16

3.2K 164 8
                                    

Un bocinazo inesperado me hace dar un bote sobre el asiento del copiloto. —Auch —me quejo después de golpearme en la cabeza contra la ventanilla. No volveré a apoyarme ahí. No con papá al volante. 

—Apuesto a que es una mujer —reclama. 

Papá es la clase de hombre que cada vez que ve un auto siendo mal manejado en la vía o mal aparcado en zonas de detención, se auto convence de que quien va al volante es una mujer. Porque seguro el hombre es perfecto, ¿no? Y el hombre siempre conduce bien, y aparca a la perfección. 

Sobre todo él, que jamás le he visto conducir a menos de 80 kilómetros por hora. 

La lluvia cae sobre el parabrisas del auto, deslizándose hasta el capó, o en su defecto, siendo despedidas hacia los costados por el limpiaparabrizas. Las luces de la calle me raspan los ojos al reflejarse en el agua, por lo que necesito entrecerrarlos cada vez que un auto pasa en la dirección contraria. 

—¿A dónde dices que vamos, pá? —No es que me importe mucho. Tampoco digo que no me guste pasar tiempo con papá, lo disfruto mucho, pero necesito descansar de él cada cierto tiempo, pues es algo así como una versión exagerada de mí -en cuanto a beber cerveza y mirar el fútbol en el pantalla plana de algún local de comida rápida-. Siempre me da la impresión de estar absorto en la rutina del fútbol y la cerveza. Y bueno, el trabajo. 

—Al Gran Birras —dice, esbozando una sonrisa orgullosa hacia la calle. —Hoy juegan mis chicos. 

Mis chicos es la forma en que él suele llamar a su equipo favorito, Manchester City. Imagino que es una forma de sentirse más cercano al equipo, como si realmente hubiese algo de su mérito en el éxito que tengan los futbolistas. Pero está bien, supongo que de eso se trata alentar a un equipo. Por mi parte, me mantengo dentro de lo realista y sólo disfruto de un partido en la televisión o en el estadio, aunque no lo haga demasiado seguido. No como papá. 

—Caray, parece que no dejará de llover en todo el día —comenta por sobre el chicharreo de la vieja radio del auto, la única parte que no se ha tomado la molestia de cambiar por algo mejor. 

—No, dicen en la televisión que lloverá toda la semana que viene también. —Suerte que yo sólo aguantaré el mal tiempo un día más y desde mañana podré disfrutar del enorme sol que siempre hay en Lake district durante los días de campamento. 

—Bueno, así se vine en Londres —suspira. —¿Qué tal el instituto, hijo? 

—Bien. Mañana nos vamos de campamento —sonrío. 

Pienso en Keyra y lo emocionada que debe sentirse. Lo bueno es que ya ha dejado de odiarnos a Lou y a mí por la broma, aunque no le tomó más de quince minutos olvidarlo. 

—Con esa sonrisa que tienes, hasta a mí me dan ganas de ir —dice, después de mirarme rápidamente y volver la vista al frente. —¿Qué hacen ahí? Imagino que todo, excepto estudiar. 

—Exacto. —río.

Llegamos al local, bebemos cerveza y papá bromea sobre tener un chofer para no tener que ir siempre por el trago sin alcohol. 

Manchester pierde el partido contra Barcelona, pero es una buena salida de viernes de todos modos. Viernes con gusto a domingo.

Más tarde me deja en casa de mamá para armar mi bolso y volver al instituto. 

                                                                   ***

Sábado. Harry me despierta con palmadas cortas en la cara. —Joder, Niall. Cada día me cuesta más hacerte abrir los ojos. 

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora