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Cuando el auto está reparado, me encargo de pagar por él mientras Keyra se apodera de la señal de radio.

—¿Has preguntado cuál era la falla? —consulta en cuanto vuelvo con ella.

—No, lo olvidé, lo siento —digo y ella se limita a ponerme los ojos.

—Vamos. —Comienza a quitarse el cinturón de seguridad mientras pongo el auto en marcha.

—¿Qué estás haciendo?

—Ir a preguntar cuál era la falla, claro.

Me río. —No puedes estar hablando en serio. No es importante, vamos a casa.

—¡Ni hablar! Tenemos que saber si mi predicción fue cierta. ¿Podrás dormir esta noche sin saber cuál era la falla? ¡Yo no podré! —exclama.

—Bebé... ¿es en serio? —pregunto, aún esperando que esté bromeando, pero lo olvido cuando abre la puerta y se apea del auto, entonces se acerca a mi lado y abre la mia desde afuera.

—Vamos—dice. —Vamos a preguntárselo al técnico.

¿Bien? No esperaba esto. No esperaba que su nivel de terquedad fuese tan alto. Pero aquí estoy. Apeándome del auto, dejándolo detenido en medio de la salida del aparcamiento para volver sobre mis pies hasta la caseta de pagos y preguntarle al técnico cuál fue la falla del auto, entonces Keyra podrá dormir tranquila esta noche, sin una duda por completo intrascendente asaltándola. Bien. Eso está... bien.

Entonces, Keyra me lleva de la mano de vuelta hata la caseta y da un par de golpes sobre el vidrio, para tener la atención del sujeto en el interior. Él se da vuelta hacia nosotros y me da una mirada de extrañeza al verme de vuelta ahí.

—¿Todo bien? —pregunta en cuanto sale.

—Sí—digo. Veamos, cómo plantear ésta situación. —Ah...

—Sólo queríamos saber cuál fue finalmente la razón por la que el auto tenía ese sonido. —No expliques por qué queremos saberlo, por favor no lo expliques. —Hicimos como... una apuesta o algo.

Puedo decir que el tipo realmente está esforzándose por reprimir su risa, minimizándola a una pequeña sonrisa presionando sus labios.

—Era sólo una pieza suelta en la puerta del copiloto—dice.

—Oh, genial—Keyra sonríe. —Excelente, es genial. Gracias.

—Ya. ¿Podemos irnos? —pido.

—Claro—dice. —Muero de hambre. —Esta vez se dirige al técnico—Gracias de nuevo.

Toma de mi mano y caminamos hasta el auto. Pienso que de algún modo el hombre que reparó mi auto y yo nos sentimos de la misma forma en este momento.

—¿Contenta? —pregunto una vez que estamos de vuelta en el interior. Doy el contacto y el motor se enciende al instante.

—Claro que sí. Tenía razón, ¿eh? —dice sumamente orgullosa de sí misma.

—Definitivamente —confirmo riéndome —Tienes que enseñarme todo lo que sabes sobre automóviles.

Sé lo satisfactorio que es para ella saber que tuvo la razón, y más aún después del desafío que yo le impuse en el camino de ida, lo que la hace ver aún más linda cuando habla sobre todas las cosas que sabe de reparación técnica.

Durante.

Todo.

El camino.

Cuando llegamos a mi casa, mamá nos espera con un delicioso almuerzo y comemos los tres juntos mientras Keyra se encarga de contarle qué cosas nos mantuvieron ocupados durante toda la mañana. Ella tiene esta capacidad de contar las cosas de una manera tan peculiar, que hace parecer que incluso el comprar una bolsa de papas fritas mientras esperábamos fue algo importante. Hace todo más interesante y mantiene a mamá escuchándola todo el tiempo.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora