea estar mirando a sus ojos mientras digo esto. No quiero llorar frente a ella y continuar agregando más cosas por las que podría asustarse. Miro a la ventana, sin dejar de jugar con sus dedos y los míos.

—Yo sé que no voy a perderte, estoy más que convencido de eso, pero... —pensar en todas las cosas que han pasado en tan poco tiempo es ridículo. —Pero todas estas cosas, todo esto de que tu estés metida aquí en la clínica o sufriendo dolores físicos. Verte perder peso tan rápido.

Trago saliva, esperando que mi voz siga sonando con normalidad mientras continúo hablando.

—Cada vez que me miras con ese miedo infinito, o cuando dices que no aguantas más tod... —mierda, no puedo.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora