Capítulo XXXVI

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Siento el suave colchón debajo de mí y la almohada contra mi mejilla, pero no la calidez del cuerpo de Wonsik. Abro con lentitud mis ojos para ver a oscuras el lugar vacío a mi lado. Vuelvo a cerrar los ojos.

Wonsik no está.

¡No está!

Como una maquina encendida mi cuerpo se activa incorporándose y verificando cada esquina, comprobando que estoy solo en la habitación. El pánico se apodera de mi cuerpo dificultándome el respirar. Me llevo una mano al pecho intentando tranquilizar mis latidos con respiraciones profundas y pensamientos positivos. Pero al percatarme que no llevo el collar mis nervios se disparan. De un salto ya me encuentro fuera de la cama y buscando como desesperado algún rastro de vida.

Cuando estoy por subir al segundo piso escucho risas provenientes del patio. Mi pecho se hincha y mi corazón se acelera de la emoción, sin correr me apresuro a llegar. Una vez allí me detengo de repente aliviado y maravillado por la vista, están todos sentados en el césped, con la luz del sol haciendo brillar aún más sus hermosas sonrisas. Los ojos de Hongbin se topan con los míos en un reconocimiento lleno de felicidad, se arrodilla y mueve las manos llamándome. Gracias a esa acción todos se percatan de mi presencia oculta en la sombra de la casa. Mi familia está allí: mi esposo, mi hijo, la madre de mi hijo, mi pequeño hermano, el padrino de mi hijo y hasta mi hermano mayor, que de seguro volvió para ver como estábamos.

Aliviado camino al baño para cepillar mis dientes y lavar mi cara. Al salir y caminar hacia la puerta corrediza al patio me encuentro con los ojos del cafés más delicioso. Aun me sorprende que con una simple mirada me haga sentir amado y el ser más afortunado sobre la Tierra. Ambos sonreímos sin apartar la mirada del otro. Se ve diferente pero no sé en qué.

—Buenos días —dice alegre, con una mano me extiende una taza de café y con la otra rodea mi cintura para atraerme a su cuerpo.

—Buenos días —repito antes de acabar con el espacio entre nuestros labios. Al separarnos agarro la taza—. Gracias —bebo un trago al tiempo que él comienza a caminar hacia los demás llevándome consigo.

—Todo está bien —Wonsik rodea con ambos trazos mi cintura estando uno al lado del otro—. Soy yo de nuevo.

—Y que sucedió con... —no encuentro palabras para explicarme pero él parece entender.

—Digamos que él volvió a donde pertenece.

Detengo mi andar y volteo quedando frente a él, mis ojos se encuentran con los suyos analizando las palabras que acabo de escuchar ¿Volvió al otro mundo? Pero si dijo que se destruyó. No tiene sentido a menos que...

De repente siento algo esponjoso presionar contra mis labios. Sonrio antes de corresponderle moviendo mis labios con lentitud dándome el tiempo de sentir y probar. Ravi intensifica el beso empujando su lengua hacia el interior de mi boca provocando alaridos y protestas de los demás, los ignoramos todos pero enseguida siento como un cuerpo nos empuja obligándonos a separarnos. Al bajar la mirada me encuentro con un rostro de lo más feliz por la maldad realizada. Wonsik es el primero en reaccionar y atacar a Hongbin a cosquillas, éste cae al suelo de tanta risa y pide ayuda a gritos, pero todos están muy ocupados intentando parar sus propias risas.

Al final muestro niño celoso queda sentado en mi regazo y la mitad de mi café derramado en el césped.

—¿Estás bien? —pregunto rodeando su cintura con mis brazos y apoyando mi barbilla en su cabeza.

—Sí, ¿Quieres más café? —Hongbin estira el cuello hacia atrás para intentar verme a los ojos, pero yo me muevo a un costado y bajo para dejar un beso en su mejilla.

Por Obra de ArteWhere stories live. Discover now