Di Que No Te Vas

22 2 2
                                    

Algunos de los obstáculos más fuertes que tienen las relaciones humanas es la distancia y el tiempo. Irónicamente son parámetros medidos por el hombre que no tienen fundamento físico de existencia real, sino más bien de necesidad para poder determinar un espacio, un límite entre todo lo infinito que es el universo, y siendo así, es parte del día a día. Lo mencionamos como lo más fácil de entender y lo más simple de preguntar, sin saber qué es en realidad, o qué significa, porque la importancia radica en cuánto es, y cuánto significa para nosotros ese número más, que otra vez insisto, es creación del hombre y pertenece al mundo abstracto que nos permite entender y poner nombre al mundo real.

En todo caso, me refiero a cuánto es, o cuánto significa para ti cruzar unos cuántos kilómetros para ver a esa persona que lo es todo. Es increíble cuánto podemos hacer por mucha gente que no es prioridad, y cuánto más hacemos por aquellos que sí lo son. Creemos en la constancia de que cruzar la ciudad para encontrarnos en un punto medio, es lo mínimo que podemos hacer para vernos, y si alguien no lo hace es porque no quiere, no porque no puede. Alguna vez todos somos esa persona que viajamos en carro, en bus, en trole, en ecovía o en metro durante una hora para llegar a casa de la persona que queremos, y durante todo ese viaje pensamos en qué haremos cuando podamos sentir su abrazo de felicidad por ser visitados, cuando esa sonrisa de bienvenida se extienda por todo su rostro y te invite a pasar para conversar un poco, o decidan salir a dar una vuelta por el barrio. Vamos pensando en ese plan que hemos acordado tal vez un día antes para visitar un lugar que no conocemos, o ir al más conocido que nos hace felices después de haber sido presa del tráfico por llegar a una cita con esa persona, o porque decidimos visitarla sabiendo que nuestra casa queda en polo opuesto a la suya y que, para llegar a ella, no sólo es subir y sentarse durante una hora hasta su casa, sino es dar una hora de las 24 limitadas que se ha impuesto que dura un día, sólo para verle, y que esa hora también te costará cuando regrese. Y durante todo ese trayecto, estando parados o sentados, o habiendo cedido el asiento a una señora embarazada o con niño en brazos, también vamos pensando que esto es un acto de verdadero amor porque hay que tener en cuenta que uno de los regalos más valiosos del mundo es aquel que no existe físicamente, algo que no se puede tocar, ni será devuelto nunca, y es el tiempo.

En otro escenario, también hemos sido la persona que coge el transporte por la noche regresando de una tarde espectacular en la compañía que deseábamos ese día. Hemos sido esos rostros cansados pero felices que van escuchando el ruido citadino y las voces veraniegas, o simplemente usan auriculares mientras miran al mundo a través de colores musicales. Y de alguna u otra forma, también vamos recordando cada momento que vivimos, cada problema que tuvimos que resolver, o si conocimos algo nuevo ese día, sea del mundo, o de esa persona. Entonces me viene a la memoria un fragmento de alguien que una vez estando de regreso, miraba las escenas y los personajes que regresaban a tan alta hora como él, y se sentía parte de eso, parte de la noche sin miedos, y me escribió una perspectiva que aún ahora comparto: "¿Sabes? Esto es la vida, ver a las personas como historias y a los lugares como momentos"; y así, ambos tenían algo en común: el tiempo.

Sin embargo, todo se sitúa en un contexto específico, en un lugar en concreto que tiene coordenadas y recuerdos, y entonces te pones a pensar que la distancia son muchos puntos que coexisten en algo más grande que tú y que nosotros, pero que, viéndolo desde nuestra perspectiva, son líneas que se trazan desde un punto hasta otro, y que miden por lo que nos demoramos en recorrerlos.

