42

2.4K 103 11
                                    

Pongo mis manos abiertas en el aire, en frente de mi cara después de cortar el teléfono, y decido que lo primero que haré mañana será besarla y entrelazar mis dedos con los suyos. Ya la extraño.

—Cariño. Despierta, hijo —Esa es mamá. Está moviéndome de un hombro con una de sus manos, mientras que la otra se encarga de darme pequeñas palmaditas en la mejilla.

Lunes. Estoy en casa porque hoy no asistiré a clases para acompañar a Keyra en su operación.

—¡Mierda! —Exclamo con los ojos bien abiertos cuando me doy cuenta de que mi alarma no me está despertanto, sino mi mamá. —Qué hora es —consulto, llegando en dos pasos hasta el armario.

—Las 8am, ¿qué sucedió con tu alarma, hijo?

—Ni puta idea—digo, revolviendo toda la ropa en la repisa. Saco una camiseta simple y roja. —Lo siento—gimo cuando me doy cuenta de que en menos de un minuto he echado dos improperios en frente de mamá. Odio decir palabrotas en frente de ella, pero la situación me estresa. Sólo tengo veinte minutos para estar en la clínica con Keyra.

Tomo una ducha de dos minutos y me cepillo los dientes. Miro la hora cada treinta segundos mientras me preparo para salir. Cuando bajo corriendo las escaleras, mamá me está esperando junto a la puerta con un termo y un emparedado envuelvo en papel. ¿Ella podría ser más genial?

—¿Llevas todo? ¿Documentos, llaves?

—Las llaves, joder —corro escaleras arriba, de vuelta a mi habitación y recojo las llaves del auto en el suelo, junto a la mesa de luz. Deberían estar sobre la mesa y no donde están, pero de algún modo siempre encuentran el camino de vuelta a la alfombra, por lo que sólo estoy siempre esperando encontrarlas justo ahí.

Vuelvo a correr abajo y recibo mi desayuno móvil de las manos de mamá. —Te quiero, nos vemos—digo. Dejo un beso en su frente y salgo corriendo a subir al auto. Mi chaqueta sigue ahí desde el viernes, después de dejar a Keyra en su casa. Es increíble cómo han sucedido tantos cambios entre nosotros desde entonces, y sólo han pasado dos días, pero supongo que desde ahora todo será mas o menos así, por lo que tendré que acostumbrarme.

Trato de conducir tranquilo para no hacer ninguna estupidez, pero no es fácil. Aún menos cuando soy consciente de que todo el mundo sale en sus autos los lunes por la mañana. Por supuesto que la gente estúpida está incluída en esto y no tengo demasiada paciencia para ellos. No cuando tengo sólo tres minutos para llegar a la clínica.

Cuando me apeo del auto en el estacionamiento, prácticamente corro hasta la entrada, pero me detengo sólo un instante cuando me encuentro con un hombre viejo a unos metros de la enorme puerta de cristal, vendiendo flores de pétalos amarillos.

No me tomo más de tres segundos en pensarlo y me acerco a él. Cuando sonríe y estira su mano sucia con una flor en ella, me doy cuenta de la ausencia de varios de sus dientes. Pobre hombre, al menos está abrigado. Junto el termo de café y el emparedado en una de mis manos, mientras busco con la otra el dinero en mis bolsillos y quito la flor de su mano para reemplazarla por dos billetes.

—Tenga buen día.

Corro hasta la puerta nuevamente y una mujer extremadamente ordenada y arreglada me acusa con la mirada detrás del mostrador de informaciones. Sé que está tratando de decirme que ande más calmado por aquí.

—Keyra Johnson. Ella, uh...—concéntrate, Niall. —Oncología—digo, aún jeadeando. Hago lo que puedo por mantener un bajo volumen de voz.

La mujer rubia teclea en su ordenador y responde sin siquiera mirarme. Acabo de ganarme su odio y sé que tendré que comportarme de mejor manera las próximas veces si voy a encontrármela cada vez que venga a los chequeos con Keyra.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora