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Los altoparlantes del instituto casi nunca suenan. De hecho, pienso que si es tu primer año aquí, difícilmente te darás cuenta de que existen hasta que los escuches por primera vez, y eso sucederá si:

1. Sucede algo raro o inesperado, o

2. Es el primer Lunes de Limpieza del año. 

La única vez que la primera cosa ha sucedido en ocho años fue una vez que alguien tuvo la grandísima idea de anunciar una bomba en el baño de varones, como si fuese a ser la mejor broma en la historia del instituto. 

Definitivamente no lo fue (y aquí, entre nosotros, yo era un pequeño mocoso que lloraba por todo y, aquel día no fue la excepción. En mi defensa, sólo cursaba tercer grado y nos enviaron a casa tres horas más temprano ese día).

Por lo que ésta vez, obviamente se trata del Lunes de Limpieza. Y Harry y yo, como siempre, llamaremos a las chicas para que nos ayuden a diferenciar cada producto de limpieza que nos ha proporcionado el instituo y saber si poner el spray del envase rojo en las ventanas o sobre la madera de los muebles, o si chorrear la crema del envase azul sobre el lavamanos y la bañera o sobre la cerámica del baño, entre otras cosas. 

Somos un poco tontos con eso de la limpieza. Y suerte que sólo hay dos Lunes de Limpieza al año. 

—¿Soy yo, o cada año agregan nuevos productos de aromas extraños? —Pregunta Harry al cruzar el umbral de la puerta, abrazando contra su pecho un montón de latas de diferentes colores y marcas. Empuja la puerta hacia atrás con el pie cuando está dentro y suelta todos los envases sobre su cama. 

Miro a las latas, levantando las cejas y rascándome la izquierda con el pulgar. Concuerdo totalmente con él.

—Te he conseguido algo —Dice. Le miro extraño, mientras él busca algo dentro de los bolsillos de su abrigo. —Esto. 

Me alarga un papel del tamaño de un maní, todo arrugado y húmedo por el contacto con su mano. 

—¿Qué es? —Pregunto al tiempo en que lo cojo y mis dedos lo estiran con torpeza. No hay más que números ahí. Es un número telefónico. 

—Para que la llames o le envíes mensajes —dice sonriente y me da unos golpecitos en el hombro. —No me lo agradezcas, sé que soy un gran amigo. 

No sé si reírme de su falsa modestia o molestarme por habérselo confesado. No porque ahora me esté consiguiendo el número de Keyra, sino porque eso me significa un nuevo conflicto interno: ¿Qué diablos se supone que le escriba en el texto? ¿Cómo hago para no parecer un sicópata?

—Uh, ¿cómo lo has conseguido?

Harry sonríe con suficiencia, algo así como 'Una vez más, Harry ha salvado el día', pero lo irgnoro, y sigo esperando por una respuesta. 

—Los contactos de Brandy. 

—Gracias. —Digo serio. Aún no sé si me siento realmente agradecido o no. Esto es incómodo. 

—Bien, llamemos a Toff. Creo que Brandy ha tenido suficiente de mí —Dice, después de suspirar y pasarse el dorzo de la mano por toda la frente. 

Me mofo un poco y me encojo de hombros. —Al menos lo tienes claro, hermano. Él se encoge de hombros también, asumiendo con humor su complicada situación sentimental. 

Toff no tarda en llegar, y una parte de mí se decepciona un poco al verla aparecer sola tras la puerta de nuestro cuarto. La misma parte que había deseado que Keyra viniese con ella. Pero quizá es mejor así. Quizá me estoy obsesionando demasiado. 

Keyra en las nubes (fanfic n.h)Where stories live. Discover now