No es el caso, porque Keyra me hace prometer que iré a clases mañana, pero pienso volver en la tarde de todas maneras. Will si estará aquí a primera hora del día.

Trato de hacerla reír, pero a la vez me privo de decir cosas graciosas, porque una vez que comienza a reírse no puede parar y termina quejándose porque le duele la herida cerrada con puntos de la operación.

—Va a quedarme una cicatriz cuando termine el tratamiento—se queja—, ésta cosa es enorme—agrega y comienza a darse toques sobre el catéter ubicado justo debajo de su clavícula. Me estresa un poco que haga eso, porque podría provocarse un sangrado innecesario si mueve alguno de los puntos.

Náh—digo, tomando su mano y alejándola de ahí.

—Debes estar bromeando—dice risueña—. ¿Ya has visto ésta cosa? Parezco un robot—insiste. —Keyrabot.

Me desternillo antes de tomar su mano entre mis dedos y jugar con ellos. Me inclino para besarle la frente y vuelvo a mi lugar.

—¿Quieres hablar de cicatrices?—pregunto con voz amenazante, como si realmente tuviese algo interesante que mostrar, pero no tengo ninguna cicatriz con historia en mi cuerpo. Nada que yo recuerde, por lo tanto, nada importante.

Me arremango con agilidad una manga de la camisa que me he puesto cuando la temperatura comenzó a bajar. —¿Ves ésta de aquí?—pregunto, indicándole con el dedo índice una delgada línea blanca atravesando mi codo.

—Sí—dice— ¿cómo te la has hecho?

—¿Que, cómo me la hice?— pregunto en un tono damático, como si de verdad fuese a contar una trágica historia de supervivencia. —En realidad no lo recuerdo—digo al fin—. Era chico.

Su vocecilla explota en una sola gran carcajada que no se detiene. —¡Estás loco!— exclama, hasta que su risa melódica se convierte por vigésima vez hoy, en un gemido de dolor. —¡Auuu! —chilla.

—Lo siento, lo siento—me apresuro. Presiono su mano levemente, consciente de que eso no detendrá su dolor. La beso en los nudillos y repito: —lo siento. —sonrío culpable mientras ella me mira con gracia, apesar de estar quejándose.

La puerta se abre detrás de mí y Keyra sigue a alguien con los ojos. Me volteo, para descubrir que es la enfermera.

«Déjame adivinar—pienso—. Es hora de irme»

—Permiso, chicos. Ya ha terminado el horario de visitas—dice con pesar y me mira como disculpándose por cumplir con su labor.

—Tres minutos—pido. Ella asiente y sale de la habitación. Keyra me mira, esperando a que yo comience a hablar, creo. —Voy a volver mañana. Lo juro.

—No te saltes ninguna clase—demanda con ojos severos. Estoy seguro de que me apuntaría con un dedo si no tuviese su única mano sana atrapada entre los míos.

—No lo haré—gimo. Me tomo un momento sólo para contemplar sus ojos cansados y su piel pálida. —Tu sonrisa es tan hermosa—digo —. Tan de ti. —Creo que es la cosa más cursi que he dicho jamás, pero decírselo a ella se siente extrañamente bien.

Keyra se sonríe y ni siquiera me quita los ojos de encima, como normalmente haría. —La sonrisa puede ser mía—dice—, pero el motivo me lo estás dando tú.

—Creí que acababa de decir algo cursi, pero tú acabas de ganarme—bromeo. Keyra se esfuerza en reprimir su risa, arrugando sus facciones y haciéndome sentir culpable por hacerla reír nuevamente. —Lo siento, no es gracioso—digo, pero parece causarle más gracia aún.

—Ya debes irte—dice. Sé que no está tratando de correrme de aquí, sino que intenta ahorrarme un problema con la enfermera, antes de que vuelva por mí.

—Sí—digo. Me levanto de la silla y beso cada uno de sus párpados, luego la punta de su nariz, sus labios y su frente. —Te quiero—murmuro.

—Te quiero también. Me has hecho la mejor visita.

