Por Obra de Arte

Capítulo XXXVII

En un gran sótano de paredes blancas y piso de igual color, se encuentran Leo y Ravi, el primero sobre una escalera acomodando los cuadros más altos y el segundo diciéndole de lejos como debe quedar, por otra pared están Hyeri y Hongbin acomodando otros cuadros, en la pared contraria a esa están Hyuk y Hakyeon, que hablan más de lo que ayudan.

—¿Debería recrear mis tatuajes de la espalda? —pregunta Wonsik de repente. Taekwoon no detiene sus movimientos pero le mira unos segundos como diciendo que está escuchando—. Este verano use camisa, pero ¿Y si los chicos llegan a ver que no tengo mis tatuajes en la espalda? —hace una pausa esperando la opinión del contrario—. ¿Me estás escuchando? —extiende otro cuadro pero cuando el mayor mueve la mano para agarrarlo él lo aleja en un claro amague para encontrarse con la mirada de Leo.

—¿Qué? —sonríe nervioso.

—Eres un imbécil —Ya van cuatro veces que le ignora en menos de diez minutos. Ravi deja el cuadro en el suelo y sacude la escalera como venganza, logrando sin querer que Leo resbale y le caiga encima.

Los demás al escuchar el alboroto y verlos tirados en el suelo se preocupan pero enseguida se olvidan al escuchar sus risas.

—Muévete gordo, que no respiro —dramatiza echando a un lado a su esposo, que sin parar de reír le da un buen golpe en el pecho. Ravi se sienta con intención de aprovecharse de Leo, pero éste logra agarrarle de las muñecas cuando intenta hacerle cosquillas, ambos comienzan a forcejear viéndose como dos niños por esa absurda pelea—. ¿Por qué no me escuchas cuando te hablo? Viejo gordo.

—¿Te has visto al espejo? Míster arruguitas —Ravi finge ofensa, se libera del agarre en sus muñecas y comienza a golpear el estómago del mayor, quien en un intento de salvación lo atrae a su cuerpo rodeándole con ambos brazos la espalda. Dejando a Ravi encima suyo.

—¡Viejos!, ¿Podían terminarla? Incomodan a Hyeri —les grita con diversión Hongbin a sus padres, que sin parar de reír se separan. Era verdad, ella es su sobrina pero no está acostumbrada a verlos de esa manera.

—Wonsik, no fue a propósito, es que... —Leo hace una pausa al incorporarse— no puedo creer que Bom esté embarazada —sonríe emocionado y acepta la mano que su chico le extiende—, y que seamos los padrinos —al estar de pie frente al menor decide soltar su reciente distracción, eso que en su mente da vueltas y que su corazón anhela—. Wonsik, tengamos una niña.

—Taekwoon —los ojos de Ravi casi se salen de la impresión, nunca había pensado en esa posibilidad y no la creía posible en esta etapa de su vida. Pero ver los ojos brillantes de su esposo, llenos de emoción por ese hecho lo hacen reconsiderar su idea—, no creo que...

—¡Yo si quiero! —grita Hongbin, sus padres voltean a verle, uno molesto y el otro muy feliz—, un hermanito —Hyeri a su lado se ríe al ver el cambio rotundo en la expresión de su tío más viejo.

—No, una niña.

—¡Un niño!

Mientras Leo y Hongbin discuten, Ravi se sumerge en pensamientos negativos, sin ser notado camina hacia las escaleras para salir del sótano. El sonido de la puerta al cerrarse es lo que da por terminada la discusión. Padre e hijo se percatan de la partida de Wonsik e intercambian una mirada confusa.

—¿Sabes qué le pasa?

—Tú deberías saber eso, es tu esposo.

—Es tu padre —entran en duelo de miradas por unos segundos.

—¿Y qué? —Hongbin ve a su padre acercarse a pasos pesados así que se cubre con los brazos para no ser golpeado—. ¡Tranquilo!, tranquilo —pero de todas formas recibe un golpe en el cuello por sus contestaciones—. Yo no sé, puede que papá aun este afectado por lo que sucedió aquella vez hace dos años —se fija que los demás estén lo suficientemente alejados como para no escuchar—. Por lo menos yo aún lo recuerdo muy bien, el hecho de haber visto otra vida, otra posibilidad de destino, saber que no era tuya y por más seguro que estés de eso los sentimientos te juegan en contra —se encoge de hombros intentando restarle importancia a su propia tristeza.