—¿Por qué razón en el mundo iba a salir corriendo después de esto?

Siento cómo sus hombros se elevan y vuelven a caer.

—No lo sé—murmura.

—No vas a perderme—prometo. —Es totalmente al revés. Yo te quiero más de lo que tú a mí, de todas formas—lo que intentaba sonar serio sólo salió como una broma. Por más que empujo las palabras hacia afuera, no logro decir que la amo, no salen de mi boca.

—¡No es cierto! —se queja. Vuelve a erguirse frente a mí y me permite una fugaz mirada hacia el reloj en el tablero.

1:40 am. Y Keyra sigue metida en mi auto. Will va a matarme si se da cuenta de que ella no está en su habitación.

—Tienes que volver a entrar—digo. —Ahora.

—¿Qué?

—Mira la hora. Will va a matarme si ve que estás aquí afuera.

—Oh—dice. Pero se queda quieta.

—¡Me refiero a ahora, Key! Ve a tu casa, ya—exclamo. No quiero sonar violento, pero el cansancio en ella hace que no coopere. Al fin reacciona, me besa fugazmente en los labios y se apea del auto. —¡Espera! —llamo antes de que cierre la puerta. Se detiene y espera a que diga algo más. —¿A qué hora?

Frunce el ceño y ladea la cabeza confundida.

—Mañana. ¿A qué hora debemos estar en la clínica?

—¡Oh! 4.30 —dice.

—Bien. Corre—le ordeno con una sonrisa. Ella sonríe de vuelta y cierra la puerta. —Te amo—suelto como un globo que se desinfla mientras la veo desaparecer en el interior de la casa.

Cuando llego a mi casa mamá ya se ha ido a dormir. Tomo una ducha muy caliente y preparo una taza de chocolatada antes de acostarme. Estoy consciente de lo tarde que es, pero el día ha sido tan largo, que estar despierto por media hora más no hará la diferencia, y necesito estar muy relajado antes de ir a la cama si realmente quiero descansar durante la noche.

Mamá no está de humor por la mañana. Puedo saberlo por sus indescifrables frases a regañadientes cada vez que mueve algo a un lado y vuelve a pasar la aspiradora una y otra vez en el mismo lugar.

—Definitivamente buscaremos una casa más pequeña en cuanto termine el año—dice.

—Me gusta esta casa, ¿cuál es el problema? —pregunto antes de echarme un trozo de pie con frutas en la boca.

—Es muy grande para sólo nosotros dos. Mira cómo se acumula el polvo, Dios mío. —continúa quejándose y me muestra la punta sucia de su dedo tras deslizarla por el borde de la chimenea. —Hay habitaciones que ni tan siquiera utilizamos. ¿Sabes lo agotador que es asear cada una de esas habitaciones? Debo revisar constantemente para evitar a esos bicharracos del polvo.

Vuelve a encender el maldito ruido de la aspiradora y ruedo mis ojos antes de beber el resto de mi chocolatada.

—¡Ya deja eso y ven a tomar desayuno! —Exclamo por encima del sonido.

—¡Un segundo! —dice. O al menos eso creo entender. Un minuto después desconecta el aparato y suspira antes de sentarse conmigo a la mesa.

—Limpiar la casa te pone de mal humor. Comer te pone de buen humor, por lo que ya sabes qué hacer—bromeo.

—Supongo que con eso no estás queriendo decir algo sobre mi cuerpo y mis hábitos alimenticios—advierte, mirándome amenazadora antes de revolver el té que acabo de preparar para ella.

Comienzo a reírme, no tanto por lo que acaba de decir, sino por su mal humor y la conclusión tonta que acaba de sacar.

—Eres tan... chica —digo—. Siempre encuentran la forma de creer que están siendo atacadas, ¿no es así?

—Bieeeen—se rinde. —Sólo es un día agotado. Odio los domingos, hijo. Lo sabes.

Lo sé.

—Cambiando de tema. ¿Cómo estuvo todo anoche?—pregunta.

—Bien. Estuvo bien. —Es muy temprano como para comenzar a detallar el día incluyendo nuestra pequeña discusión y la forma en que quise hacerle el amor a mi novia cuando nos estuvimos besando en el auto. Por lo que "bien" es respuesta suficiente.

El remordimiento de haber hecho llorar a Keyra ayer golpea la puerta, pero lo desplazo lejos antes de comenzar a enojarme conmigo mismo otra vez.

—¿Sólo bien? —pregunta.

—Nos reímos mucho y todas esas cosas de barbacoa, tu sabes. Es muy temprano en la mañana, no me pidas pensar en los detalles, por favor.

Pone los ojos antes de comenzar a preguntar más específicamente por la salud de Keyra. Le digo que todo está bien, que hoy será la última quimioterapia de este ciclo y que espero que el Doc, como Keyra le llama, nos de nueva información hoy. No me doy cuenta cuando hemos pasado de la salud al plano sentimental. De pronto estamos discutiendo sobre la fecha en que Keyra vino a casa por primera vez para calcular el tiempo que llevamos saliendo juntos.

Van como dos meses, estoy seguro, pero mamá insiste en que todo comenzó a incios de Agosto.

—Qué importa el tiempo que llevemos, de todos modos—digo al fin para dar término a un asunto tan banal como ese.

—Bien—se rinde mamá. —¿Niall?— dice de pronto. La miro con expectación y ella se aclara la garganta antes de continuar. —Bueno, hablando sobre el tiempo que ustedes llevan juntos... Tu padre, ah... —revuelve el tercio de contenido que queda en su taza. Probablemente ya esté frío, por lo que revolverlo no sirve de nada, y por la forma pausada en que está introduciendo ésta conversación, creo que ya se hacia dónde quiere ir. —No es que quiera ser entrometida, ¿eh? Pero él dijo que comenzaría a comprar preservativos para tí hace un largo tiempo. Él lo hizo, ¿no es así?

—Sí—digo—. Hace un par de años.

Siempre consigue leer mis pensamientos.

—Y tú...

—¿Quieres saber si los he necesitado?—pregunto divertido.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Where stories live. Discover now