—Yo hice la visita, pero tú eres la anfitriona—bromeo, imitando su frase cursi de hace un minuto. —Vovleré mañana—digo.

—Adiós.

Antes de salir, me devuelvo en mis propios pasos y me inclino para besarla una vez más, ésta vez más profundo. Al separarme de ella salgo deprisa antes de volver a besarla de nuevo.

Al llegar a casa, mamá me espera con comida nuevamente y muchas preguntas sobre el estado de salud de Keyra. Le explico todo lo qué sé y entiendo de forma resumida para ir pronto a la cama. Estoy agotado y mañana debo asistir a clases.

Durante la mañana del martes me paso por la oficina de la srta. Ellison para aclarar mi actual situación y justificar mi ausencia de ayer. Estoy asustado en un principio porque dudo que ella comprenda realmente lo importante que es para mí tener la libertad de ver a Keyra cuando lo estime necesario. Ella podría verlo como nada más que un simple noviazgo adolescente, pero obviamente es mucho más que eso.

Tengo que esperar un buen rato antes de que me haga entrar en su oficina, pero me armo de valor para exponer con seriedad todo el aunto de Keyra, apesar de que ella debe estar ya enterada, dudo que Will no se lo haya informado aún.

En un principio no parece muy convencida de darme este permiso especial, cuestionando mi verdadero interés en ella.

—Escuche, Horan—comienza—. Éste permiso especial, beneficio, o como usted quiera llamarlo, en realidad es para la familia directa de la afectada, en este caso la señorita Johnson. Me refiero a sus hermanastros, Michael y Daniella Hoult, puesto que son quienes viven con ella, dentro y fuera del instituto y la vida escolar.

Trago saliva, esperando a que me niegue la facultad de salir libremente del instituto para ver ami novia enferma. Pero ¡vamos! que es importante para mi también, ¿cómo podría no comprenderlo? Mi novia tiene cáncer, MI novia.

—Ahora dígame, Señor Horan. ¿Por qué tendría que yo ofrecerle ésta facultad también a usted? —pregunta, moviéndose lentamente de un lado a otro de la oficina, manteniendo sus manos juntas en la espalda mientras yo sigo a sus tacones con los ojos.

—Porque es mi novia —digo—. Es tan importante para mí como para el resto de sus hermanos.

—Bien, bien. Ustedes salen, lo entiendo. Pero, ¿cuánto tiempo llevan saliendo?

Ni siquiera entiendo por qué es asunto suyo, pero respondo de todas formas. —Poco menos de una semana—digo avergonzado. —Aunque pareciera que van como dos semanas, ¿eh? —agrego, sonriendo de medio lado y enarcando una ceja.

—No se pase de listo, Horan.

—Por supuesto que no, señorita Ellison.

—¿Cómo se que usted va a tomarse esto en serio? El último castigo que usted y Johnson consiguieron dejó una leve mancha en su historial para éste año —dice. Su calmadamente irritante tono de voz jamás cambia.

—Es la primera falta que cometo en todo el año—me defiendo. Con suerte no considerará mis castigos de años anteriores.

—Es una falta al fin y al cabo.

Resoplo. ¿Qué otra razón puedo tener para acompañar a mi novia en su tratamiento? La quiero, joder, y ésta malvada mujer me hace sentir como si estuviese intentando venderle un producto, más que explicar por qué me precupo por mi novia. Creo que las razones son demasiado obvias.

—En este momento me preocupa más la salud de Keyra que cometer cualquier falta—insisto. —Señorita Ellison, estoy hablando muy en serio cuando digo que mis prioridades en este momento son la salud de mi novia y mis notas en el instituto. Puede hablar con el padre de Keyra, él le asegurará la importancia que tiene para mí. —Por primera vez en toda la entrevista me atrevo a mirarla directamente a los ojos cuando le hablo, y podría decir que ha dado resultado por la forma en que ella simplemente deja de caminar de un lado a otro y me escucha con detención.



Espero que les haya gustado el maratón, buenas noches guapas! <3

Eff.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Where stories live. Discover now