Will no llega. Mi Keyra está muriendo. Comienzo a llorar, porque estoy desesperado, porque está sucediendo lo que he temido todo este tiempo y no puedo hacer nada al respecto. No puedo salvarla yo solo. No puedo salvarla como creí.

¿Realmente voy a perderla? Ahora, después de que todo estaba muy bien.

Tengo miedo. Joder, tengo miedo. Por primera vez en mi vida estoy cien por ciento consciente de que podría perderla en cualquier momento. Podría morir ahora mismo, en mis brazos.

—Vas a estar bien—murmuro. Mi voz ronca por el dolor.

Will entra por la puerta. Joder, ¡al fin! En dos segundos tengo a Keyra en mis brazos y Will exclama.

—¡Vamos, vamos, rápido!

Me dirijo directamente a mi auto, esperando a que Will me siga. Lo hace. No podemos perder ni un sólo segundo. Will abre la puerta trasera para nosotros y me subo rápidamente. Él vuelve a cerrar la puerta a mi lado.

—Las llaves están puestas—digo.

Pongo a Keyra a mi lado, manejando su cuerpo amainado con extrema facilidad, recostándola a lo largo del asiento y con su cabeza sobre mi regazo. La toalla debajo de su boca. De pronto puede dejar de toser y su barbilla tiembla, haciendo sonar sus dientes de vez en cuando. Una arcada vuelve a estremecerla y de nuevo tiene dificultad para respirar. Mi corazón se encoge con cada nuevo espasmo.

—Por ningún motivo dejes que mire hacia arriba—Will dice. No suena como una orden, suena como si estuviese pidiéndomelo, casi como un favor.

No puedo dejar de llorar en silencio y mirarla, esperando a que se detenga. Keyra ya no hace ruido y su cuerpo sigue contrayéndose en completa afonía.

No necesito mirar en el tablero del auto para saber que Will va muy por encima de la velocidad permitida dentro de la ciudad, y se lo agradezco enormemente.

Marco el número de Urgencias de la Clínica de Londres que Will me dió entre otros cuántos anotados en el primer papel de informaciones desde que operaron a Keyra.

—Urgencias, ¿En qué le puedo ayudar? —pregunta una voz femenia después del primer pitido.

Hago lo posible por no sonar demasiado afónico en el teléfono.

—Llevo a Keyra Johnson en una Chrysler Aspen negra. Está tosiendo y sangrando y está muy mal. Estamos a menos de dos minutos de llegar.

—Estaremos esperando.

Corto la llamada y acaricio la mejilla de Keyra con mi pulgar. No puedo creer que esté así. Suspiro, tratando de evitar un sollozo y tiro mi cabeza hacia atrás. Cierro mis ojos por un segundo, rogando porque esta pesadilla termine. Cuando los abro, Will está aparcando en la puerta de urgencias de la clínica. Un equipo de personas se acerca corriendo con una camilla. Will se apea del auto y abre la puerta del lado de Keyra. Ellos la sacan de mi lado con un increíble equilibrio entre rapidez y cuidado y la ponen en una camilla. Cuando me apeo del auto, ellos ya están corriendo de vuelta al interior, llevándosela con ellos.

Observo a través del agua en mis ojos cómo se alejan y desaparecen tras las puertas de cristal.

Sorbo por la nariz y tomo un respiro.

—¿A dónde la llevan?—le pregunto a Will y la voz aún me raspa la garganta. —¿Qué van a hacerle?

Él me mira triste y confundido.

—No sé—murmura. —Tengo... Tengo que, ah, entrar.

Me da las llaves del auto y camina con torpeza hacia la zona de Urgencias. Parece como si estuviera en shock.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora