9. Adrenalina (pt. 6)

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-¿Qué pasa contigo? - Siseo. Trato de mantener el volumen de mi voz en un nivel medianamente controlado para no terminar por demostrarle cuánto me disgusta... ¿Qué? Si lo entendiera, ya se lo habría echado en cara.

-Vas a tener que ser un poco más específica.

-El doctor Trest sólo estaba siendo amable. ¿Por qué tienes que arruinarlo siempre?

-Perdón, ¿"arruinarlo"? No sabía que estuvieras tan interesada en los... gestos de amabilidad de Doogie Howser.

-¿Es estrictamente necesario que te refieras a él de esa forma?

-No puedes culparme, tiene ese aire a... Neil Patrick Harris antes del traje.

-Eres un bebé. - Bufo. Entonces se me ocurre añadir-: Pues tal vez acepte su oferta.

-¿Oferta? ¿Qué oferta?

-Justo cuando llegaste estaba por invitarme a salir. Es muy dulce, ¿no lo crees?

-Tienes que estar bromeando. - Noto cómo es él quien se enoja ahora, y aunque debo admitir que soy consciente de que estoy siendo una mala persona en este momento, disfruto al máximo ver cada músculo de su rostro y cuello tensarse. - Estoy seguro de que alguna regla lo prohíbe.

-No lo creo. No es el médico de mamá, sólo el médico de guardia, y tampoco soy su paciente, así que ¿cuál es el problema? Recuérdame llamarlo cuando lleguemos a la habitación. Tal vez mañana esté libre.

Se estaciona bruscamente y frena en seco, a apenas milímetros de la pared de hormigón que bordea un terreno baldío junto al hotel. Apaga el auto pero no desbloquea las puertas y se queda cruzado de brazos.

-Está bien, ¿a qué juegas?

-¿Perdón? No estoy segura de...

-No puedes pretender que no sabes de lo que hablo.

-Pues siento mucho si te molesta que quiera salir con él. Es dulce, es muy gentil, muy apuesto, y además está disponible. No puedes culparme...

-¡Lo conoces hace tres días!

-¿"Te haría sentir celoso si salgo con él, Cedric"? - Recuerdo las palabras que dijo más temprano perfectamente, y no hay razón para dejar pasar la oportunidad de usarlas.

Desbloqueo manualmente la puerta y salto fuera del vehículo.

Oigo el eco airado de sus pasos resonar incluso después de entrar a la recepción del hotel, en la que me da alcance, justo cuando se están cerrando las puertas del elevador. Por tan sólo unas centésimas de segundo hubiera podido subir sola, pero puede meter la mano entre las puertas para impedir que se cierren. Por culpa del estúpido censor vuelven a abrirse, y él da un paso adentro sin mirarme.

-Eres una malcriada, ¿lo sabías?

-Será mejor que tu amigo Tomás no te oiga decir eso. Podría tomarse muy a pecho.

-Déjate de estupideces.

-Lo haré si tú lo haces.

-¿Por qué?

-¿Por qué quiero que te dejes de estupideces? Verás, Cedric, desde tiempos inmemoriales...

-¿Por qué estás así? Se suponía que estuvieras dichosa hoy, que ésta fuera una noche para celebrar que todo va bien.

-Porque... -"Porque encontraste la manera de arruinarlo... Ve a llorarle a Felicia. Incluso a la recepcionista. A mí ya no me importa." Tanto tú como yo, querido subconsciente sabemos que eso no es cierto. - Porque sí. Porque me sacas de quicio.

Las Crónicas de Ashbury: El LibroWhere stories live. Discover now