Capitulo 26

8.7K 586 4
                                    

Capitulo 26

–¿¡puedes decirme qué demonios estás haciendo aquí?! –digo entre dientes. Por lo visto Matt es muy conocido en esta ciudad. Es más conocido por "Black" no han dejado de saludarlo chicas rubias y otras con cabello castaño al pasar al lado de él. La fila está avanzando y ahora sólo estamos esperando que nos tomen las entradas.

–hey, yo pensé que te daría mas gusto verme. –murmuró de vuelta. Siguió saludando a las personas cercanas a él. Puse los ojos en blanco cuando una chica, no muy lejana a mi edad, rubia, ojos azules, y dolorosamente mas alta que yo pidió sacarse una foto con Matt–. Claro –respondió a la propuesta. La rubia puso la cámara frontal y los dos sonrieron como si estaban en un programa de televisión. 

–¡gracias, gracias! –exclamó la rubia–. Ten por seguro que estará enmarcada en mi habitación. 

Resoplé.

–¡demonios, cuánto falta! –grité a los guardias.

–eso espero. –dijo Matt guiñándole el ojo. La rubia volvió a reír y finalmente se fue.

–muy conmovedores. –dije. Matt me miró y sonrió.

–no sabía que eras celosa, Chelsea. –se burló.

–¡si, claro! –respondí con sarcasmo.

Por fin estábamos al frente de toda la fila y un guardia nos pidió las entradas. Saqué del bolsillo la mía y la entregué. Matt entregó la suya y nos dejaron pasar. Era sorprendente ver que aún se encontraban asientos vacíos al frente, Jullie y Oliver iban detrás de nosotros. Apresuré el paso y aparté cuatro asientos en la primera fila. Estaba yo, Matt, Oliver y al final Jullie. Mejor, no iba a ser de mi agrado verla ahora, estoy segura que ella sabía todo esto. 

* * *

Habían pasado varios minutos, quizá hasta media hora y estaba empezando a aburrirme. Saqué mi celular y empecé a jugar Candy Crush. Nunca había sido buena en este juego, habían niveles que pasaban semanas sin poder pasarlos. Pero necesitaba despejarme. 

–Chelsea. ¿Quieres algo? –preguntó Matt. Lo miré, el señor de tostadas y bebidas estaba justo a nuestro lado. Estaba haciendo demasiado calor, quería una bebida helada.

–un agua, gracias –respondí. Matt asintió y le hizo señas al vendedor. Le entregaron la bolsa de agua y él le pagó. 

–el agua para la señorita mas hermosa de este estadio. –dijo con su voz grave. Intenté no reír, pero fue algo imposible, tomé la bolsa con agua y le agradecí. 

Una voz retumbó todo el estadio. Era el presentador del partido, me acomodé en la silla, estaba apunto de empezar, al fin. Primero de un extremo salieron los Chicago Bulls. Y del otro extremo salieron los Lakers. Muchos aplausos se escucharon del público. Se formaron, y tiraron la pelota al aire.

–¿puedo preguntar a quién apoyas? –cuestioné sin dejar de mirar al frente.

–bueno, por hoy apoyo a los Lakers. Pero los Bulls son excelentes también –respondió.

Tenía razón. 

–yo, pensé qué vendrías con tu jefe. –habló. Fruncí el ceño y lo miré.

–¿mi jefe? –repetí incrédula– sabes que no terminamos en buenos términos. Jamás lo invitaría él después de lo que me hizo.

Matt sonrió.

–¿t-tu no tienes novia? o algo –pregunté. 

–no. Solía tener. Era hermosa –me aclaré la garganta e intenté disimularlo tomando mas agua y poniéndole atención al juego–. Pero, ella tuvo que mudarse de país. 

–¿mudarse? –repito– pero supongo que hubieras querido irte con ella. Digo...yo lo haría si la persona que quiero se fuera. 

El corazón oprimió mi pecho al ver su rostro. Reflejaba un poco de decepción y tristeza. Estaba acostumbrada a verlo siempre sonriendo que era un poco difícil verlo de otra forma. Una extraña necesidad de hacerlo reír siempre inundaron mi cuerpo. Controlé las ganas de pasar mi mano por su cabello para que notara que no estaba solo. 

–sí. Yo también pensé eso. –dijo al fin– Pero no tardó mucho tiempo para que me diera cuenta que todo eso era un teatro que ella misma había creado para alejarse mi. Según ella para no lastimarme.

Entonces, no pude mas y puse mi mano sobre la de él. 

–eres una gran persona Matt. –murmuré. Sus ojos encontraron los míos y de nuevo pude observar el color miel de ellos. De pronto el juego no era tan importante– Ella se lo perdió.

Sonreí al ver que él lo hacía. Bajó la vista y exploró mi mano entre las suyas. Frunció el ceño.

–¿te gustan los anillos? –retiré mi mano. Los anillos me encantaban, tenía dos anillos que según mi abuela mi madre me los había obsequiado. Pero con el tiempo me dejaron de quedar. Ahora uso muchos anillos en mis manos. No muy extravagantes, pero se notan. 

–sí. 

Sonrió.

–yo uso anillos siempre –dijo. Lo miré–. Me gusta usarlos todos. 

Miré sus manos. Un anillo tenía la inicial de su apellido, se encontraba en su dedo índice. Otro, con una piedra negra, en el anular. Y otros, en el pulgar y en el índice de la otra mano.

–creo que tenemos mas en común de lo que imaginamos. –mencionó. Lo miré.

–creo que sí. 

El Jefe 2Where stories live. Discover now