Capítulo 37

5.4K 410 236
                                    


37

[1 semana después]

Cementerio de P'onddang |Corea del Sur|

El día era caluroso, las blancas y espumosas nubes cubrían casi en su totalidad el mar del cielo azul. Las aves migraban como siempre al sur; su grito de despedida pudo oírse como un murmullo, solo con escuchar atento el silencio. Pero no, este fue perturbado por los gimoteos de dolor de los invitados a la ceremonia. Son pocos, pero son, los presentes.

Los gansos blancos desgarran sus largos cuellos con sus peculiares sonidos pavoneándose y agitando sus pesadas alas por entre las demás lápidas de cemento y otras cuantas de mármol. El padre pasa la página del libro bíblico y con voz monótona repitió las palabras de despedida.

Suspiro. ZanFu se encontraba casi alejado del pequeño grupo, algunos conocidos y de la misma industria. Casi una reunión terrorista. Acomodó sus gafas negras sobre el puente de su nariz, algo hosco.

Una llamada entrante a su teléfono lo obligo alejarse y responder. Con las manos en los bolsillos de su fino pantalón descolgó y rápidamente respondió la llamada.

—¿Qué? — Dijo agrio.

Un titubeo por la otra línea y el chino resopló.

En un segundo, el hombre de semblante abstracto miró por última vez el ataúd de caoba pulida y se retiró, en completo silencio. Solo oyendo los murmullos de desgracia de la familia.

.

.

.

[Flashback]

Hospital Comunitario |Gyu-Bakken|

El pelirrojo ignoraba sus ensangrentadas heridas y seguía a la camilla rogando por un suspiro más. Por un último aliento para su amante.

—¡Sálvenlo, sálvenlo!

Sus enormes ojos pardos rebalsaban cristalinas gotas de agua. Lloraba, desde lo más recóndito de su marchito corazón. Pedía como último recurso al mismo demonio que lo trajera a la vida. Su cuerpo menudo temblaba en angustia e histeria.

Estaba tan sumido en sus propias oraciones que solo sentía la palpitante desesperación instalarse en sus sienes.

—Por favor...— Murmuró acabado y acariciando el rostro del convaleciente. Sus uñas recortadas y dedos arañados, delinearon cada facción con adoración.

Tiempo perdido, poco a poco todo se iba al infierno.

El serio rostro del moreno entristeció al pelirrojo que, acostumbrado a esa adormilada sonrisa, sollozó, repasando su pulgar sobre sus labios gruesos y ligeramente azulinos.

Con los parpados sellados, sus ojos ceniza ya no brillaban como de costumbre.

Estaban cerrados.

El pánico lo invadió.

Kyungsoo gimió más fuerte, nadie comprendía el dolor que experimentaba.

Nadie estaba en su lugar.

No entendían.

«El día en que el corazón de Kyungsoo hyung deje de latir, ese día habré muerto.»

Las palabras que su moreno, alguna vez dijo, se reproducían como una radio fuera de sintonía, en su cerebro.

Sus decididas palabras, cuando estaba entre sus brazos, ese día, lo golpeó con el control remoto en la cabeza. ¡Vaya! Que lo recordaba, casi a la perfección.

-The Mechanic- |EXO|Where stories live. Discover now