Sueño de Infancia

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Me veo parada frente a una mansión enorme y oscura, alrededor es un bosque, es de noche, no hay más allá que un camino que se pierde en la neblina así que decido entrar en la casa.
Al rato de entrar me fijo en la puerta de rojo carmesí oscuro, simulo la normalidad y la cierro al pasar finalmente. Solo hay un pasillo muy largo e iluminado, con una alfombra casi interminable, entonces decido seguir el camino y miro a las paredes de los lados. Cada una tiene cuadros extraños que desconozco pero captan mi atención hasta llegar a otra puerta, tengo nervios porque no se que hay detrás y después de comprobar que no hay otra salida decido entrar al cuarto y de repente, lo primero que veo es un resplandor profundamente azul al final de la sala.
Me doy cuenta que es una habitación vacía exceptuando por esa luz y veo que proviene de un gran círculo, bastante grande en medio de la habitación y allí, de espaldas, está una túnica observando el resplandor del suelo. Me entra la curiosidad y me acerco junto a la túnica y me doy cuenta que es una piscina, una enorme piscina de almas. Reconozco a mi familia allí, a algunos amigos, a mucha gente que supuse conocer y termino demasiado asustada y es ese momento que retrocedo el primer paso, cuando de la túnica salen dos manos huesudas y me toman por los hombros para empujarme dentro. Y solo caigo, una y otra vez. En el mismo sueño, en diferentes días, sintiendo el peso de las demás almas para arrastrarme a lo profundo de la piscina. 

- ¿Estás bien? - me pregunta él al despertarme. Me debe ver más agitada de lo normal. 

- Pues sí. La pesadilla de siempre. 

- No te preocupes, poco a poco se irán. 

Él se levanta de la cama y me mira un poco preocupado. Yo le devuelvo la sonrisa, y con se relaja un poco, él deambula por el piso y me dedico a observar todos esos gestos que siempre me provocan una sonrisa, y cuando me pilla observándolo me sonríe y abandona la habitación. 

De pronto me duele la cabeza... Mejor decido caminar un poco, me suelto los pies en las baldosas blancas y me provoca escalofríos. Miro a mi alrededor de nuevo y no encuentro nada diferente, las mismas paredes blancas, la misma cama de plástico con el mismo colchón incómodo de hace unos meses - a pesar de que recientemente lo cambiaron - y la misma puerta de metal por la cual él salió hace unos segundos. Voy, la toco y reconozco el frío que recorre por mis dedos, y por ilógico que suene, encuentro confort en ello. 

No tengo planes para hoy, en realidad nunca tengo planes, solo tengo lo que ellos quieren que yo haga y yo solo cumplo para que me dejen salir una vez a la semana al jardín. Hace un rato llevo viendo mis escritos alineados, un poco más fríos desde la última vez que los toqué y creo que debo continuarlos porque es mi forma de mantenerme al margen, de "estar en la luz" dirían ellos. Así que figuro que me concentro en leerlos y encontrarles sentido pero es un desastre, toda la vida siempre ha sido un desastre y desde que él no está -hace unos minutos, o años- todo se ha vuelto mucho más oscuro aún; pero es mi personaje favorito desde siempre, y es que he de amarlo desde los pies hasta las letras, desde la primera vez que lo vi entre mis compañeros, luego solo, luego acompañado y finalmente conmigo, he de amarlo. Él era mi artista favorito por las noches cuando solía tocar alguna de sus canciones entre mis sueños, y eso hacía que realmente soñara bonito o lo que decimos "querer bonito" y aun así, él solía figurar esto como una amistad ¿Una amistad? ¿Es que acaso se puede ser amigo de alguien como yo? Pero él me quería y por eso le escribí un sin fin de cartas que él no supo leer y así fue como de poco en poco, lo miré en muchos más personajes que no eran él, incluso el último día:

- Bien, me voy a casa - le dije cogiendo mi maleta. Él seguía ordenando sus libros.

- Te acompaño ¿Me esperas? 

- Claro. 

Él cogió todo y me lo dio, así que lo guardé recordando que él no tenía mochila, o intención de llevar una; aun así, siempre era caballeroso y cargaba la mía, pero a cambio me daba su guitarra. Al inicio me era gracioso cargarla porque él pasaba recriminándome que la llevaba mal, y con el tiempo aprendí a hacerlo bien y también a cogerle mucho afecto al guitarrista, aunque hoy él estaba más callado que nunca. 

- ¿Te pasa algo? - le pregunté.

- Nada. Tranquila, ¿Tú estás bien? 

- Sí. ¿Puedo ir durmiendo?

- Claro, por eso voy a dejarte en carro.

Él se dispuso a conducir y me senté en el asiento trasero, me acomodé un poco hasta que finalmente caí rendida en un sueño pesado donde una pesadilla me abrazaba de nuevo pero esta vez, me desperté tranquila, casi acostumbrada a esto; así que miré por la ventana y di cuenta que ya estábamos llegando. Cuando él se detuvo bajé deprisa y abrí la puerta mirando a ratos hacia atrás, por si él seguía conmigo. 

- ¿Entrarás? - le pregunté sabiendo la respuesta.

- No, tengo que practicar para una presentación. 

- Está bien. Adiós entonces.

- Adiós amor. - y se sentó en el pasto. 

Supuse que me esperaría como tantas veces antes, así que entré dejando la guitarra en la puerta y subí las escaleras, había dejado la puerta abierta por si él entraba pero no lo hizo. No lo había hecho hace un tiempo ¿Qué estaba pasando? De repente me sentí más extraña, incluso más ilusa y cobarde. Me dio un pequeño ataque de pánico con solo pensar que él podía irse así que bajé nuevamente las gradas pero era tarde, porque él ya se había ido. Me quedé viendo el pasto y luego me acosté en él perdiendo el tiempo, ya no quise pararme de nuevo hasta que sentí como me sujetaban los brazos fuertemente y grité, pero nadie me escuchaba. Luego sentí un fuerte golpe en la cabeza y no recuerdo más.

Empecé a escribir al día siguiente, y seguí con ello mucho tiempo. Ahora, me dejan salir al jardín cada semana y sigo buscando ese lugar donde él se sentó por última vez a esperarme. Si ciertamente han pasado algunos años, ya he leído bastante del amor y otros cuentos, pero ya no está en ninguno de ellos. Ya no hay algo parecido a encontrarle y existirle, leer algunas palabras que él solía decir o expresiones de la vida misma que él representaba naturalmente. No está en mis libros, o en mis sueños, tal vez porque fue demasiado común o presuntamente extraordinario y en cualquiera de los dos casos decidí desde hoy, declararle un estado de poesía permanente. 

La Presunta Posibilidad de ConocernosWhere stories live. Discover now