Capítulo 19: El psicólogo

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-Deja de quejarte y apurate o nuestro té se enfriara.

Mientras corría, Alfred extendió su brazo intentando acercarse mas a Arthur, de quien solo veía su espalda alejarse cada vez más, no importaba cuanto corriera o sus desesperados gritos implorando que le espere, en un punto Alfred no supo si fue porque sus propias lágrimas le nublaban la vista o porque Arthur ya lo había dejado totalmente atrás, pero ya no fue capaz de ver siquiera su silueta.

Las blancas paredes da simple y diminuta habitación del hospital estaban cubiertas de coloridos e infantiles dibujos y mensajes que los niños del orfanato habían hecho para su compañero, también había algunas cartas diciéndole como eran las cosas sin el, lo mucho que le extrañaban y diciéndole que se mejore pronto. En una pequeña cómoda había una foto de el, Matthew, y varios niños más jugando con pistolas de agua.

En la camilla, Alfred parecía dormir plácidamente como cualquier otro niño, de no ser por el respirador artificial que tenía en el rostro o del pequeño tubo terminado en una aguja que estaba clavada en su muñeca, también tenia su dedo índice atrapado en un oximetro, el cual servía para medir el oxígeno en su sangre y finalmente, a su lado, descansaba un pequeño oso polar de peluche llamado Kumajiro, propiedad de su hermano Matthew, el cual lo había dejado al irse para que Alfred no se sintiese solo.

El monitor cardíaco que había a un costado comenzó a mostrar una rapidez inusual en el ritmo de los latidos de su corazón, Alfred comenzó a respirar de forma agitada sin necesitar la ayuda del respirador artificial, aun así su cuerpo seguía sin moverse.

Cuando sus signos vitales comenzaron a descontrolarse una alarma comenzó a sonar automáticamente en su habitación advirtiendo así a los médicos del hospital.

Un doctor anciano, seguido de dos más jóvenes fueron a socorrer al niño intentando estabilizarlo. Mientras todos albergaban las esperanzas de que por fin despertara luego de 19 días y veintidós horas en los que había caído en coma, Alfred seguía sumido en aquel sueño que lentamente se transformaba en una extraña pesadilla, en el cual no importaba cuánto se esforzara en alcanzar a Arthur, pues el británico se encontraba irremediablemente cada vez mas lejos.

***

Eran las nueve y media de la mañana, los niños se encontraban desayunando en el comedor, desde el cual escucharon el sonido del teléfono, luego del tercer timbrazo la hermana Madeline se encargo de atenderlo, ninguno de ellos presto atención, y tampoco les importaba la conversación que pudiera estar teniendo, más luego de unos minutos advirtieron que varias hermanas correteaban nerviosas de un lado para el otro mientras se decían cosas que los niños no comprendían. Matthew se encontraba en la esquina derecha de la gran mesa echando una enorme cantidad de miel de maple en su plato cuando entonces la hermana Madeline, la que había atendido el teléfono, le puso una mano en el hombro. Matthew se sobresalto y levanto la vista para encontrarse con el rostro de la monja con una enorme sonrisa mientras que pequeñas y cristalinas lágrimas comenzaban a deslizarse desde sus ojos.

-Ha despertado- Susurro con la voz quebrada por la emoción.

Al recibir la noticia, la conmoción de Matthew fue tal que no le permitió reaccionar ese momento, el tenedor que sostenía cayó al suelo mientras el niño permanecía petrificado cual estatua de piedra, luego de unos segundos, sin anunciarse y sin pedir permiso las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas, una leve sonrisa asomaba por sus labios mientras que lograba comprender aquella noticia, finalmente estalló saltando de su silla, gritando, riendo y corriendo de un lado a otro al grito de "¡Desperto, finalmente despertó!"

Fairytale (usuk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora