Es un poco tonto, pero realmente no deseo bajarme del autobus al momento en que se detiene dentro del campus. Ni siquiera quiero despertar a Keyra, porque sé que eso significará que ella se incorpore sobre su lado del asiento, se estire y bostece, y luego dirá que lo mejor será bajarnos a buscar nuestras cosas. Y como ya es un poco tarde por la noche, ella se irá a dormir con Toff, dejándome con una molesta sensación de vacío. De sólo pensarlo me siento irritado, ¿cómo diablos hacen las personas para despedirse de buenas noches de sus seres amados? 

Aún así sobrevivo hasta la mañana siguiente. Pero llego a frustrarme un poco durante la noche, mientras intento recordar cómo lo hacía antes de besarla por primera vez para no sentirme de éste modo tan molesto. 

Supongo que mientras más tienes a alguien, más difícil es alejarte, lo que me produce un temor odioso, porque no quisiera convertirme jamás en esos tipos que no pueden despegarse de su novia ni tener una vida además de ella. 

Después de la primera clase de la mañana camino un poco ansioso hasta la cafetería para encontrar al menos una mesa vacía por el costado, de tal manera que pueda ver en cuanto Keyra entre al instituto.

No, no estoy espiándola ni siendo un sicópata. No tengo esa necesidad ahora que ella es mi novia, ¿ya ven? Pero quiero darle una sorpresa. Después de que Toff me dijo ésta mañana que ella fue al médico a ver todo sobre sus manchas en la piel, no me he quitado de la cabeza la idea de que ella seguramente ni siquiera recordó tomar desayuno. Lo hace siempre antes de ir a clases, pero una cosa que he aprendido de ella es que al instante en que la sacas de su rutina, comienza a olvidar las cosas que debería seguir haciendo, como tomar su desayuno.

 Suerte que alcanzo a llegar un poco antes de que la capacidad de personas comience a colapsar, y encuentro una mesa desocupada junto al enorme ventanal que reemplaza a una de las paredes del casino, teniendo una perfecta vista de las personas que circulan por el pasillo del exterior, junto a la entrada del edificio. 

Casi no me doy cuenta cuando me descubro a mí mismo tratando de distinguir sus delicadas facciones entre todos los abrigos con capucha que entran y salen por el corredor. Hasta que encuentro sus enormes ojos mirando a los adoquines mojados antes de dar cada paso. La capucha de su abrigo es tan grande, que cubre toda su frente y toca el borde superior de sus cejas. La punta de su nariz adquirió una graciosa tonalidad rosa debido al frío que hace allá afuera. 

Extraño el clima caluroso de Bournemouth. Pero Keyra me da la calidez suficiente como para desplazarlo de mis pensamientos. En un año más podríamos estar de vuelta, y sería increíble que siguiéramos juntos para entonces. 

Salgo de mi trance cuando ella está a punto de pasar por mi lado, al otro lado del cristal. Agradezco enormemente el hecho de que ella camine tan lento y sus pasos sean tan cortos al momento de desbloquear la pantalla de mi teléfono celular y teclear con suma rapidez las cuatro primeras palabras que se me ocurren: «Mira a tu derecha»

Ruego porque lleve su teléfono en uno de los bolsillos en los que sus manos están metidas. Y así es. Ella se detiene a pocos pasos de alcanzarme, para sacar el aparato de su bolsillo y abrir el mensaje. Es gracioso cómo su ceño se frunce mientras ella intenta comprender lo que estoy tratando de decirle en el mensaje, pero finalmente mira hacia su derecha y se encuentra conmigo sonriendo para ella.

Se ríe, haciendo que sus ojos se achinen por los costados y que mi estómago se revuelva a su vez. Parece bacilar un poco antes de seguir caminando, más rápido ésta vez y entrar a la cafetería. Lo primero que hace al llegar hacia mí es besarme. Recién entonces me doy cuenta de que mis ojos se cierran automáticamente cada vez que ella lo hace. 

Me levanto para correr la silla de enfrente hacia atrás, ella me agradece con una sonrisa y toma asiento. 

—Toff dijo que estabas en el médico —digo.

—Sí, fui por eso de los moretones—dice. ¿Ella tendrá mal humor a veces? La única vez que la he visto sin sonreír ha sido el día en que Megan la hizo llorar. Incluso el día en que hablamos sobre su mamá ella seguía sonriendo. Eso significa que aún necesito conocerla más, porque es imposible que una persona jamás tenga otros sentimientos que no sean de felicidad. Aunque ella tampoco me ha visto molesto. No digo que necesitemos de alguna discusión o encuentro desagradable, porque odiaría tener el tipo de relación que Harry y Brandy tuvieron al menos en el principio. Pero, como sea, es necesario conocernos un poco más, y espero que el tiempo dicte esa situación. 

—¿Y? —consulto, esperando a que ella diga algo más sobre su visita con el médico.

—Pues—piensa—no es nada. Debo volver uno de estos días, pero no recuerdo bien para qué. 

Cada vez que me da respuestas como ésta, confirmo que definitivamente no vive con los pies sobre la Tierra. Sólo espero que no sea importante ésta vez, porque a pesar de lucir tranquila, podría estar olvidándose de algún detalle importante.

—¿Absolutamente nada? ¿No había una razón para que tus piernas se llenen de moretones? Y recuerda que te desmayaste poco antes del campamento —añado, recordando el día denuestro castigo. 

Caigo en la cuenta de que por primera vez me estoy dirigiendo a ella con la actitud de un novio preocupado. Si fuésemos sólo amigos aún, difícilmente me encontraría haciendo tantas preguntas y recordándole sobre su desmayo, quizá simplemente hubiese asentido y cambiado el tema de conversación en cuanto ella dijo que no tenía nada. ¿Por qué? Porque seguramente hubiese quedado como un metido en el caso contrario, aunque ella ni siquiera lo hubiera notado, de cualquier forma. 

—Na —dice, haciendo un gesto de poca importancia con su mano. —Dijo que quizá me esté perdiendo algunas vitaminas en mis comidas. —Agrega. 

Supongo que con eso debería quedar satisfecho.

—Genial.

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon