Capitulo 24

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Capitulo 24

–¿entonces eso era lo importante que quería decirte? –preguntó Jullie. Asentí. Todavía no sabía como es que las palabras me habían salido claras de mi boca, había aceptado que asistiría, no me costaba nada decir que no podía y otro asunto hubiera pasado. Pero siempre tengo que hacer las cosas sin pensarlo dos veces– . ¿Tienes alguna opción? –insistió. La miré.

–sabes que no. Ni si quiera conozco a nadie más de este lugar. Y él lo sabe perfectamente –mencioné. Jullie se levantó y se dirigió a la cocina para servirse un vaso con agua. Le dio un sorbo y luego habló otra vez.

–yo creo que esa es su intención. –la miré extrañada.

–¿a qué te refieres con eso?

–Cristopher sabe que no tienes con quién ir. A él le importaba saber si tú tenías o tienes a alguien. –no lo voy a negar. Por un momento se me había cruzado por mi pensamiento en esa posibilidad. Pero inconvenientemente la intención, yo había aceptado, y ahora tengo que sufrir las consecuencias.

–eso es lo de menos –solté–. Lo mejor es decirle que no voy a asistir. 

Jullie me miró horrorizada.

–¡no le puedes decir eso! tienes que ir. Si Cristopher te preguntó por su maldito ego tienes que demostrarle que ya no lo necesitas. –dijo alterada.

–lo sé, y también quiero hacer eso. –confesé– Pero no puedo cegarme. No quiero hacer el ridículo –los grillos eran los únicos que rompían el silencio de la noche. Nos quedamos en completo silencio y fue cuando me di cuenta que la noche estaba muy tranquila. Eran pocos los autos que transitaban en las calles a pesar de no ser tan tarde. El viento estaba mas suave pero le daba al clima un poco mas helado–. Iré a caminar un poco.

Me puse de pie y salí del edificio. El viento empezó a darme en la cara, solté un gruñido cuando recordé que estaba haciendo frío y había olvidado mi abrigo. No tenía la intención de regresar tan pronto, llegué a un parque que nunca lo había visto, pero que tenía una vista preciosa. Se podía observar a lo lejos unas palmeras pertenecientes a la playa. Me senté en una banca frente al espectacular paisaje. Tenía que pensar, Jullie tenía razón. Si le digo a Cooper que no asistiré a su dichosa fiesta es como si él hubiera ganado. Pero por otra parte, si voy, sola, es como si él hubiera ganado también. Y no está en mi lista verlo a él haciendo un show frente a todos con su nueva pareja. No es porque me hiciera daño. Pero también no puedo evitar recordar algunas cosas que Cristopher hizo por mí y ahora lo hace por ella. Solté un suspiro de frustración y me tapé el rostro con mis manos. 

–¿estas bien? –se escuchó un voz grave a mi lado. Levanté mi rostro con cuidado temiendo que se tratara de un extraño. Unos rizos rubios sobre la frente de la persona me hicieron saber al instante de quien se trataba. Un suspiro de alivio se deslizó por mis labios.

–¡me espantaste! –exclamé

–perdóname. No era mi intención. –apoyó sus codos en sus rodillas inclinándose hacia delante. Como estaba yo hace unos segundos. Fue cuando noté que llevaba una camisa blanca con las mangas enrolladas hasta los codos. 

–no te preocupes, estoy bien –mencioné. Su rostro se volvió al mío para mirarme. La luna le daba directamente a su rostro, eso le beneficiaba demasiado. Sus ojos, ahora me doy cuenta, son mieles y con la luz de la luna brillaban casi llegando al amarillo –. ¿Qué estás haciendo aquí a estas horas?

Miró hacia el frente y su dedo índice se acarició su labio inferior. Mis ojos se posaron en ellos. Rojos y carnosos. ¿Porqué me estaba dando cuenta de estas cosas hasta ahora? – ¿me creerías si te dijera que siempre vengo a este lugar por la noche? –Reí.

–claro que no. –Matt sonrió comprensivo. 

–me lo imaginé. La verdad es que noté que desde que saliste de la empresa estabas un poco...perturbada o estresada, no lo sé –explicó– no lo voy a negar, la curiosidad me ganó y te seguí hasta el departamento, iba a acompañarte, pero tu amiga ya estaba contigo. Luego solo me quedé afuera del edificio viendo todas pequeñas cosas que pasaban en las calles, no me moví. Pero luego saliste, y te volví a seguir, y...aquí estamos. 

Mi ceño estaba fruncido y mi boca casi cae al suelo. Me había confesado sin rodeos que me había seguido. Y por su honestidad, noté que sus mejillas estaba un poco rojas. No mucho, pero al ver su rostro con detenimiento se le notan un poco. Sonreí enternecida.

–la verdad es que estaba un poco estresada. –dije. Su mirada encontró la mía y una sonrisa se deslizó por su rostro. Mis ojos exploraron cada centímetro de su rostro, la manera en como los rizos de su cabello rubio caían sobre su frente y algunos tocaban un poco sus ojos mieles, pestañas largas y negras, su sonrisa, un perfecto arco de sus labios rojos y delgados, en su mejilla izquierda se formaba un pequeño hoyuelo. Era perfecto.

–¿qué tanto me ves? –preguntó. Mi corazón empezó a latir con fuerza y mi pulso empezó a correr más rápido. 

–l-lo siento. –murmuré

–no te preocupes. Estoy acostumbrado a eso. –generalmente, en mi estado original, me hubiera molestado lo que acababa de decir. Pero ahora solo me sentía tímida, con mis mejillas ardiéndome y sin sentirme capaz de volver a mirarlo a la cara ¿qué demonios me estaba pasando? –. Hay, algo que siempre he querido preguntarte. Pero, ya sabes, nuestra relación no estaba estable.

"relación" 

–¿qué cosa es esa?

–¿qué pasó entre Cooper y tu? –preguntó sin rodeos–, no vayas a decirme que nada, porque yo tampoco te creería eso. 

Tomé aire y miré los dedos de mis manos. Creo que eso era lo que necesitaba esta noche, alguien con quien desahogarme.

–Cristopher y yo, intentamos ser algo...algo mas que amigos ¿entiendes? –su mirada estaba sobre la mía haciendo que mi espiración se atascara en mi garganta, era un poco extraño contarle mi vida personal a quien se supone que no soportaba–. Pero el momento no nos ayudó para nada. Yo trabajaba en un bar, de mesera, mis ingresos no eran los mejores, pero me defendía. Al tiempo Cooper me contrató como su secretaria, pero yo le escondí que trabajaba en ese lugar, cuando se enteró, se imaginó lo peor de mi. Y nunca volvimos a ser como antes. 

Me quedé en silencio esperando que Matt me juzgara también. Pero a cambio recibí un cálido abrazo. Lo recibí, porque lo necesitaba. Su aroma a loción varonil inundó mi nariz de manera agradable. Nuestro brazo se fue terminando hasta que estuvimos sentados como antes. 

–yo nunca hubiera pensado lo peor de ti. –dijo– Eres una de las personas mas honestas que conozco. Con carácter espectacular.

Reí.

–gracias –murmuré. El viento helado en mis rodillas me hicieron recordar que era noche y tenía que irme– es hora que vuelva al departamento. –dije poniéndome de pie. Matt lo hizo también.

–¿tienes frío? –preguntó.

–un poco. –confesé. Me sobresalté cuando sentí en mis hombros su suéter, que tal vez llevaba en su mano, porque no se lo vi puesto– N-No puedo aceptarlo. 

Matt sonrió un poco.

–no te lo estoy obsequiando Chelsea. Solo quiero que llegues tranquila a tu casa –murmuró, con su voz grave. Entonces lo acepté. Cerré mis ojos cuando sentí sus labios sobre mi mejilla–. Buenas noches Chelsea. 

Dio la vuelta y empezó a desaparecer en la oscuridad de la noche. Mis pies empezaron a caminar a casa. Abrí la puerta sin hacer mucho ruido y la cerré de la misma forma. Todo estaba apagado, entre abrí la puerta de la habitación de Jullie, Sam estaba a la par de ella, dormido. Los dos estaban muy tranquilos. Sonreí y cerré la puerta. Me metí a la cama poniéndome las sábanas sobre mí. El suéter negro de Matt estaba a mi lado. Cerré mis ojos sintiendo como el aroma a él perfumaba todo mi cuarto. Su loción, a él. 

El Jefe 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora