Capítulo IX

408 54 43
                                    


Seguimos hablando mientras miramos los cuadros, son muchos más de lo que imaginaba, hasta tiene otros en cajas e hizo muchos más que vendió. La noche llego, antes de irme le insistí mucho a Ken para que me vendiera el cuadro de Obra de Arte pero no lo quiso hacer por más chantaje que le hiciera y lo entiendo, por lo que me conto el cuadro es muy importante para él.

Llego a casa gracias a que Zelo fue a buscarme, él se rio de mi al ver mi rostro manchado, olvide limpiar la pintura que dejo Ken en mi mejilla.

Entro a la cocina buscando comida, tengo tanta hambre que podría comer hasta la comida horrible de Ravi, recuerdo lo mucho que se esforzaba pero de todas forma terminaba teniendo un gusto espantoso.


Despierto de repente por el ruido de una olla al caer, con el corazón acelerado me levanto de la cama, seguro es Wonsik batallando en la cocina, no le molestare dejare que haga todo el destre que quiera. Mejor me doy un baño. Rayos, me duele un poco el trasero. Por más tierno que él sea, cuando estamos en la cama se vuelve una bestia y eso me encanta. Lo amo tanto. Me ducho lo más rápido que puedo, asustado por sus gritos de frustración ¡Por favor Wonsik, no prendas fuego mi cocina!

Me coloco una remera y un bóxer, sé que le gusta verme así y a mí me encanta que me mire. Camino sin hacer ruido y me asomo por la esquina de la heladera, en la cocina no tenemos puertas, ni muros, eso es lo malo, desde la sala los invitados pueden vernos si nos damos cariñitos. Me muerdo el labio al verlo, lleva puesto unos short algo ajustados dejando resaltar su redondo trasero y una remera sin mangas que deja ver sus musculosos brazos.

¡Oh sí! Ese hombre de ahí es todo mío.

—¿Por qué me haces esto? Eres mala conmigo —se queja enojado, tan infantil, siempre le habla a la comida como si ésta pudiera entenderle—. Te he tratado con mucho amor y al final me pones ésta cara —suelto una risita que delata mi ubicación. Él voltea un poco sonrojado— ¡Taek Woon! —chilla porque no puedo parar de reír, me acerco para darle un beso pero él me golpea enojado en las costillas mientras se queja.

—¡Mi amor! —rodeo con mis brazos su cuello y le callo con un profundo beso—. Buenos días.

—No son buenos.

—Eso parece —digo mirando su... eso es un bizcochuelo? Uno un poco aplastado—. La cocina no funciona de nuevo ¿Verdad? Y la comida se burla de ti —él me fulmina con la mirada y entierra sus dedos en mi cintura, no puedo evitar reírme y llenarle de besos el rostro. Me encanta molestarle—. ¿Por qué no te das por vencido? Esto no es lo tuyo.

—Puedo mejorar —asegura muy serio, bajo mis manos y acaricio su hombros, sus brazos firmes.

—Llevas como cinco meses practicando y no veo resultados —suspira triste, dándome la razón, no me gusta frustrar sus metas pero está vez es necesario—. Tengo una idea, por las mañanas podrías prepararme café y despertarme con muchos besos, caricias y palabras dulces —le propongo feliz, él sonríe divertido, me agarra del trasero y me alza, rodeo con mis piernas su cadera antes de que me deje sentado sobre la mesada.

—Taek —susurra agarrando mi rostro con ambas manos, sus ojos me miran con ese brillo especial, ese toque mágico que sin dudas es amor. Lo conozco. Yo debo mirarle de la misma manera. ¿Por qué tardas tanto? Tienes que decirme "te amo" ¡Por favor! Deja de verme así que me derrito. Wonsik, con que no me comas la boca ahora mismo lo haré yo y recuerda que estoy hambr—. Feliz cumpleaños, amor —sus mejillas se vuelven rojas a la par que mis ojos se abren asombrados ¡Me llamo amor! ¡Ay! Siento que me dará un ataque al corazón. Él se ríe de mí antes de acallar cualquier cosa que yo pueda decir. Sus besos son cortos pero dulces, sabrosos como él.

Por Obra de ArteWhere stories live. Discover now