62: Bebé Johnson Clark.

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¿Alguna vez han estado tan impresionados por lo rápido que pasa el tiempo? Yo sí, en un suspiro ya habían pasado tres meses, por lo que ahora tenía oficialmente, seis meses de embarazo, una barriga muy, muy escandalosa que me encantaba acariciar. Estábamos en casa, y recién había despertado de una de mis siestas, últimamente dormía muchísimo, bajé las escaleras en búsqueda de Jack y suspiré frustrada al no encontrarlo, dispuesta a volver arriba, me frenó en seco un dolor agudo en mi zona pelviana. Llevé mis manos al área e hice ligera presión pues era insoportable, no podía recuperar la compostura por lo que me puse de rodillas, levanté un poco mi vestido, pero algo me dejó paralizada y desconcertada.

Sangre.

Me estoy desangrando.

¡Mi bebé!, ¡puta madre tengo que encontrar a Jack y salvar a mi bebé!

¿¡Dónde rayos éstas Johnson!?

Me arrastré hasta la sala con el dolor incrementando cada vez más, hasta que llegué, miré el pasillo por donde vine y, sangre, más y más sangre, un rojo carmín tan intenso que me revolvía el estómago. Estaba desangrándome de una manera absurda. Así que miré a la sala y ahí estaba él, Jack. Estaba bebiendo algo de whisky, sentado en el sillón con una mirada desdeñosa, un semblante inescrutable, una versión oscura de mi esposo.

—Jack —pronuncié ahogándome en mis propios sollozos. Giró su rostro en mi dirección de una manera casi robótica. Su rostro sin expresión alguna me llenó de miedo. Jack parecía no tener humanidad.

—Dios mío, Cassie —pronunció con hastío y miró el camino de sangre que dejé, luego me volvió a mirar a mí—. Éstas ensuciando la casa.

¿Qué?

—¡Dios mío ayúdame, me duele! —grité exasperada—. ¡Nuestro bebé Jack, el bebé está en peligro, joder ayúdame!

Negó con la cabeza y se puso de pie soltando un suspiro antes de beberse lo que quedaba en su vaso y lo dejó sobre la mesa—. Tengo que irme. Limpias todo.

—¡Jack!, ¡Jack! —grité.

Estoy sudando.

—¡Jack! —y caí en el golpe de la realidad, con la suavidad de mi cama, transpirando.

Mi respiración era una mierda y mi corazón latía rápidamente. Miré a mí alrededor y sentí un alivio al percatarme de que estaba en mi cama, no había sangre y Jack estaba a mi lado luciendo asustado.

Puta madre, solo fue una pesadilla.

—¿¡Cassie estás bien!? —exclamó asustado.

Miré a mi esposo a mi lado izquierdo sintiendo la paz invadir mi cuerpo al verlo conmigo.

Suspiré y me giré frente a él, fue inevitable cuando las lágrimas escaparon de mis ojos—. Estas aquí —susurré agitada, toqué su cara. Acuné sus mejillas contra las palmas de mis manos.

—Sí —afirmó con el ceño fruncido—. ¿Qué pasó? —preguntó preocupado. Sus manos abrazaron mis muñecas y sus preciosos ojos olivo se conectaron con mis celestes.

—La misma pesadilla —bufé meneando la cabeza.

Suspiró y me tomó la cara con sus manos, las mías cayeron rendidas y temblorosas a mi regazo, comencé acariciar a mi bebé—. Cassie, eso jamás pasará. Jamás te dejaría ahí, sabes que me iba a volver loco y lo primero que haría es ayudarte y correr al auto.

—Todo es posible —suspiré.

—Deja de ser tan pesimista, te doy mi palabra de Johnson.

—¿Por qué tengo esas pesadillas? —pregunté exhausta.

Ramé (PROXIMAMENTE NUEVA VERSION)Where stories live. Discover now