Encuentro Casual

33 2 0
                                    

Si vosotros entendiérais lo importante de este extenso argumento, lo escribiría en versos anexos. Pero más rebuscado ha sido el encontrar un sentido a dedicarle todas estas palabras por si me lee a tiempo y logra recordar que la chispa adecuada siempre fue ella. Cuando lo olvida realmente me asusto, me pongo estúpido, me compadezco de su suerte y termino apiadándome de su indiferencia y de su apego a la soledad, es que realmente no es capaz de ocultar su resistencia a la objetividad o a la realidad, y luego, cuando deja de sentir está así. Perdida de nuevo.

Esta noche la vi, ella regresaba un poco más banal y menos descomunal de lo que la conocía. "Ha sido esta presunta posibilidad de encontrarnos" pensé más atento, sin embargo ella siguió con paso lento sin detener su afligida corazonada en mi. Así que continúe su camino durante los siguientes días a ver si seguía igual y con el paso del tiempo ha sido mas difícil seguir su huella; pero más exquisito el aroma de su sombra. El néctar del camino sin rumbo que estuvo trazando me convirtió en un ciego bastante entretenido, claro eso dicen, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Pero en serio que podría pasar todo el cosmos por su presencia, y reafirmaría cuanto fuera necesario que no hay tal belleza como cual no sabe que existe. Así era ella, estaba sobrevolando los tormentosos momentos entre luchas perdidas, se sucumbía internamente a divagar en las piedras erradas y los pasadizos escondidos; había noches que me cuestionaba si creía realmente que podía encontrarla en uno de esos oscuros túneles sin fuego y luego salvarla de la tormenta que sobreviene su vuelo. Yo asentía, a veces negaba, y ella no atendía ninguno de los complejos, sabía que ella tenía ideas atrás cuando empezó a sentir la pérdida.

Pero trataba de convencerla eso sí, que no ha sido tal como lo ve y que lo sabe. Me miraba más confundida y entonces yo encontraba verdadero placer al mirarla así de distraída, como cuando le hablo de temas particulares porque se que no me está escuchando, y ya no me enojo, ya no resisto. Le dije que hoy estoy mucho más complaciente a sus críticas destructivas y sus condiciones solitarias, pero es casi una advertencia verle así de desolada, sin ningún apuro por reencontrar esa esencia perdida. Lo digo claro porque ha cogido su cartera buscando el llavero, luego ha tendido su mano al picaporte y lo ha encontrado abierto; así no se asombró, ni mucho menos volteó a verme de culpable. ¿Quién se ha robado nuestro corazón? ¿Quién allanó nuestros recuerdos? Ella sostuvo un poco más el silencio, y luego me invitó a pasar. Allí dentro la vi diferente, más resuelta y tranquila en lo que decíamos llamar hogar. ¡Y la vitalidad! Dios que hermosa que se ve ella cuando constata en sus ojos el más puro deseo de la felicidad, y luego sonríe con sus labios carmesí, así ninguno se queja con tal ahínco si me enamorase de ella. Pero estaba ahí, otra mascarada.

La noche comenzó a avanzar hace ya mucho rato y me fui dando cuenta que todo tiene otro sentido detrás del lado oscuro de la luna. La miré más cansada de lo normal y ese vestido ya no le queda, se le han caído un poco las ojeras y su cabello yace en una trenza un poco resentido de haberse privado de su rebeldía, como si nunca hubiésemos jugado a olvidarnos antes, pero podría recordarla así mas veces y no me gusta declarar guerra a este estado que la ha apresado. Sin embargo, ella sonríe cuando desaparezco por el portón y fumo un tabaco que me había regalado, y luego sucumbe a una timidez embriagante mientras me invita a tomar un té. Le sigo por la puerta hasta la sala de estar y me siento un poco inconforme pero bastante correcto cuando ella empieza a contarme de sus viejas hazañas, más claro, nuevas no le sobran. Me pregunto entonces cuanto tiempo pudo estar así, cómo antes pudo lidiar al sentirse conflictiva. Se nota más rezagada a ciertas verdades y ya había asentado antes a mis preguntas más profundas, con esto también ha confirmado alguno de mis miedos, y así se ve más ausente, más fría en su tacto cuando se recuesta lentamente en mi regazo.

De repente, me surge la cuestión, me pregunto incluso si sigue viva después de tanto. En la fatalidad de este pequeño vaivén de su sueño y la conversa ajena de media noche, me susurró al oído los secretos más grandes de su desprecio emocional momentáneo. "¡Es que lo sabía!" grita después de un rato. "Ya sabía todo esto" y en sus ojos veo que encuentra la verdad de sus palabras, por ende, también encontró la razón de decirlas. "Y se lo que pasará después" susurra más rendida, y al fin y al cabo lo entiendo y casi odio hacerlo, porque es casi un estado reflejo de mi mismo al verla. Cuando la veo así de frágil y serena es cuando presumo que me necesita y es cuando decido dejarla realmente. Empiezo a moverla lentamente y me siento tonto al pensar que ella no se da cuenta, pero la observo relajada asentándose sobre el sillón y casi es una ironía mi felicidad al levantarme. Entonces miro su mano buscándome y su faceta se desencaja por completo, abre sus ojos disparándome desprevenido y siento su odio consumiéndome. Sonrío.

¡Que perplejo puedo quedarme ante su imitación de sombría! Aun después años de conocerla entre los decadentes caos a los que suele sumergirse, no es por menos, atractiva. Y radiante, si cuando luce sus más grandes ropas también la miran desprevenida y sí, me siento receloso entonces, que deje de ser de ella, o que ella sea más mía. En realidad, bajo ningún caso, pasamos a ser nuestros. Si bien han sido años de encuentros casuales, de citas perdidas, escribirnos por la madrugada y recetarnos en constancia un poco de cariño moderno, ahora es casi diferente el amor que profesa ella. Lo dice "Costumbre" o "Conveniencia" y ninguno me queda bien, pero ella no sabe querer, no como las buenas sirenas. De alguna forma con eso me siento más tranquilo, no suelo presumir de soldado marinero ni tampoco de romántico, he sido siempre lo que ella ha querido de mi y me ha sabido corresponder, y ahora yace inquieta y escondida. ¡Está perdida! La encontré así, y ella sabe que no me gusta así de emocionalmente incorrecta y de presunta mala estancia, casi me da vértigo converger en la altura de sus alas porque yace cayendo en picada a un abismo y me pide que la acompañe a gozar del camino de regreso. Está un poco loca cuando la quiero, y así de efímera y de coqueta cuando la deseo. Es un poco raro entonces escucharla diciendo que está viva cuando susurra o cuando medita. ¡Es que se ha perdido! Ella me ha mirado convencida de eso y luego ha reído con gracia sutil mientras da una pirueta, así como que solo los demonios la escuchasen y ella encontrara allí la alegría. De hacer no por mucho me quedo estos minutos, mientras la abrazo, y se que por unos segundos más acabó de ser mía para entregarse al olvido.

¡Si tiene esto algún sentido entonces decídmelo! Así llegué a amarla apuradamente en estas deshoras de la noche, pero hace rato ya que ella volvió a dormirse y empiezo a debatirme si encontraré consuelo al despertarla o dejará de ser ella misma. Es una incertidumbre verla así de poeta cuando el otoño se ha llevado sus más grandes emociones, y ahora que la abrazo es sentir el invierno; ella no es ya lo que pasaba en las mañanas en el besayuno de las 9am, y tampoco es ahora con la mente perdida entre sus intentos de matando memorias. ¿Que le ha pasado entonces? Por último antes de dejarla en plena noche cogí el valor de preguntarle: ¿Sigues viva? ¿Es cierto?. Entonces ella sonrió con una lágrima cayendo por su mejilla, la cogí al vuelo para no demorar tanto la dulce despedida cuando ella de repente rompió el silencio: Si la muerte se siente así, me siento viva.

Y la he reclamado de vuelta, si en caso ella entendiera que se puede volver de un vicio sin retorno, de un ciclo demoroso de no poder ser. Pero es precioso admitir que hemos sido, y que en este momento estamos siendo, otra vez, complemento. Si he de encontrarla de nuevo unos meses después ella dirá que pasó días caóticos y que ha sentido mi ausencia, y así entonces sabré que debo hacer presencia. Me quedaría una y mil veces viéndola caer solo para que renazca, y de esas cenizas que vierte en cada pérdida camuflada, contemplar lo más profundo de ella que es lo que siempre quise querer.

En fin, si han llegado a esto sabrán que yo también me he perdido. A veces sentí el calor mas intenso en sus abrazos mas fríos, y si no es masoquismo, he decidido quedarme de observante, cuidar de ella porque suele perderse en ella misma cuantas veces quiere, y muchas de ellas cuando me mira, también se encuentra. Ambos sabemos que eso jamás podría ser costumbre, si he escrito mil y una cartas con su nombre y escribo otra más esta madrugada, no es por menos cierto que la siento más lejana ahora, mientras yace más dormida.

"Se quien puede ayudarte, ayudarnos..." le comento al oído, sabía que ella fingía ignorar mi suplicio mientras anotaba un número en su celular y se lo repetía. Horas mas tarde sabía que ella llamaría y así, talvez, me entendería porque hago todo esto. Pero si más no he aprendido con nuestro sueño o pesadilla es que ella ama estar dormida. En realidad no la despertaré ni hoy ni mañana, ni cualquier otro día, solo me importa que ella está viva.

La Presunta Posibilidad de ConocernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora