Capitulo 3

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Capitulo 3

–¡muy bien, nos vemos mas tarde Jullie! –grité con mi mano en la perilla. Jullie salió de la habitación con una sonrisa en su rostro– regreso después. Tal vez pase por una librería y pregunte por tu libro, tengo curiosidad. –comenté sonriente. 

–suerte. Ojalá no te perdás –se burló. Puse los ojos en blanco y salí por la puerta.

El viento estaba un poco fuerte, la piel de mis brazos se pusieron como de gallina, los froté y seguí caminando. Pude ver a muchas adolescentes caminar con blusas cortas sin importarles para nada el clima. Pasé frente una tienda de accesorios. Sé que en otras circunstancias me hubiera gustado mucho entrar, pero prefiero conocer otras cosas, además quiero buscar algo para Jullie, ya que ella no vino sería crucial que le llevara algo para que lo guarde como su primer recuerdo de este lugar. Lo único que no se que. 

El viento despeinaba mi cabello y lo desordenaba en mi cara. Llegué a una librería pequeña. Como una casa, pero en la parte superior decía: Bookstore. No podría equivocarme. Entré y los estantes llenos de libros aparecieron frente a mi. Una muchacha alta y rubia se acercó a mi sonriendo.

–¿podría ayudarte con algo? –preguntó. Negué con la cabeza agradecida y me metí por uno de los pasillos, los libros de J.K Rowling aparecieron frente a mi, desde niña me encantan las películas de Harry Potter y sería grandioso tener en colección todos los libros. 

Seguí caminando hasta ver un tema muy conocido. Tal vez no conocido pero si escuchado. Delirium. Lo tomé entre mis manos y le dí la vuelta para leer la sinopsis. ¿El amor una enfermedad? puede ser. Por un momento dudé si este sería un buen obsequio para Jullie. Estaba viendo con detenimiento la portada hasta que sentí una presencia detrás de mi.

–Delirium. Es un buen libro. –salté en mi mismo lugar y me volteé. Un hombre alto, tez blanca y rubio se puso frente a mi. Estaba sonriendo. –no era mi intención asustarte. Solo me dio curiosidad el libro que tienes entre las manos.

Lo miré. No sé porque no podía hablar, estaba segura que era por el susto y porque era un completo desconocido para mi.

–no te apures. Sé que no querías asustarme. –dejé de nuevo el libro en el estante y seguí caminando. Mis nervios se presentaron cuando el desconocido caminaba a mi lado. 

–pensé que lo comprarías –comentó. Lo miré y sonreí un poco mas tranquila. En un lugar público jamás le haría daño a nadie. Negué con mi cabeza.

–iba a hacerlo. Pero he decidido que no.

Nos quedamos en silencio. Pero luego él volvió a hablar.

–te recomiendo que lo hagas, es un gran libro. –lo miré con el ceño fruncido– lo leí por curiosidad. Y me gustó mucho. Un mundo sin amor. Eso sería el paraíso.

Me paré en seco y lo miré seria. Pero mas que todo desconcertada. 

–¿en serio te gustaría vivir en un mundo sin amor? –pregunté con voz aguda. Era algo imposible creer que una persona quisiera eso. Bueno, distinto sería si te tocara vivirlo. Pero si lo eligieras, jamás lo consideraría una opción.

–es decir, el amor esta sobre-evaluado en estos tiempos. Dime si tu dejarías de ser quien eres por otra persona. –dijo burlándose. Pero yo si lo haría. Lo haría por esa persona, si se lo merece de verdad.

–si lo haría. Y creo que el amor es lo mas hermoso que puede existir. Bueno, aveces. En algunos momentos solo deseas que desaparezca ese sentimiento para siempre.

–¡ahí está! es eso lo que trato de decirte. No siempre es color de rosa.

El silencio volvió a aparecer en el ambiente. Caí en cuenta que estaba en una tienda de libros, con un desconocido, caminando en vueltas y hablando del amor. ¿En serio?.

Al llegar frente a la puerta la abrí y salí de allí. No tengo porque despedirme si ni siquiera nos conocemos. Resoplé cuando lo vi otra vez a mi lado. 

–¿oye no tienes que hacer nada en especial? –cuestioné fastidiada. Escuché como  soltó una risita. Puse mis ojos en blanco y lo miré.

–yo soy una persona educada, y es de mala educación no despedirte de una persona si estabas hablando con ella. Y peor aún, platicar y no saber ni sus nombres. 

Cerré mis manos en un puño. ¿Como es que es tan...

–te invito a un café. –paré y lo miré seria. Él seguía con la sonrisa en la cara ¿como no le dolía? –para conocernos mas. Para conocer tu nombre y tu conocer el mio. Ya sabes, conocernos. 

–si te digo que si ¿dejas de fastidiarme? –solté frente a él. Sonrió mostrando los dientes y asintió. Resoplé. –perfecto. Vamos entonces. 

El Jefe 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora