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Notas del Autor:

Nombre del capítulo: The Mechanic Zero. 

Este es el origen de todo, espero aclarar todas sus dudas. 


[China - Pekín 1976]

La fresca brisa de mayo azotaba los impecables ventanales de la mansión Wu. El imperio de dicha familia se resumía en toneladas de lucro en autos importados; de todo tipo.

En la gran mansión, específicamente en el extenso taller; el cual era ocupado por trece autos de Huan Dai XO modelo 66 y el dueño de la habitación.

Wu Hong Li.

—Es bueno tenerte aquí. — Hablo con potente y perfecto mandarín, el hombre de semblante intimidante y mirada aterradora, una imperceptible barba y rasgos marcados, pero no por ello menos atractivos.

—Muchas gracias por solicitarme... No lo defraudaré, al igual que mi padre seré útil para este emporio. — Aseguró el hombre frente a él, con acento, por su rostro y forma de hablar se deducía que era un extranjero; coreano para ser más exactos.

Oh Jong Jae.

Wu Hong sonrió levemente, no desconfiaba para nada de sus palabras. Si bien la dinastía Wu había trabajado con los Oh, tenían una muy grata experiencia, su padre y sus abuelos, muchas generaciones en realidad. Ambas familias prácticamente tenían el mismo destino.

—Si es así, será un placer... Oh Jong Jae. — Deletreó con buen coreano, Wu Hong Li. Estrecharon sus manos y no pasó por desapercibido la pequeña cabeza castaña que se ocultaba tras las piernas de su nuevo socio.

Jong Jae lo notó y se apresuró en presentar al niño. —Es mi hijo... JunAh. — Se hizo a un lado dejando ver por completo a un pequeño de apariencia adorable, pero con semblante indescifrable y asustadizo. —Saluda, hijo.

Oh Jun Ah

—Hola... Soy Oh Jun Ah...— Vocalizó chistosamente, procurando no comerse ninguna palabra ya que, en sí, el mandarín era muy difícil y más para un niño de tan solo diez años.

Wu Hong Li se inclinó hasta su altura revolcando su cabello liso. —El gusto es mío. — Concluyó. Pero antes que la plática siguiera un grito resonó en el apaciguador local, los muros altos y ventanas escasas hacían del lugar una cueva llena de eco.

—¡Papá! — Una queja, en mandarín, hizo al hombre de origen chino girarse hasta su menor y único hijo.

Wu ZanFu

—Estoy trabajando, sabes que no puedes ser tan descortés. — Reprobó el hombre con seriedad, pero el niño no se inmutó ni un poquito, solo asintió y se perdió en el rostro del pequeño niño coreano, parado tras su nuevo trabajador.

—Ajhá... ¿Quiénes son ellos, padre? — Apuntó el niño de rostro carismático y muy guapo para su corta edad. Con sus cabellos negros sobre su blanca frente y cejas lo suficiente gruesas como para enmarcar su miraba picarona. Pero, casi infaltable esa pisca de autoridad de su progenitor se hacía notar en sus demandas.

El padre de aquel prodigio viró los ojos por la desobediencia y desliz de su hijo, pero no pudo evitar presentar a los recién llegados. —Serán los nuevos huéspedes, así que compórtate, ZanFu. — La última oración sonó severa.

La charla entre los grandes prosiguió, mientras ZanFu no apartaba sus negros iris del delgado y serio Jun Ah. En serio, Zan Fu era hiperactivo y conversador, por lo que, la espera lo estaba matando. ¿Acaso ese niño no pensaba presentarse formalmente, frente a él?

-The Mechanic- |EXO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora