Capítulo 52:Esta no eres tú, Sarah.

1.3K 50 0
                                    


Un mes después.

Desperté sobresaltada porque sentí como si cayera a un vacío y sentí como una lagrima caía por mi mejilla, en mi sueño había estado llorando y efectivamente también lo hice mientras soñaba. El sueño fue muy parecido al que he estado teniendo desde hace más de un mes, en cada sueño suceden cosas parecidas y siempre los mismos personajes: James, Ashley y finalmente yo, de vez en cuando aparecen otras personas. Siempre cambia el lugar o ciertas palabras del sueño pero casi siempre son igual.

Dentro del sueño.

Iba caminando por un acantilado -el mismo en el que me había besado con James estando con Jake- , Estaba distraída pateando una roca que se atravesaba en mi camino y de repente él estaba allí, yo sonreía y el a mí, pero de un momento a otro su rostro cambiaba, me estaba mirando preocupado y después de una manera extraña no entendía su mirada, era como si no me conociera, quizás, yo lo mire preocupada y de repente apareció ella, estaba parada justo detrás de él y yo ni la había notado, estaba sonriendo como yo lo hacía antes y el que tomaba mi mano la soltó para sostener la de ella mientras le sonreía como solía hacerlo conmigo. Pude entender todo y sentí mis ojos cristalizarse y luego unas lágrimas descendieron por mi rostro. El solo seguía sonriendo mientras la miraba, luego fue como di de nuevo notara mi presciencia y abrió los labios para decir:

— Lo siento, tú simplemente eras... una opción.

Lo mire incrédula y más lagrimas brotaron de mí, cayendo una tras otra. Sentí un nudo en mi garganta y ella sonriendo le soltó la mano y le dio un beso en los labios para luego acercase a mí y empujarme hacía en vacío que había detrás de mí. Mientras caía por el vacío de aquel precipicio muchas memorias del pasado vinieron a mí, con Jake y James, los recuerdos estaban enfrente de mí como una proyección mientras caía de espaldas...

Fin del sueño.

Justo allí desperté.

Trate de olvidar el sueño lo que me fue casi imposible ya que después de soñarlo tantas veces me lo sabía de memoria, me puse a jugar a la play para distraerme y no pensar, mientras comía unas tortitas de Nutella. Cuando me aburrí no sabía que hacer por lo que me puse acostada boca arriba en el sofá más grande y miraba el techo sin pensar en algo fijo. Sentí como el sofá de hundía a un lado mío y baje la mirada para encontrarme con los ojos azules de mi padre, quien me miraba preocupado.

— Sé que estás pasando por un mal momento, otra vez. – Habló, acariciando mi mejilla con su pulgar. — Y tal vez no quiera hablar de ello, pero es necesario.

— Estoy bien

Mentirosa.

— No, no lo estas. Sarah...– Lo interrumpí.

— En serio lo estoy, no pasa...– Y ahora el me interrumpe a mí.

— Todos sabes perfectamente que no estás bien, llevas un mes entero así.

— ¿Cómo así? Sigo igual que siempre.

— No es verdad y lo sabes ¡Estoy harto de verte así!

— Ignórame entonces.

— ¡No, no es tan fácil! ¡Desde que tu madre y yo llegamos hemos tenido que soportar verte así!

— Ya te lo dije, Ignórenme.

— ¡¿Crees que es fácil para tú madre y para mi verte así?! – Se alteró más de lo que ya podía estar. — ¡¿Ver a nuestra niñita, así?! ¡NO, SARAH! ¡NO ES FÁCIL!

— Lo sé, pero no importa. – Yo seguía calmada. — Yo no importo.

— Claro que si importas, no me gusta verte así. Esta no eres tú, Sarah.

— Si soy yo, antes no lo era. Ahora sí.

— ¡No es cierto! – Se volvió a alterar— ¡Ya ni sales con tus amigos siquiera, vas al colegio y a la academia y los evitas, llegas a casa más temprano para acostarte en ese sillón sin hacer nada o jugar a la play, cuando no te la pasas en tú cuarto encerrada escuchando música a todo volumen! ¡Tus amigos llaman todos los días a la casa, a tú madre o a mí para saber cómo estas y ni siquiera te molestas en cogerles el teléfono para hablar y decirles que estabas bien, aunque sea mentira! ¡Nos evitas a todos y cuando se te habla de este tema nos evades! ¡Esta no eres tú, o al menos no eres la verdadera tú! – Yacía un rato que algunas lágrimas corrían por sus mejillas al igual que las mías. — ¡Quiero a mi bebé de vuelta! – Grito finalmente y rompió en llanto mientras yo me acerque para abrazarlo, el me correspondió mientras me apretaba fuertemente.

Jamás había visto a mi padre así. Nunca. Creo que estuve tan centrada en mi dolo que no me di cuenta que estaba lastimando a los demás, pero no sé qué hacer ya.

— Lo siento. – Susurre.

— Yo lo siento, hija.

— No deberías, nada de esto estuviera sucediendo si yo les hubiera hecho caso cuando me dijeron que terminara con james.

— Ya no importa– Me dio un último abrazo y se levantó. —. Voy a recostarme un rato, no me siento muy bien.

— ¿No deberías de ir a un médico?

— Solo estoy algo agotado hija, no seas exagerada. – Forzó una sonrisa. — Deberías salir con tus amigas.

— Las llamare para ir por un helado, ¿de acuerdo?

— Me parece bien. – Dijo y desapareció.

Busque mi celular, no sabía dónde estaba. Hace un mes que no lo utilizo y no sé dónde lo deje. Subí mi habitación para buscarlo pero en cuanto entre me arrepentí de haberlo hecho, había olvidado como estaba mi habitación. Durante un mes no limpie mi habitación y estaba peor que una celda de alguna cárcel en una película. Había montones de ropa aquí y allá cajas de pizza debajo la cama y algunos platos y utensilios de cocina, mi bote de basura estaba repleto y esta se desbordaba, mi closet abierto con ropa caída o puerta una encima de otra sin orden alguno, mi escritorio tenía una de las cajas de pizza con un trozo a medio comer y varios papeles y otras cosas encima sin orden alguno, mi cama des-tendida las almohadas y peluches en el suelo y en lugar de estos había una caja de pizza más encima de ella –de anoche- , la chaqueta de cuero que me regalo aquel hombre en el bar y partes de uno de los peluches. Simplemente mi habitación daba asco.


No sé cómo pude estar en un lugar así, pero estaba como en un tipo de trance o que se yo. Lo más lógico para encontrar mi celular era arreglar ese desastre y con suerte terminaría hoy, no sabía por dónde comenzar pero me apresure a hacerlo recogiendo la basura y las cajas de pizza para meterlas en una bolsa negra de plástico. ¡Cuatro horas, cuatro horas me llevo arreglar todo ese desastre! Pero al fin termine y gracias al cielo encontré mi teléfono –en el bote de basura- tenía más de 50 llamada de diferentes número (sin exagerar) y una gran cantidad de mensajes, WhatsApps y otras notificaciones de Instagram, FaceBook, Twitter, Wattpad, Tumblr, Pinterest, We heary It que eran las apps que más usaba. Le di a todo marcar como visto y vi la hora en el celular y confirme en mi reloj de pared y eran las siete de la noche ¡Dios Santo, tengo tanta hambre! Ya era muy tarde, mañana llamaría a mis amigas para ver que hacíamos, tenía mucha hambre así que fui a por mí cena.

El chico nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora