Capítulo XXVIII

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Por la mañana se pasaron hablando sobre Bom y el posible conflicto que les podría causar, aun así llegan a coincidir en darle una oportunidad. Cuando la llamaron ella parecía dispuesta a contestar todas sus preguntas así que acordaron verse por la noche, la invitaron exclusivamente para hablar. Dejarían a Hongbin en casa de Hakyeon, hace días que el niño pedía ir allá ya que el mayor lo consentía aún más que sus propios padres.

Wonsik y Hongbin estaban listos para salir, el primero para el trabajo y el segundo para la escuela.

—Larva, me compras unos pantalones cuando vuelvas, una talla más grande —pide Leo, apoyándose en el umbral de la puerta, el niño corre hacia el auto mientras sus padres se despiden.

—¿Acaso ya no te entra ninguno? —se burla Ravi fingiendo sorpresa, ganándose una mirada de odio. Al despertar vio a su chico pelear con un jeans, lo insulto y maldijo pero el pantalón no le entro—. ¿Sólo un talle más? No mejor tres o cuatro talles, estoy seguro de que acá a un año no pasaras por la puerta —se ríe a carcajadas por su broma recibiendo un fuerte golpe en la pierna, enseguida su risa se reemplaza por un alarido de dolor—. Valió la pena —revivió el golpe en el mismo lugar que la noche anterior, de seguro la zona morada estaría negra en unas horas.

Ravi sale corriendo hacia el auto antes de recibir otro golpe de parte de su enojado esposo. Enciende el motor y le lanza un beso, recibiendo de regreso una señal obscena de parte de Leo, que levanto su dedo medio.

—¡Papá! ¡Eso es de mala educación! —grita Hongbin desde la ventanilla del auto.

Leo bufa molesto, lo que faltaba, su propio hijo regañándolo.


(...)


—¡Por fin! —dice al ver entrar a su esposo con las bolsas de compras, Hongbin corre hacia él para darle un abrazo—. Mi bebé —lo saluda con un beso en cada mejilla antes de que el niño corra a su habitación para cambiarse. Taekwoon se acerca a Wonsik en busca de las bolsas pero éste las aleja e indica su mejilla.

—Mi beso —pide, Leo se ríe por lo infantil de su acción y le salta encima llenándole de besos; en las mejillas, cuellos y con más rudeza en los labios—. Creo que te comprare ropa más de seguido.

—Prefiero que me compres comida —le arrebata las bolsas y revisa que pantalones le compro.

—Si lo hago te inflaras tanto que ya no podré alzarte cuando tengamos sexo en la ducha —comenta Ravi quitándose la cortaba, camina hacia la habitación sin ser consciente de la culpa que tiro sobre el azabache.

El sexo no podía estar en riesgo por su condición de peso, ¿o sí?

—Hare ejercicio —asegura Leo, cerrando la puerta detrás de sí, para probarse los pantalones nuevos.

—Hace como dos años que no haces ejercicio, los cuadraditos que tenías tomaron vacaciones permanentes.

Taekwoon termina de colocarse el nuevo jeans y se toca el estómago, el cual ya no es plano del todo. Es verdad, no está en forma ¿Acaso dejaría de ser atractivo para Wonsik? Definitivamente tenía que hacer dieta.

—Tú también dejaste de hacer ejercicio hace dos años.

—Pero no subí dos talles en menos de cinco meses —si las miradas matasen Ravi estaría mutilado, carbonizado y hecho polvo.

Ambos se colocan frente al gran espejo que tiene a un lado del armario, sin vestimenta en la parte superior de sus cuerpos. Se miran uno al otro, ninguno de los dos tiene el mismo cuerpo de hace dos años, pero el cambio se nota más en el mayor.

Por Obra de ArteWhere stories live. Discover now