No puedo fingir que se siente irreal cuando una persona está a kilómetros de ti, y a la vez lo sientes muy cerca cuando hablan por una llamada, pero las conexiones que ahora tiene el mundo nos permiten estar demasiado cerca cuando estamos lejos, y, por otro lado, también nos permite estar lejos estando tan cerca. Explicar eso es ver a alguien que está en el celular chateando con muchas personas que no están, mientras ignora la compañía de las que están a su lado, y por eso insisto... Vivimos un espacio-tiempo relativo a lo que a nosotros nos importa, que si bien, es una afirmación que cualquier persona puede hacerla caer aludiendo a que todos nos manejamos con relojes que marcan la misma hora, y que, a nivel del mundo, aunque la hora no sea la misma, el tiempo sí. Pues, quisiera que me explique por qué duele cada segundo que tarda en pasar un minuto cuando esa persona tan especial en tu vida tiene que despedirse por un "tiempo", que puede ser una semana, un mes, un año o muchos años. ¿Por qué un mes y medio pesa tanto que me obliga a contar cada día para restarlo del calendario hasta el momento de vernos? No es una afirmación fidedigna, pero no son las primeras vacaciones que no nos veremos, y tampoco serán las últimas, sólo sé que estamos en conteo regresivo para que dos semanas pasen volando entre mis dedos y sean los tuyos los que formen ese vaivén de despedida durante lo que parecería "mucho tiempo", cuando no lo es.

Pero hay escenarios peores, donde eres esa persona que ha partido años atrás diciendo adiós a toda su vida porque se ha decidido que pisar la tierra natal ya no es seguro, porque hay crisis, porque somos crisis, o porque queremos evadir una. Y luego estamos atados a las personas que estamos dejando atrás, a través de un hilo que sigue conectado después de miles de kilómetros que nos separa. Aludimos que la tecnología hace un gran trabajo para vernos por una cámara, pero que no hay el dinero para cruzar medio planeta para estar juntos, y fingimos que las ansias no están cuando recibimos un mensaje nuevo planeando un viaje que alguna vez llegará diciendo que se ha cumplido un sueño. No me culpes si aún espero que llegue ese día que a veces se torna lejano, o que aún sueño con ese momento de encontrarme en tus brazos dándonos nuevamente la bienvenida como si los años no hubiesen pasado ya.

He tenido el coraje de apreciar esos detalles que no se devuelven, como el tiempo, y esos detalles que se toman como el día a día, que es recorrer la distancia que separa tu cuerpo del mío a través de cualquier transporte y con cualquier motivo; son detalles que tomaré siempre en cuenta, que estaré siempre agradecida. Y cuando alguien pone de excusa esa medida que se procesa entre las líneas de la vida, sabrás que es sólo eso, una excusa, porque su lista de prioridades tiene otros puntos, con otros tiempos medidos, y con otros motivos; principalmente si son de esas personas que hacen lo que quieren, porque eso hace que sepas cuando realmente no quieren algo, porque no les nace, porque no les importa o porque simplemente no quieren compartir eso invaluable contigo, y eso también está bien, porque al fin y al cabo, en un mundo en donde el tiempo y el espacio puede ser relativo, tú decides hacer que cada número cuente acorde a la importancia que pones en ello.

Sin embargo, los números siendo infinitos nos ponen límites, como el que corre a contratiempo de ti y esa despedida un poco cercana donde lo único que quisiera decirte es que no te vayas, que no recorras esa distancia que suma kilómetros entre nosotros, y que resta el tiempo de vernos. Pero no puedo, sé que te irás, y sé que estará bien, que el tiempo que pasé entre volver a vernos tendrá un significado grande y por eso pesará en el conteo, pero que podremos romper las barreras si queremos y dejar ese "Di que no te vas" como una canción más en mi lista de reproducción, no como una realidad de nuestro último día, cuando empezaré a ver como los días transcurren más lento mientras pienso en vernos una vez más siendo parte de la huida. Sé que es difícil, aceptar que un obstáculo se atraviesa de pronto cuando toda la vida va deprisa y nosotros estamos cerca de ser atropellados por una realidad que no es tan bonita, y también sé que a nadie le gusta irse porque no puede quedarse, pero no se compara con el valor de irse.

En algún punto de la vida sé que también hemos sido de los que nos quedamos, no solo con la ausencia de esa persona, sino con su esencia, hemos sido los valientes/cobardes que extrañamos, una vez más, como si fuera a volver cada día, y habrá días que no sentiremos eso, y otros que serán insoportables por la misma razón, y luego nos cuestionaremos si somos valientes por esperar a esa persona, o cobardes por admitir desde un inicio que no somos buenos con esto, que en realidad no soy buena con esto de mi vida sin ti.

La Presunta Posibilidad de ConocernosWhere stories live. Discover now