Capítulo XVIII

304 47 40
                                    


Abre los ojos con lentitud percatándose de que está sentado en una silla y que su cabeza reposa sobre una mesa, se levanta de golpe sintiendo que el mundo le da vueltas, eso hace que vuelva a sentarse.

Está en un bar, uno pequeño y casi vacío, para gente pobre como diría él.

Si está allí significa que: ¿Algo salió bien o que salió mal? Lo último que recuerda es estar junto a Wonsik y Obra de Arte ¿Qué paso después? ¿Por qué no puede recordarlo? ¿Sera ésta la noche en la que peleo con Wonsik? ¿Esa misma en donde encontró a Obra de Arte por el camino y le dio el collar mágico?

Con rapidez lleva una mano a su cuello encontrando el collar con la esfera azul

¿Por qué aun lo tiene?

Pensar hace doler su cabeza así que decide que lo mejor será volver a casa.

Hace un esfuerzo por ponerse de pie y a duras penas camina hasta la puerta, casi tropezó con los que se les cruzaban en frente, pero logro esquivarles con movimientos muy torpes y graciosos. Afuera lo recibe el viento frio congelando con rapidez su cara y manos, las partes descubiertas de su cuerpo. Sopla viendo el vapor que sale de su boca, sonríe, divirtiéndose como un niño. Su cabeza está echa un lio y el alcohol en su sistema no le permite pensar en todo lo que vivió cinco días atrás, está demasiado ebrio como para preocuparse por algo más que no sea llegar a casa y dormir entre las cobijas cálidas, pegado al cuerpo de su chico.

Camina hacia su casa o la que cree que es la dirección. Mete las manos en los bolsillos y mira el suelo al caminar, jugando a no pisar las líneas.

Leo sonríe y hace un esfuerzo por pensar en su situación: si está de vuelta en su mundo entonces, ¿Todos esos días que vivió sólo quedaran como un recuerdo? ¿Wonsik del futuro lo recordara? ¿Quién era ese tal Obra de Arte? Si volvió el tiempo atrás y no se encontró con Obra de Arte ¿Por qué aún tiene el collar? ¡Ah! Claro. Sería como volver el tiempo atrás y vivir dos veces lo mismo. ¿O no?

Su cabeza palpita por sus amontonados pensamientos.

Un sonido hace que detenga su andar. No deja de mirar el suelo pensando que fue una mala jugada de su cabeza, pero vuelve a escuchar ese sonido. Levanta la vista y mira a su alrededor comprobando que es el único en la calle, además de los autos que pasan de vez en cuando. Se concentra y camina hacia ese sonido, a cada paso que da se escucha mejor. Es como el llanto de un bebé, pero un llanto entrecortado, apagado y rasposo, como si ya no tuviera fuerzas para llorar. Su corazón se acelera asustado cuando sus pasos lo guían a un callejon oscuro, siente su corazón encogerse de la angustia al imaginar lo que se encontrara allí. Intenta pensar positivo, de que algo así era imposible.

Toma aire, saca las manos de los bolsillos y se golpea con suavidad las mejillas para despertarse un poco, siente un escalofrió por el contraste de sus manos tibias y sus cachetes fríos. Busca su celular para alumbrar con la linterna pero al no encontrarlo recuerda que lo dejo en el departamento cuando discutió con Wonsik. Bufa molesto al recordar lo idiota que fue, pero sus pensamientos son interrumpidos por un llanto lastimero. Toma coraje y camina hacia dentro del callejón viendo apenas las cosas que se encuentran allí, se guía del suave llanto tropezando con una botella por el camino, maldice en un susurro y sigue su camino hasta unas bolsas de basuras. Entre la luz del farol que apenas alumbra desde la distancia y el de la luna logra distinguir los movimientos de sus manitos. Su respiración se detiene al verlo, siente una angustia enorme en el pecho.

¿Cómo un ser humano podía hacer eso?

¿Cómo podían abandonar a un recién nacido?

Sólo un monstruo haría tan atrocidad.

Por Obra de ArteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora