Contracorriente

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"Hay veces que el amor más intenso se oculta detrás del silencio más profundo..."

Estaba detrás del mural mientras él pasaba presuroso con sus auriculares a máximo volumen, sintió que lo miré de reojo pero no regresó su mirada sino más bien se revolvió su cabello churoso y siguió adelante hasta entrar en su curso. Vi como tiraba su maleta en el puesto de siempre y volvía a salir para saludarme.

- Hola, ¿Qué tal? - decía él un poco incómodo.

- Todo bien, la verdad. ¿Estás mejor?

- Un poco nada más. Todos los días debo verla y no puedo dejar de sentir lo que siento por ella.

- Te entiendo - Y vaya que lo hacía - No hace falta recabar en todo lo que hablamos ayer...

- Ok, pero quería agradecértelo. - miró a la puerta - Mejor me voy a clases. Cuidate.

Y se fue.

Era la rutina de los últimos días, incluso diría que hoy hablamos más que en muchas ocasiones y es que desde aquel día que lo vi sentado en el graderío un poco devastado, supe que había pasado algo diferente. Pero antes de llegar a eso, hubo un inicio... todo tiene un inicio.

Recuerdo verlo en natación durante la primera clase, mientras él se sumergía ignorando a todos los presentes, incluso al profesor.

- Señor, esta hora es de clases ¿Qué hace en la piscina?

- Mi profesor no vino. - dijo él saliendo enteramente mojado. Se retiró las gafas azules y finalmente encontré el color marrón oscuro de sus ojos acompañando su sonrisa socarrona.

- No es relevante. ¿Tiene permiso o no para estar aquí?

- Soy del club de natación. ¿Ese es un permiso?

Mi profesor empezó a irritarse con su petulante personalidad.

- Espero verlo por la tarde entonces. - Y le dio la espalda. Él sonrió triunfante y luego cogió sus cosas y se dirigió a los vestidores. - Hoy empezaremos con clavados así que recoged sus ternos y cambiaros rápido, les espero en cinco minutos.

Dicho eso cada quien cogió sus pertenencias y salió disparado mientras yo me quedé con el justificativo en la mano y en vía de hablar con el profesor. Pasados los cinco minutos terminé sentada frente a la piscina simulando ver las pequeñas olas que el profesor hacía en su pequeño calentamiento. De repente sentí que se sentaban junto a mi.

- Hola. ¿Faltando justificadamente? - dijo alguien. Volteé mis ojos y él sacudió su cabello mojándome descaradamente.

- ¿Qué rayos...? - dije furiosa - ¡Me estás empapando!

- Lo siento. - se secó con la toalla - ¿No te gusta el agua?

Sonreí tímidamente.

- No mucho, no me gusta nadar... ¿Por qué estás aquí?

- ¿Cómo que no? Espero te pueda hacer cambiar de opinión algún día. El agua...sentir la tranquilidad...

De repente sentimos la mirada del profesor saliendo de la piscina. Él se puso de pie.

- ¿El profesor es tu director de club? - le pregunté.

- Sí. Pero en todo caso, debo irme... Nos vemos por ahí.

Cogió nuevamente su maleta y se fue, el profesor me miró certeramente furioso mientras salía de la piscina; sin embargo, solo me dio la espalda y saltó a dar clases, así que me dediqué a preguntarme quien era este chico y dónde había estado este tiempo.

La Presunta Posibilidad de ConocernosWhere stories live. Discover now