—No hay problema, hijo.

—¿Vas a salir? —pregunto, achicándome un poco para que ella pueda besarme en la mejilla.

—Sí, estaba esperando a que llegaras. Tengo que, ah, hacer algunas cosas. Probablemente vuelva a la misma hora que tu, cielo.

—¿Cosas? —pregunto con aires de sospecha

—Sí—me corta—, cosas. Estoy algo apresurada, luego te explico. —saca su cabello fuera del abrigo y ajusta su bufanda. —Adiós chicos, disfruten de su cena.

Cuando oímos la puerta cerrarse y todo queda en silencio, Key y yo nos miramos el uno al otro.

—Tendrá una cita—acusa.

—¿Qué? ¿Cómo lo sabes?

—No lo sé—dice riéndose. —Pero ¿no es obvio?

—Mamá no tiene citas—digo. —Debe ser algo más.

—No estás celoso de que tu propia madre tenga una cita, ¿verdad, Horan?

Eso es tan tonto.

—Como sea—digo y miro la hora en la pantalla de mi teléfono. —Son las 5.30pm. Tenemos, como, tres horas antes de salir.

—¿Podemos dormir?

¿Dormir? ¿En serio?

—¿Estás cansada? —consulto algo preocupado y trazo el contorno de su barbilla con un dedo.

—No, sólo el tiempo pasa más rápido cuando duermes —se encoge de hombros.

Suelto una gran risotada. Me pregunto si algún día van a dejar de sorprenderme las cosas que dice y con la naturalidad que lo hace. Keyra es muy graciosa, pero la mayoría de la veces ella ni siquiera se da cuenta de ello.

—Tengo que rasurarme la cara. Podemos hacer eso también.

—A mi me gusta cómo te ves—dice. Las comisuras de sus labios comienzan a subir y presiona mi mano levemente. No me había dado cuenta de que seguimos en la cocina y ella no me ha soltado desde que entré en la casa.

Me inclino para besarla en la frente.

—Gracias, bebé. Pero la barba pica y molesta mucho.

—Te acompaño, entonces—dice. —Sólo si no es como un ritual íntimo masculino.

—¿Qué diablos es un ritual íntimo masculino? —pregunto, de nuevo tentado de risa. ¿Me perdí de algo? Ese término suena como algo que yo debería conocer por el hecho de ser hombre.

Keyra desliza su dedo por la muralla mientras subimos las escaleras y habla:

—Bueno, hay cosas que las chicas queremos hacer a solas, como peinarnos y cosas así. Creí que para ustedes podían existir cosas así también.

—No es como si fueras a decirme cómo rasurarme—bromeo. —No hay problema.

—Eso es tan machista—dice, rodando los ojos y dándome un pequeño empujón al final de la escalera.

—Ven aquí—sonrío y tiro de su mano para abrazarla y besarla.

Entramos luego en el baño y Key se sienta sobre la tapa cerrada del inodoro. En completo silencio, sólo observa todo lo que hago, desde que saco la maquinilla detrás del espejo hasta que comienzo a deslizar la hoja por mi cara.

—Entonces, ¿cuántas veces al mes debes hacer esto?

—Tres o cuatro veces a la semana, de hecho.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Where stories live. Discover now